La oí cantar sin querer esta mañana
con tanta displicencia o desencono
que la creí pardilla, pero era
subigüela, ya ves: la tierna alondra
que canta siempre en todas las viñetas
donde amanece a vista del amor.
Las palabras que desconocemos
no nos permiten ver lo que no vemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario