(En voz alta). En este artículo que Luz Sánchez-Mellado dedica a Rocío Jurado no me cuesta nada ver reflejada mi propia experiencia respecto a Lola Flores, auténtica “bestia negra” de cierto progresismo tardofranquista, e icono de fervorosos cultos posmodernos cuando, Ullán y otros mediante, ciertas valoraciones sobre las esencias patrias y sus manifestaciones comenzaron a tener otros sentidos. Y es que el arte, sea cual sea, no conoce más límites para su reconocimiento y disfrute que las barreras de las pequeñas mentes prejuiciosas. A Rocío Jurado, con todo, se la está moviendo tanto y tan escandalosamente en su tumba de madre, abuela, hermana, suegra, etc. que a uno le entran muchas dudas sobre el terreno que se pisa en según qué manifestaciones del folclore y aledaños. Para verlo más despacio. Si eso.
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