EL DESTINO DE LA LITERATURA
VISTO DESDE EL ACANTILADO
(XI, 143-164)
La música de los números primos suena a menudo en la complejísima vida de Samuel Johnson. De Fedra y otros diarios supimos deducir el estado cultural como un ensayo sobre una religión moderna y gracias a las antenas aportadas por el cazador de instantes pudimos dar cuenta de los herejes del Dossier K. e incluso de aquellos días malditos (un diario de la revolución) conjurados por Montaigne en los ensayos, según la edición de 1595 de Marie de Gournay, una verdadera y muy valiosa confirmación de la música como concepto. Desde Alejandro Magno, conquistador del mundo, hasta el descubrimiento del espíritu, estudios sobre la génesis del pensamiento fueron dejando a lo largo del camino una mezcla de guerra y lenguaje, casi como si se tratara de una sonata del claro de luna, mientras el propio Montaigne, con el mundo en el oído y el nacimiento de la música en la cultura, en verdad se transformaba en el héroe y el único capaz de emprender, de camino a Babadag, la ruta ancestral de los judíos errantes.
(LUN, 936 ~ Desde el Acantilado)
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