No está en mi mano, aunque mi mano sea
la que traduce lo que mi alma busca:
es el dibujo de la luz, el ritmo
de la respiración, la sed que el sueño,
la que traduce lo que mi alma busca:
es el dibujo de la luz, el ritmo
de la respiración, la sed que el sueño,
con su puerta cerrada, no consigue
que se aplaque: el viento que no cesa
ni se rompe en los viejos farallones
de la imaginación. Sólo el desierto,
que se aplaque: el viento que no cesa
ni se rompe en los viejos farallones
de la imaginación. Sólo el desierto,
su extensión más real que su materia,
su palabra que cubre lo impensable,
puede seguir el rastro de esta fuga.
su palabra que cubre lo impensable,
puede seguir el rastro de esta fuga.
El ser-para-la-muerte está tan vivo
y tiene tanta sal en sus heridas
que ha de brillar hasta el fin de los tiempos.
y tiene tanta sal en sus heridas
que ha de brillar hasta el fin de los tiempos.
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