martes, 31 de marzo de 2020

Los intocables

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Eliot Ness y sus muchachos. Protagonistas de Los Intocables (The Untouchables),
serie televisiva de 119 episodios, que se emitió entre octubre de 1959 y mayo de 1963, en la cadena ABC.
Y algún tiempo después en TVE.
Conocimos primero a aquellos agentes que, a las órdenes de Eliot Ness, combatían el crimen organizado, en tiempos de la «ley seca», y llenaban de aventuras trepidantes y elegantes sombreros el blanco y negro de nuestras televisiones. Supimos después de la existencia de una casta de parias en la India —también en otros países—, formada por los excluidos no sólo de las jerarquías sociales sino de la propia condición humana. Descubrimos asimismo bajo ese rubro la historia de dos hombres unidos por su peculiar y diferente, aunque complementaria, forma de estar apartados del mundo. Y tal vez, en alguna ocasión, utilizamos el nombre para referirnos a los situados, por motivos de dinero, influencia o poder, en esferas privilegiadas donde la ley no alcanza ni se purgan los crímenes. Lo que probablemente nunca imaginamos es que llegaría un día en que los realmente Intocables seríamos nosotros.
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lunes, 30 de marzo de 2020

El letrero

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Noria en un parque de atracciones de Tailandia.
Foto libre de derechos tomada de Dreamstime.
Ya ningún despertar era igual otro. Pero el de ese lunes fue especialmente extraño. En el final del sueño había ido caminando por una senda tenebrosa, mucho, si bien al fondo, muy al fondo, podía verse una luz. Su sorpresa fue grande —aún le dura— cuando, al abrir los ojos, en medio de la habitación pudo leer, refulgente, palindrómico, tal vez amenazador, el gran letrero: 
«A COBAYAS, AY, ABOCA». 
Le sigue dando vueltas.
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domingo, 29 de marzo de 2020

Alain Touraine, a los 95

El sociólogo francés Alain Touraine en París en 2015.
Alain Touraine, en París en 2015.
(En voz alta). A sus 95 años, desde la primera línea de la población de riesgo, el sociólogo Alain Touraine, al que estudiamos y leímos con pasión en un tiempo que ya nos parece leyenda, reflexiona con extraordinaria lucidez sobre lo que está pasando. Una entrevista con respuestas lúcidas, empáticas, discutibles, pero que son sobre todo un ejemplo para no dejar de pensar.

El hermano

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Hermanos caminando. Imagen: Kat Barnes / Stockimo / Alamy Foto de stock.
Entre la oleada de sensaciones que lo invadían, algunas nuevas y difíciles de encajar, otras firmes y antiguas como claves de bóveda, había una que sobresalía por sobre las demás hasta establecerse como línea de fuerza sin la cual él sabía que su vida no hubiera sido la misma y ni vida siquiera. Era el puerto seguro de una mano que, siendo niño y ya no tanto, le transmitió la confianza del sentimiento a cambio de nada, la lealtad de la fraternidad manada de la misma fuente y la firmeza de quien sabemos que está ahí siempre y para todo. Ahora, en las horas difíciles de la peste, sabía que a través de esa misma mano, extendida como un arco de luz en la noche, él podía enviarle al hermano doliente un poco del inmenso caudal de afecto recibido y convertirlo en una fuerza capaz de vencer a las sombras, para volver de nuevo juntos al camino por donde él siempre ha ido con el apoyo de una mano en la suya.
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sábado, 28 de marzo de 2020

Branquias

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La belleza del fondo del mar.
Soñé que estábamos atrapados en la isla del fin del mundo y todo mi afán consistía en encontrar una vasta pradera de posidonias donde poder sumergirme contigo. Ahora, al despertar, me pregunto por qué del fin del mundo. Y por qué posidonias.
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viernes, 27 de marzo de 2020

El Orador

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«Las paredes oyen». Ilustración tomada de la web de Enrique Dans.
Pasaba por el salón camino de la terraza, en mi enésimo paseo en bucle, cuando del otro lado del tabique me llegó el sonido de una voz muy bien modulada que enseguida me atrapó por su poder de convicción. Como tenía el móvil en el bolsillo, lo saqué, lo puse en modo de grabación y aquí queda lo que se registró. Me he limitado a puntuar el texto, tal vez —lo aviso— un poco largo para los usos de estas NUL, pero no me he atrevido a extractarlo para que no se pierdan el tono, el fraseo ni la cantinela. Como, además, en los días de la peste el tiempo se ha transformado en una materia extraña —¿una gran barra de hielo compacto que se va derritiendo gota a gota?—, incluso puede considerase un especie de servicio público a favor del IMPRESCINDIBLE QUEDARSE EN CASA el ofrecer completa la transcripción. Aquí va: «La cuestión —dice con convicción el Orador— estriba en saber sobre qué bases se puede reflotar un sistema que, en un porcentaje muy elevado, no es ya necesariamente productivo ni siquiera “real”, sino “consumitivo” y cada vez más “virtual”, basado en relaciones cuyo significado más importante es ya sólo la cantidad de veces que se producen, los clic en cada celda o casilla. Producir lo suficiente para comer lo necesario, que ha sido el dilema mayor de buena parte de la historia humana, es ya una frontera superada hace tiempo: el problema es la distribución y el equilibrio de las fuerzas e intereses en liza para que el sistema no colapse. [...] Tal vez alguien esté maquinando —y es la hipótesis más terrible— con la idea de que a la humanidad le iría mejor si se suprimieran hasta dos o tres mil millones de sujetos de golpe; e incluso si se prescindiera por completo de la natalidad. Pero, hasta en esa terrible maquinación (Hitler, Stalin, Mao y algunos otros sátrapas la pusieron en marcha), lo complicado es cómo cambiar instintos y hábitos ancestrales sin producir un insoportable dolor que, por otro lado, pueda alentar y dar cauce a rebeliones fuera de control. Tal vez por eso hace tiempo que funcionan a tope los sistemas de anestesia social, cuyo conducto de suministro masivo son las redes de ocio sin fin y la sociedad de parque temático siempre abierto hacia la que nos dirigimos, si es que no estamos ya plenamente instalados en ella. Y, después, están las variables incontrolables o difícilmente predecibles, de las cuales la más importante es la evolución de los fenómenos geográfico-meteorológicos que conocemos como “cambio climático”, sin duda el mayor problema al que se enfrenta no tanto el planeta, que gira ajeno a esas “menudencias”, como la vida que tiene en él su asiento y en particular la noosfera, la parte consciente. Así las cosas, ¿vamos hacia un novísimo New New Dial, similar al que relanzó a USA, y en parte al mundo, tras la Gran Depresión? Puede. No me extrañaría nada que una de las medidas acordadas, cuando la situación crítica comience a remitir, fuera una General Distribución Estatal y Comunitaria (GDEC) de “PIENSO PARA COBAYAS”, con la condición de seguir pedaleando en la rueda del sistema y a cambio de una restricción acordada de cualesquiera otras veleidades. Esto suponiendo que no quede todo en manos del “PUTO AZAR” (sic) y que, literalmente, se nos venga encima una catarata de palos de ciego nacidos del desconcierto generalizado de una clase política integrada por sujetos entre los que no son precisamente minoría aquellos acerca de los cuales no es peregrino pensar que la médula espinal no conecta con el cerebro. O, que si lo hace, es sólo de forma intermitente, a golpe de tuits, tics y toc. Sea cual sea el escenario, la reivindicación que debe abrirse paso es obvia: QUE NOS PAGUEN POR LOS DATOS, queremos ser reconocidos como sujetos de derechos en el funcionamiento del sistema y cobrar dignamente por ello. He dicho». Fin de la transcripción. Cuando acabó el discurso, yo ya estaba contemplando desde el mirador de la terraza la calle casi vacía y triste, y en mi cabeza no dejaba de martillear aquella frase que me pareció una auténtica revelación: «pienso para cobayas, pienso para cobayas». Es terrible pensarlo, pero tal vez en breve estemos luchando solamente por eso.
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jueves, 26 de marzo de 2020

Un reto a la especie



(Visiones en voz alta). La visión antropológica, o incluso biológica (la perspectiva de la especie), quizás esté siendo la gran ausente en el abordaje de esta pandemia global (y sirva la redundancia). Lo ha puesto de relieve Eudald Carbonell, uno de los "padres" de Atapuerca e Iñaki Gabilondo lo repica y cuenta con sus habituales habilidad y credibilidad.

La romana

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Vieja romana, tipo de peso o báscula muy apropiada para el uso ambulante.
Foto 
©️ Isabel San Martín Beltrán. Tomada de Pinterest.
En los días de la peste, todo cobraba otro significado, más directo o acuciante, y había que elegir las palabras, una a una, con mimo, con conciencia, y ponerlas en la balanza pública con cuidado para que su peso no excediera ni se quedara corto en el común sentir y en la única causa que se había vuelto imprescindible en el viejo negocio de la vida.
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miércoles, 25 de marzo de 2020

A favor del regreso del conocimiento


(En voz alta). Lúcida reflexión de Muñoz Molina sobre el “estado mental”, privado y público, y las fallas graves que la pandemia ha puesto de relieve. Esa denuncia del narcisismo y bobaliconería galopantes que el escritor explica con precisión aún puede ampliarse más, pues tampoco el mundo de la “alta cultura” (o así) queda al margen de ciertos comportamientos pendejos y que vienen a ser el “chip resonante” de la extraña criatura casi inerte pero letal que es la causante de este tiempo enfermo. Digno de atención.

El Augur

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«Hombre asomado a la ventana», foto libre de derechos, de autor desconocido.
Tomada de Fotosearch Silver. Editada.
Como llegó el día y no cesaba el confinamiento, fue en busca del Augur, no porque creyera en sus embelecos sino por puro folklore.
—¿Qué es lo que desea?
—No sé, un servicio rápido. Y que no implique ningún sacrificio animal.
—En ese caso, mire en el menú 5: Tarot, Runas, Manos, I Ching o el Libro de las Suertes.
—Todo muy visto y bastante latoso. ¿No tiene algo más sencillo?
—¿Qué tal unas tabas en tirada doble cruzada?
—¡Quite, quite, los huesos traen mal fario!
—¿Le van bien unos posos? Tengo por acá un café turco de gran calidad.
—No, el café m’altera mucho pero mucho mucho.
—Pues no sé qué otra cosa ofrecerle. ¿La carta más alta, baraja española?
—¡No sea usted vulgar hombre!
—Tal vez una moneda al aire y cara o cruz.
—¿Y usted se llama augur? Me parece que es usted un caradura,
—Caballero, que sea usted un bicho raro no le da derecho a dudar de mi profesionalidad. ¡No se conforma con nada!
—¿Sabe qué le digo?
—Si habla, quizás...
—¿Y no podríamos jugarnos la adivinación a los chinos?
—¿A los chinos? ¡Pero usted está loco! O quiere buscarme la ruina. ¡A los chinos! Con la que está cayendo... ¡Quite, quite!
—Entonces...
—Mire, vaya usted en busca de otro augur que en realidad yo soy un zapatero de Astorga y sólo hago esto en mis ratos libres para sacarme unas perrillas.
—¡Ah, truhán, al fin lo he desenmascarado! ¡Pensé que no iba a confesar nunca!
—¡Corten! Toma buena.
En el patio de luces resonó la voz del vecino del cuarto, otro confinado más, al que le habíamos dado el papel de director. Y por esa tarde concluimos el ensayo del rodaje de la obra de teatro que pensamos filmar tan pronto como nos libremos del encierro y de la peste. Además, ya había llegado la hora de aplaudir.

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martes, 24 de marzo de 2020

Adiós a Paco Torres

El actor, músico y comediante Paco Torres.
(Al hilo de los días). Ha fallecido el actor, músico y “pícaro ambulante” Paco Torres, también conocido como «Añasco (el) de Talavera», un artista de muchos registros, gran conocedor y divulgador del teatro popular al estilo de los corrales de comedias y los usos dramáticos propios del Siglo de Oro. Tras conocerlo en su pueblo natal, Los Navalmorales, hacia 1973, con ocasión de unos premios literarios, recuerdo haberlo visto actuar alguna vez en Talavera. Y hace unos años, en una librería teatral del Barrio de las Letras, tuve la suerte de encontrarme con un libro con textos teatrales, “jácaras” y pregones suyos llenos de humor e intención. Ha sido otra víctima de esta maldita enfermedad. Que la tierra le sea leve.

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El poeta (2)

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Foto de autor no localizado. Publicada bajo Creative Commons Zero. Tomada de pxfuel.
Ya sólo pedía poder soñar un poema en la hora de vísperas, cuando van cayendo las sombras y el ánimo se encoge y todo se va volviendo oscuro y se hace terrible la espera de la luz.
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lunes, 23 de marzo de 2020

Atrapados en Talavera


(Visiones en voz alta). Una situación tan extraordinaria como la que vivimos está llena de experiencias inesperadas. ¿Cómo será vivir el confinamiento en una autocaravana? Este excelente reportaje en realidad no cuenta eso, aunque su final aún no ha terminado. Es un paseo lleno de gracia y hermosas imágenes y comentarios por mi ciudad natal, Talavera de la Reina. Tiene un aire muy atractivo de reportaje turístico de calidad. E invita a recorrer algunos de los más destacados rincones de una urbe hermosa y viva. Aunque, como todos, atrapada en una pesadilla. Como talaverano (talabricense), vaya mi gratitud hacia Charo y Carlos por el amor compartido. Tal vez un día, seguramente por la noche, nos cruzaremos en sus calles, al fin libres y retornados a la normalidad. Mientras tanto, este largo paseo es un gran consuelo. Que nadie se lo pierda.

Sangre mental


El enunciado y tu cuerpo: he aquí todo
cuanto hace falta para darle cantata
de creencia a este extraño fenómeno
—pero es cuanto tenemos— de la vida.
Alienta y piensa cada día un poco,
lentamente y con conciencia clara,
en tu respiración. Y luego deja que
las palabras corran por tus venas.

jueves, 19 de marzo de 2020

Con Clara

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En la playa de Matalsacañas, abril de 1993, Foto SPM
(Al filo de los días). Como soy bastante torpe —un verdadero nerd— para algunos usos digitales, y sobre todo en los que tienen que ver con WhatsApp, hasta hace un rato no he visto esta foto que mi hija Clara tenía en su “estado”, junto con un texto muy cariñoso por el día del padre. Parece que lo del “estado” viene a ser algo así como el resumen del clima emocional y anímico del usuario y, en consecuencia, una imagen o radiografía del aspecto que quiere mostrar al exterior. Así que la satisfacción es doble.

Me dice la propia Clara que la imagen está tomada en la playa de Matalascañas, de Doñana, y que corresponde al mes de abril de 1993. O sea, ayer mismo... ¡Quién pudiera disfrutar ahora de un larga caminata junto el mar! Sería capaz incluso —aunque no sé cómo— de recrear la escena. ¡Y luego, al hospital, ja ja!
Muchas gracias, querida Clara. El encierro de hoy acaba de disolverse.
Saldremos de esta y volveremos allí.

En son de Paz (2)

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Octavio Paz en 1992. Foto de Paulina Lavista.



(En son de Paz, 6). »El amor es escándalo, desorden, transgresión: el de dos astros que rompen la fatalidad de sus órbitas y se encuentran en la mitad del espacio», escribió Paz. Y nada más leerlo, mientras pienso en algunas —demasiadas— parejas conocidas, oigo a mi espalda una voz que susurra: «Aunque a menudo viene el tiempo... y sopla».


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 La ensoñación consciente de Paz.
(En son de Paz, 7). »En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación», escribió Octavio Paz en ese hermoso tratado sobre el amor y el erotismo que es «La llama doble». Tras asentir, cabe imaginar al menos tres preguntas o matices (im)pertinentes: ¿sólo un personaje?, ¿realmente invisible?, ¿siempre activo? Las respuestas requieren valentía, memoria y lealtad al cuerpo.


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Paz, siempre esperando la compañía... del lector. Foto: Conaculta (?)
(En son de Paz, 8). »La vía aérea es hoy la más usada, tanto por los viajeros como por el correo. Sin embargo, también ha sido y es la vía tradicional de la poesía [...] Desde su origen la poesía ha sido el arte de enlazar los ecos de las palabras: cadenas de aire, impalpables pero irrompibles. Añadiré que la poesía es también, y sobre todo, un arte respiratorio: inspiración y espiración», escribió Octavio Paz en la presentación, para sus Obras completas-Edición del autor, de «Hijos del aire», poema-correspondencia escrito en sonetos con Charles Tomlinson y publicado en 1985. Una experiencia fascinante.


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Paz o la serena contemplación. Imagen del documental
El laberinto de Octavio Paz (2016), de José María Martínez.
(En son de Paz, 9)
» voy entre galerías de sonidos,

fluyo entre las presencias resonantes,

voy por las transparencias como un ciego,
un reflejo me borra, nazco en otro...»,

escribe Paz al iniciar la cuarta estrofa de su fundacional Piedra de sol. Y hoy, al volver a leer estas líneas por causalidad, siento que han sido escritas expresamente para momentos como estos; aun más: para este instante. Y que describen, con precisión científica y justa exactitud, lo que ahora mismo está pasando. ¿No lo notan?


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Octavio Paz hablando sobre la Parca, entre otros temas,
en una foto de su archivo personal.
(En son de Paz, 10). «El arte de morir es el arte de jugar a las escondidillas», declaró en noviembre de 1997 un Octavio Paz ya muy enfermo cuando se publicó la falsa noticia de su muerte. En esa misma circunstancia —que no tiene nada que ver con esta nuestra, ¡qué bah!—, el poeta mexicano dejó otras muestras de su talante y de su fino humor (más que ironía). «Me da mucha pena —dijo— que los que se empeñan en matarme lo hagan con tanta prisa. Yo creo que no hay que morirse, pero si uno se muere hay que hacerlo a tiempo y sonriendo». Y, como si estuviera hablando para días del futuro e interlocutores recluidos (todo, claro es, de forma puramente hipotética), añadió: «La sonrisa es indispensable. Los portadores de augurios fúnebres jamás saben sonreír. Yo les diría que aprendan, no el arte de morir, sino el arte de sonreír». Nada que ver con nuestro caso, por supuesto, por supuesto, pero las palabras de un sabio, y más si además es poeta, siempre son dignas de atención. ¡Pinche Pelona!





miércoles, 18 de marzo de 2020

La maestra

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Mujer sentada ante el ordenador. Silueta by Vexels.
También en los días de la peste ella levanta el vuelo hacia la 6,30 —a veces casi se cruza con el Lobo, como en Lady Halcón—, se pone a tomar su desayuno sentada, se asea a fondo y, con la carita “recién lavá”, se planta ante el iMac de amplia pantalla y comienza el trabajo de clase online organizado para esta emergencia, y que le va a llevar seis, siete, tal vez algunas horas más.
—Que se ha ido Internet! ¡Que este enlace no se abre! ¡Que aquí no hay dónde hacer clic!...
De su estudio, repleto de estantes con libros de todos lo colores (como las casas de Lisboa), salen a veces voces y algún que otro exabrupto. Aunque la paciencia de la Maestra, a estas alturas de su extensa vida vocacional, es ya una flor perenne, y resulta envidiable cómo mantiene el rostro alegre y la emoción a flor de piel. Como cuando te dice:
—Y mira el tirillas este, que no daba una en matemáticas, y ahora es el que mejor resuelve los problemas más chungos... ¡Pues no va y me dice el otro día: «Seño, es que contigo siento que la vida me ha dado otra oportunidad»!
A mí eso me pasa con ella casi todos los días. Pero no conviene que la Maestra se entere (por fortuna, no tiene FaceBook), que luego se viene arriba y tenemos que andar poniendo las cosas en su sitio.
En estos días hay tanta gente como la Maestra en tantos lugares, que vamos a tener que ampliar el aplausómetro ese de las tardes para que pueda medir la inmensa gratitud que su heroica normalidad nos merece. Y, ya de paso, revisar ciertas percepciones y tópicos sobre la condición humana y el avance de la deshumanización.

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martes, 17 de marzo de 2020

Cierto olor a liliáceas

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José Luis Benito Rementería: Ristra de ajos, 1989.
Al principio del confinamiento todo iba más o menos bien y parecía que, por encima de algunos mantillos y estiércoles habituales, brotaban las flores rojas, verdes, naranjas y moradas, con leves y extraordinarios tonos azules, de la comprensión y la solidaridad, cuyos intensos aromas inundaban, a la caída de la tarde, las calles y plazas del mundo enclaustrado. Sin embargo, al amanecer del cuarto día comenzó a percibirse, aquí y allá, cierto espeso y hasta pegajoso olor de vaga filiación liliácea que, además de arrasar algunos rincones y extender sobre amplias áreas del terreno una densa capa de podredumbre, puso de relieve el advenimiento de una nueva sustancia. Mensajes confusos llegados de los límites parecían insinuar que, frente a las puertas de la clausura, a modo de bestezuelas irreales fuertemente anilladas, se había concentrado una gran tropa compuesta por «los que nunca faltan —eso decía la nota— a ninguna cita en todas las ocasiones en que la perplejidad es el nexo que une al común de los seres». Alertado en sueños por esos presagios, nada más amanecer Nemo se asomó a la ventana y, en efecto, pudo comprobar que allí estaban, inconfundibles, autosatisfechos, repolludos, los rostros y los gestos de los que siempre están en el ajo.
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lunes, 16 de marzo de 2020

In somnia (en danza)

Esta noche he soñado con el Ganges:
el río entraba en mí con transparencia
gastada por la sombra y la inminencia
de una muerte segura. En los losanges

del sueño se escondía una serpiente
verdosa como el agua y a la orilla
del río se asomaba una abubilla
sin cómo ni porqué... (Es evidente
que el juego de los sueños sólo tiene
la lógica impasible de lo abstracto
cuando han de concretarse por extenso.
Si se sueña con ríos, no conviene
haber bebido mucho antes del acto
de irse a dormir. Y no quemar incienso).

El mendigo

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Mendigo en la calle. Foto cuyo autor desconozco.
Tomada del repertorio de «fotos gratis», de Pxhere
—Buenos días, amigo. ¿No sé si debes estar aquí hoy?
—Aquí, ¿dónde?
—En la calle, pidiendo. Estamos en cuarentena.
—Ya, ya lo sé.
—¿Entonces?
—Las normas permiten salir a la calle a hacer la compra.
—¿¿...??
—Este es mi modo de hacer la compra.
—No sé si eso convencerá a la policía.
—Ya han pasado un par de veces y no me han dicho nada.
—Pues, nada. No voy a ser yo más exigente que la autoridad.
—Además, sabe lo que le digo...
—¿Qué?
—Prefiero morirme del bichillo ese que de hambre en casa.
—Visto así... No te falta razón. Toma, para algo te servirá. Y buenos días.

—Ya lo creo. Gracias.
—¡Suerte! Nos va a hacer falta a todos.
—¡Con Dios!

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domingo, 15 de marzo de 2020

El principito... ¿de qué?

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Antoine de Saint-Exupéry: Le Petit Prince, 1943.
Ilustración de la cubierta pasada a negro.
En el sueño, curiosamente en blanco y negro, aparecía el libro y leía: «Había una vez un principito que vivía en un planeta apenas más grande que él y que tenía la necesidad de un amigo...» Iba a pasar la página cuando me embargó un extraño malestar al cerrar el pequeño volumen y detenerme en la ilustración de la cubierta. Ahora, ya despierto —o eso creo: todo está bajo sospecha—, algo que me recuerda mucho a esa imagen turbadora se me aparece a cada poco en la pantalla del televisor. Confío en que no sea el principito de ningún mal sueño.
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sábado, 14 de marzo de 2020

Leviatán

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Muelle de madera en blanco y negro. Foto de autor no localizado.
Lo vimos dando tumbos por la pasarela pentagonal, al lado del mar verdoso, con un estropicio considerable. Apestaba a güisqui a metro y medio, incluso a dos, y no muy lejos de él se veía en la arena una botella vacía. Nos dijo que se llamaba Ismail, Smile, Smoke, o algo parecido, y debo confesar que me dieron ganas de propinarle un par de colisiones. Pero me reprimí y me limité a ponerlo en los tentáculos del suboficial, tras recordarle la prohibición de andar por allí a aquellas horas y menos en aquel lamentable estado. Tratamos de acercarlo, no sin precauciones, hasta donde nos dijo que estaba su casa. Pero la dirección correspondía a una de las colonias exteriores ya resecadas y al final lo hemos tenido que recluir en el leviatán de la nave nodriza. Pese a su visible deterioro, es un buen ejemplar. Probablemente nos servirá para el experimento.
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viernes, 13 de marzo de 2020

La perorata de Ignatius

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Lee Jeffries: Retrato de la serie Lost Angels.
«Españoles: estamos ante una hora en la que, una vez más, el destino pone a prueba no sólo la firmeza de nuestro carácter, forjado en las más duras bregas y en las minas medulares de áureos manejos, sino también, y de forma muy especial, la templanza de ánimo que sustenta y mantiene enhiesto el macizo de la raza, de modo que, ¡mecagüendiés!, cómo a alguien se le ocurra volver a esputar en la calle sin ton ni son, hacer de sus menores en cualquier córner o mismamente esquina, o aunque sólo sea tirarse de facto la pinche colilla a la puta calle, que el otro día sin ir más lejos me quemaron un huevo, me parece que me voy a marchar de este país de mierda y a tós vosotros os van a ir dando mucho por el bul...». Iba, como de costumbre, hablando solo, por Ramos Carrión, y después se metió Clara del Rey arriba, y ya no pude escuchar el remate de su perorata, que nunca es la misma pero siempre se da un aire. Me pareció que estaba algo más gordo.
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jueves, 12 de marzo de 2020

Sincronías razonables

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Ron Perlman y Diego "el Cholo" Simeone
(Sincronías). No puede ser sólo puritita casualidad que, a la misma hora en que el Atleti de Simeone se merendaba al Liverpool, su razonablemente parecido en lo físico, el actor Ron Perlman, vuelva a las pantallas de La 2 interpretando al inolvidable Salvatore, en esa joyita incombustible (aunque acabe en llamas) que es El nombre de la rosa. Una vez más, la música del azar. 


(Dedicado a Chuba Duruba y todos los atléticos fraternales).

Papel

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Descals Munt: Kiosco, s.f., s.l.
En el kiosco de prensa, esta mañana, a eso de las 11:40...
—Buenas, Miguel. Vaya, veo que hoy casi te has quedado sin género.
—Si, pero te he guardado «El País».
—Buena señal.
—¿El qué?
—Hombre, que hayas vendido muchos más periódicos es síntoma de que la gente se ha tomado en serio lo de la peste y se informa en fuentes fiables...
—Pues no estaría yo tan seguro.
—¿Y eso?
—Según me ha dicho más de uno, parece que en los supermercados se terminó el papel higiénico...
—¡Glub!

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(Literal, sobre poco más o menos)

miércoles, 11 de marzo de 2020

La fiesta de la edición

De izquierda a derecha: Javier Solana (ministro de Cultura), el Rey Juan Carlos I, Rafael Alberti, Jaime Salinas, Dámaso Alonso y Luis Rosales, la Reina Sofía, Pedro Lain Entralgo y Manuel Gala (rector de la Universidad de Alcalá), en la entrega del Premio Cervantes a Alberti en 1984.
De izquierda a derecha: Javier Solana (ministro de Cultura), el Rey Juan Carlos I,
Rafael Alberti, Jaime Salinas, Dámaso Alonso y Luis Rosales, la Reina Sofía,
Pedro Lain Entralgo y Manuel Gala (rector de la Universidad de Alcalá),
en la entrega del Premio Cervantes a Alberti en 1984. 
(En voz alta). Valiente, sorprendente y pertinente (sin sordina) me parece esta columna de Vicente Molina Foix. Resultará especialmente interesante a quienes estén leyendo (es mi caso) Cuando editar era una fiesta, el segundo “libro de memorias” de Jaime Salinas, urdido por Enric Bou a partir de la correspondencia del editor con su amigo y amante, procedimiento que ha dado lugar a algunas polémicas. Aunque sin el conocimiento de causa que Molina tiene —de hecho comparece varias veces en la obra, y no siempre, me parece, con su mejor perfil—, comparto su opinión final: un libro oportuno y una fiesta para todo lector que, en mayor o menor grado, se sienta concernido por la historia editorial y cultural española del último medio siglo, y de forma muy especial en las tres décadas finales del anterior. Por lo demás, el artículo se inicia con una muy tajante afirmación —o profesión de fe—que, más que exagerada, me ha resultado llamativa. Que santa Emily no me lo tenga en Dickinson.

La metamorfosis

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© Edgar Feliz: Margarita en blanco y negro
Al despertar aquella mañana, Gregorio Samsa abrió el balcón y se dio cuenta de que el sol volvía a tener la forma de una margarita.
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martes, 10 de marzo de 2020

La peste

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Antonio Saura: Brigitte Bardot, 1959. Museo de Arte Abstracto Español.
Fundación Juan March, Cuenca. Foto AJR, 2020.
Había sido tal vez el mamífero más hermoso y sensual que pisó en mucho tiempo la Tierra y, sin embargo, bastaron unos pocos minutos bajo el ojo disparado de un artista, aumentado y percutido por una muy peculiar imaginación, para que aquella criatura doBlemente Bellísima dejara traslucir su hosca, confusa, terrible y bestial naturaleza. Tras experiencias así, es muy difícil asombrarse ante nada.
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lunes, 9 de marzo de 2020

Jaque mate

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Bengt Ekerotz, como La Muerte, y Max von Sydow, en el papel del caballero cruxado Antonius Block,
en una escena muy conocida de El séptimo sello (1957), de Ingmar Bergman

Jaque mate. Negras ganan. No cabía esperar otro desenlace. 
Pero tampoco podemos dejar de jugar.

Regreso a Maiversnon


Arrímate a la rima, mamoncillo,

que la rima calienta como hoguera
ancestral de la tribu. Y no cualquiera
sabe hacer fuego así. Un estribillo

es un buen combustible. Y, en el brillo
de un espejo bien puesto, la frontera
entre viejos países queda fuera
del marco. Dale luego al molinillo

que muele las palabras con soltura
y con tino las mezcla y con cautela
por no perder de vista su gobierno.

Igual que ese gazapo que a la hura
donde nació y mamó su cantinela
siempre vuelve, así tú a este infierno.

(Ya te dije que el fuego de esta lumbre
es mucho más que una mera costumbre).

sispilacopA 3002

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Estaba en la puerta de Tannhäuser, cuando abrió el séptimo sello y en su terminal flotante y ante sus ojos secundarios se fue iluminando la imagen y bajo ella pudo descifrar, no sin dificultad, una leyenda que le costó trabajo comprender: «Funcionarios chinos viajan a través de la nieve para visitar aldeas remotas e informar sobre el coronavirus (A RAN/EFE)». Los caracteres finales lo tenían desconcertado.
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domingo, 8 de marzo de 2020

Bill Viola en Telefonica


(Visiones en voz alta). Lo de Bill Viola ("el del ojo en vilo") en el Espacio Fundación Telefónica (Fuencarral, 3, Madrid) vuelve a ser otra prueba de que el arte reside —sobre todo— en nuestra mente. Hay tanto que contar que lo mejor será dejarlo todo en una invitación en clave: vayan, infórmense como mejor puedan, asimilen cuantas historias les salgan al paso, respiren hondo y cuenten sus impulsos, y después, sala a sala, sorteando cabezas y brillos de pantallas, entre los dolientes, los cuatro elementos sincrónicos, los prodigios y espejismos del desierto con los cuerpos encontrados, el entrefilo de las dos mitades cortadas del ojo invisible de la luna —muy difícil de ver: si lo logran, lo entenderán todo—, las tres edades y su huida inexorable, la sed infinita en el estrecho margen que va del nacimiento al vuelo, o la mirada final del narcisista en los añicos del espejo..., tras esos 60, 70, incluso hasta 90 minutos, salgan de nuevo a la calle Fuencarral, recórranla a buen paso, viren hacia Hortaleza y acérquense a la iglesia-refugio de San Antón. Entren. Concéntrese. Observen. Reflexionen. Vivan. El arte marca urgencias tan relacionadas entre sí que, de continuo, nos muestra cuál es la cadena verdadera de la vida, tal vez el único indicio razonado e irracional que vuelve soportable este inmenso, bellísimo y brutal valle de lágrimas. Y déjense inundar por la finísima lluvia de invisibles neutrinos. Al fin y al cabo, no podemos hacer otra cosa. Y no en vano la exposición se titula «Espejos de lo invisible».

La carne fría

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AJR: «Disparo automático sin víctimas mortales». Cuenca, Spain.
A estas alturas la única pregunta pertinente tal vez sea esta: «¿Está usted seguro de no ser un zombi?»
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sábado, 7 de marzo de 2020

Los muertos

Antonio García Peris: «Retrato de la familia Sorolla en la Navidad de 1907». Museo Sorolla, Madrid.
Parecía que no iba a funcionar, pero lo hizo: el quinto movimiento de la cucharilla produjo una onda esencial en la superficie fluida del café y poco a poco fueron perfilándose con nitidez todos los miembros de la familia, muertos hace ya muchos o algunos años pero salvados de la extinción por mor de un truco de barraca de feria —la Red también es eso— y que ahora los pone, con viveza extraordinaria, ante nuestros ojos. Aunque, si nos fijamos bien, en puridad somos nosotros, uno a uno, los que todavía luchamos —y denodadamente— por estar al alcance de los suyos, esos sus ojos tan ajenos a esta barahúnda interminable, tan libres de todos los agobios vírales, tan eternos y ternes frente al seguro acabamiento que aún —¡aún!— nos aguarda. La verdad es que no hay modo alguno de comprobar de forma irrefutable de qué lado están los muertos. Todo son visiones, estados de la mente, pura inercia orbital.
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viernes, 6 de marzo de 2020

Carne de tertulia

Retrato de Benito Pérez-Galdós, en torno a 1890.
Galdós pensativo
(Lecturas en voz alta). Como ya casi no hay tertulias dignas de tal nombre e incluso empieza a ser complicado mantener una conversación más o menos pausada, viva voce y sin gritar, con casi nadie, he leído con gran gozo este artículo de José Lázaro —aún recuerdo con agradecimiento su biografía de Luis Martín Santos— en el que, bajo la excusa de Galdós y la polémica suscitada en torno a su valoración, reúne unas cuantas impresiones, anécdotas y chascarrillos tan bien hiladas aquellas y contados de forma tan amena estos, que en más de un párrafo me he quedado con ganas de indagar, sugerir, matizar... Ah, la vieja costumbre de la charla entre amigos. Qué difícil va resultando ya y cuánto bien nos hacía. Disfruten.


Criterios informativos

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(Al hilo de los días). Coronavirus Today. Y no se pierdan este artículo de Nacho Escolar en el diario.es: 15 claves imprescindibles.

Divinas paradas

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 La conocida foto en que Ramón Massat logró retratar la prodigiosa estirada del cura guardameta 
fue tomada en Madrid, en 1959, en un partido entre “curillas”. Dicen las crónicas que, 
pese al instante milagrosamente recogido en la imagen, el disparo fue gol.
«Lo que vuelve imbatible al fútbol frente a los demás deportes —nos dijo el padre Conrado después del partido— es que... ¡como Iríbar no hay ninguno!». Y se reía a carcajadas. Aunque daba unos tirones de patillas algo salvajes y a veces unos capones terribles con la parte posterior del silbato, a partir de aquel día empezó a caerme bien y hasta acabamos siendo medio amigos. De él aprendimos algunas canciones en euskera que aún recuerdo (Maritxu, nora zoaz eder galant ori?...) y los gritos de rigor en San Mamés. Y es que, por aquellos remotos años, ser del Athletic («Del Bilbao», que se decía entonces) unía mucho.
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jueves, 5 de marzo de 2020

La Odisea (o sea)

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Cristina Garcia Rodero: vecinos del pueblo de Barcianos de Aliste (Zamora) contemplan
las fiestas de la Mascaradas de invierno, 1990.
Esperando a su Ulises, la señá Penélopa se las apaña para mantener a raya y como al tresbolillo a todos los moscones de Ítaca («que una tiene su pisquis», dice), aunque la impaciencia hace lo suyo y no puede reprimir una queja:
—¡Lo que tarda el jodío!
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La cara del que sabe...



(Audiciones en voz alta). Mucho me he acordado de esta canción de Amancio Prada, con inconfundible letra brotada del sabio y popular decir de Agustín García Calvo, ritmo contundente y verdades como puños. Se la oímos cantar en el recital aquel del Círculo de Bellas Artes en el que también estaba Carmiña Martín Gaite y desde entonces su trasfondo me ha salido al paso tantas veces en tantas caras —sin excluir, ojo, las de los espejos— que es ya una prueba irrefutable de la honda sabiduría que habita en la perspicacia verbal de los poetas verdaderos. Ciertos hábitos descritos en la canción puede que hayan variado en sus escenarios y habría sin duda que añadir otros usos, costumbres, redes... Lo que sigue ahí, impertérrita, reiterada, mascarienta, es “la cara del que sabe”.
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miércoles, 4 de marzo de 2020

La Rugienta

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Henri Cartier-Bresson: Kamondo Stairs, Estambul (Turquía), 1964.
La oía hablar con tanto desprecio y tanta oscuridad del deseo de los otros —«todas esas miradas viscosas», decía— y había en sus palabras un tan mal disimulado resentimiento, que comprendió que tal vez nunca hubiera sentido nada semejante. Ni probablemente lo iba a sentir ya nunca. Era el suyo un rugido sordo, ofensivo, inútil. Una verdadera deserción. «Au revoir, tristesse», estuvo a punto de decirle al despedirse. Pero no pudo.
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martes, 3 de marzo de 2020

Cita dudosa

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AJR, 2020.
(Al hilo de los días). Paseando por los alrededores de Manuel Becerra, de regreso de la sorprendente exposición que la FNMyT le dedica a Broto (dará que hablar, espero), me topo con esta publicidad vinícola que le atribuye a Lorca esa frase: «Me gustaría ser todo de vino y beberme yo mismo». No sé con qué fundamento. Si fuera cierta, está claro que hasta las mentes más sutiles sufren sus momentos de dura ofuscación. Quien esté libre..., etc.