(Visiones en voz alta). Tenía que ocurrir. Lo extraño es que haya tardado tanto. Ha vuelto ET. El secreto: nunca se fue. Treinta y siete años no es (casi) nada. Ni menos. Y una vez asimilada la “ocurrencia” (literalmente, lo que ocurre), se impone la crítica. Qué tristeza da ver este remedo fatigoso de la historia sin ningún valor añadido: es la mera reiteración de la nostalgia. Sí, están las gafas de realidad virtual y algo de atrezo puesto al día, pero sorprende que todo lo que se les haya ocurrido a los creativos de esta pieza sea calcar la peli y darle a la manivela. No sé si se me escapa algo y entiendo que al fin y al cabo es sólo un tópico más para los días más tópicos, pero ¿tanto hubiera costado añadir una pizca de humor nuevo, tal vez irónico, algo de inteligencia sintiente? Sorprende, por ejemplo, comprobar que los anunciantes, una empresa de telecomunicaciones, no se den ni siquiera cuenta de que el pequeño extraterrestre fue en realidad un profeta. Nadie como ET definió de forma más clara el presente en que, más o menos, todos vamos viviendo en este mundo wífico: «¡Teléfono, mi casa!». Habrá que espera a los 50, a ver si la cosa mejora... o ya da igual todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario