lunes, 9 de noviembre de 2020

Seda

 


Comparecen en mis sueños gentes a las que nunca he visto.
Me hablan afablemente, me regañan.
Mencionan realidades de las que apenas tengo referencias.
Suben a altillos en los que nunca he estado.
Saben de mí —eso parece— más que yo mismo.
Y saben mejor que yo que viven en un sueño.
Cuando despierto sigo andando por las mismas calles.
El mundo es una broma que ya no nos hace gracia (a nosotros, los del plural enfático).
Abro el cuaderno 33 o «Del pez espada».
Busco entre sus hojas el hilo de seda.
La araña del techo no deja de vigilarme.
El aire entra en la habitación, en mis pulmones.
Segrego estas palabras.

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