Julia Spínola, fotografiada por Claudio Álvarez, en Lavapiés. Tomada de «El país». |
(Lecturas/Visiones en voz alta,🌚🌗🌞52). «Algo tendrá el agua cuando la bendicen». Es el tópico que se me viene a la cabeza, y diría que por sí solo, cuando el azar me pone por vía doble ante la noticia de la exposición que Julia Spínola (Madrid, 1979) inaugura el próximo día 8 (febrero 2018) en el Centro de Arte Dos de Mayo, de Móstoles. En realidad, lo primero que me ha llamado la atención es una palabra, «Lubricán», título de la muestra, y que es voz de mixtura zoológica, entre perro y can, empleada en un lenguaje inusitado para definir con exactitud la hora del crepúsculo (otra palabra que suele servirse en bandeja de plata), ese viaje de la última luz hacia las primeras sombras de la noche. Una hora o un ínterin del que en gallego, en las cercanías semánticas y temporales del «pordosol», se dice que es o está «entre lusco y fusco», y que no hay que ser muy sensible para verle el peso diario que tiene en nuestro mundo sublunar, sobre nuestra experiencia de seres crepusculares, y, si no nos pilla ausentes, también sobre nuestra conciencia de buscadores de sentidos en todas las direcciones posibles, sin menospreciar oportunidad alguna de renacimiento.
Sirva el rodeo para llamar la atención —al que suscribe el primero— sobre la importancia de una artista de la que ya he venido recibiendo sucesivas, buenas y elocuentes noticias —en gran medida alertado por el hecho de que es hija de alguien cercano: los paisanos y amigos Felipe y Loles—, sin que hasta ahora le haya prestado la atención que sin duda merece.
La forma (el preciso y hermoso texto) con que se presenta la primera exposición individual en una importante institución española de Julia Spínola es por sí sola un poderoso reclamo para comprobar in situ cómo y de qué manera entiende una de las representantes más elogiadas del joven arte conceptual español procesos tales como el de la significativa importancia de la ambigüedad y el puro acontecer: por ejemplo, ese «espacio en el que las cosas deciden por sí solas», del que la artista habla en el artículo que Bea Espejo le dedica en Babelia (03.02.18). O cómo se expresa, en la práctica, la sucinta pero tan reveladora presentación que enlazo arriba. Tomen, como yo hago, nota. Vayan a ver, si les place. Y a ver qué pasa.
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