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La sala “El Molino Rojo”, en la calle Tribulete del barrio de Lavapiés, de Madrid, hacia los años sesenta.La foto, capturada del blog Sweet & Dandy, tiene algo de fotograma de un sueño que amenaza con convertirse en pesadilla. |
Así, de pronto, m’acuerdo del Reporter Tribulete, que debería ser “repórter”, pero solía aparecer, creo, sin tildar: y si lo verbalizo me suena como agudo… Sí, ya veo, oh lectora o lector coetáneos, cómo se ilumina en vuestras neuronas saturadas la figura más bien chaparrita, de infinito flequillo, nasoafilado, del periodista de tebeo, zascandil y bien dispuesto a fisgonear por aquí y acullá, tal como recordaba su ripio de presentación: “El reporter Tribulete, que en toda partes se mete”. Aunque ese hilo y el yoyó que se estira al final de la rima lo que trae prendido es otra musiquilla inolvidable (póngase el acento chulapón):
«—Felipe, ¿donde te metes?
—En la ca’ del Tribulete.
—¿Ejque te vas con la panda?
—¡Amos anda! ¡Ojo:
me voy al Molino Rojo».
Y yo a otro asuntos. ¡Ya te digo!