lunes, 13 de mayo de 2019

Una día en la vida eterna

La imagen puede contener: nubes, cielo, árbol, planta, exterior y naturaleza
 El cielo sobre Madrid. ©️AJR, 2019.
Un rincón, una luz, el misterioso
ruido que hace el tiempo cuando pasa,
los libros, las imágenes, la casa
anclada en el planeta, el prodigioso

viaje de la mente que imagina
la realidad: la fuga en el espacio,
la lluvia de neutrinos, el batracio
pensar sin pensamiento que confina
tanta sustancia humana. Esta aventura
—pues eso es lo que es— llamada historia,
sin excluir lo que el sueño fabula
del otro lado, ni la travesura
de un robot que ha perdido la memoria
con su animula, vagula, blandula*...



*Las tres palabras finales del soneto, como es sabido, son el primer verso de un poema que al parecer escribió el emperador Adriano en su lecho de muerte. Se hizo muy célebre al incluirlo Marguerite Yourcenar como cita inicial en su Memorias de Adriano. Pueden traducirse como «pequeña alma, blanda, errante», aunque, sensu stricto, su ritmo y secuencia no tienen alternativa.

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