(Al hilo de los días). Por estas fechas, la editorial Linteo, con sede en la ciudad de Orense, cumple 20 años. Recuerdo bien la agradable sorpresa de su nacimiento, con un inolvidable libro-homenaje a Eduardo Blanco Amor (O fillo da florista, hoy ya una joya bibliográfica) y las grandes expectativas con que su fundador y director Manuel Ramos Méndez (amigo, además de muy querido primo-hermano) se lanzaba a navegar por el dificultoso mar de la edición, con las ideas muy claras y el entusiasmo intacto. Pasadas esas dos décadas, el balance es muy satisfactorio. Este reportaje de El Faro de Vigo lo cuenta con detalle, de modo que no repetiré información.
Aunque sí me parece de justicia llamar la atención sobre la que, a mi juicio, ha sido la principal contribución de Linteo en estos años: su muy valiosa colección de poesía, un repertorio insustituible en el que se dan cita, además de las ediciones de inéditos y obras fundamentales de JRJ, algunas traducciones ya canónicas —o en camino de serlo— de poetas como Anne Sexton, Robert Frost, Salvatore Quasimodo, Stefan George, Edward Thomas o Wilfred Owen, entre otros. A lo que hay que añadir títulos muy destacados de autores como Valéry, Heine, Yeats, Hölderlin, Adonis, Miguel Torga o Herta Müller. O el tan difícil como imprescindible Saint-John Perse, cuyo Vuelos, en cuidada traducción de Enrique Moreno Castillo, acaba de aterrizar en la serie. Sin olvidar la recuperación de libros fundamentales de la poesía gallega, como Barco sin luces, de Luis Pimentel, o la obra completa de Luz Pozo Garza. Y el teatro de Millán Picouto.
El buen olfato y los conocimientos literarios de Manuel Ramos —catedrático de literatura él mismo— y la atinada dirección del poeta Antonio Colinas se han traducido en más de medio centenar de títulos que, en su conjunto, suponen uno de los más valiosos empeños de alta divulgación poética acometidos entre nosotros en años recientes. Y que, además, ha sido llevado a cabo con una exigencia editorial y un cuidado dignos de todo elogio. Que no decaiga.
Posdata.
Leyendo el muy ameno y documentado El infinito en un junco, de Irene Vallejo, encuentro esta cita de la gran Sophia de Mello Breyner, que viene muy al pelo (al hilo de lino o linteum) de Linteo: «Pertenezco a la estirpe de aquellos que recorren el laberinto sin perder nunca el hilo de lino de las palabras». Dicho queda.
Leyendo el muy ameno y documentado El infinito en un junco, de Irene Vallejo, encuentro esta cita de la gran Sophia de Mello Breyner, que viene muy al pelo (al hilo de lino o linteum) de Linteo: «Pertenezco a la estirpe de aquellos que recorren el laberinto sin perder nunca el hilo de lino de las palabras». Dicho queda.
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