Francisco de Goya: La nevada o El invierno, 1786. Museo del Prado, Madrid. |
Una vez cuando era joven, mucho más joven, escribió en un verso, que entonces le pareció aunque hiperbólico también consistente, «las inclemencias de la carne». Pasado el tiempo, aunque a regañadientes pero no sin cierta satisfacción utilitaria, considera que tal vez hubo una vez en sus neuronas un aliento precoz de lucidez. Y se duerme acunado por el oleaje de la palabra “inclemencias”. Si será capullo...
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