Muy feliz estoy con la concesión del Premio Nacional a las Músicas Actuales (curioso nombre) a la gran Sílvia Pérez Cruz. La ya densa e intensa carrera de esta artista, que reúne en su voz, sus querencias y sus influencias algunas de las claves de lo mejor de las músicas ibéricas y allende los mares, es uno de los tesoros más valiosos que tenemos a nuestro alcance y es justo que logre la mayor resonancia pública.
Sigo a la compositora e intérprete catalano-galaica desde sus inicios con Las Migas y, junto con Rosalía, ha sido para mí una de las mayores fuentes de placer auditivo y sentimental en los últimos años. Recuerdo bien el día que descubrí su interpretación de una canción gallega para mí muy querida (en el vídeo), entre otras cosas porque me la cantaba mi madre (miña nai) de pequeño y alguna vez se la canté (o así) yo a ella.
Los vídeos de Sílvia (hay muchos) son joyas que están al alcance de todos. Pero es aún mucho más recomendable —he podido comprobarlo en tres ocasiones— escucharla y verla en directo. Si tienen ocasión (búsquenla), no se la pierdan.
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