jueves, 14 de noviembre de 2019

Joan Margarit, premio Cervantes

La imagen puede contener: una persona, primer plano y exterior
(Al filo de los días). Me pilla la concesión del Premio Cervantes a Joan Margarit Consarnau leyéndolo no sólo a él, su propia obra, sino a él como traductor, ese oficio de agente doble que, en el caso de los buenos poetas, es un muy privilegiado mirador para calibrar el alcance de ciertas cualidades. Y, además, no cualquier traducción: la del libro Stag’s Leap (El salto del ciervo), de la estadounidense Sharon Olds (San Francisco, California, 1942), poemario que fue galardonado con el premio Pulitzer de 2013. Y que por muchos y complementarios motivos bien puede ser considerada una obra poética especial. Apareció en Igitur, en 2018, en traducción que, junto al poeta, firma también Eduard Lezcano Margarit. Estoy en medio de su fragor cotidiano y valiente, avanzando por su calendario vital de intensidad, lucidez y dolor, asombrado y tratando de seguir la recta vía. Y su lectura, la cercanía a una verdad tan honda como la que emerge de este libro, es un motivo de gran agradecimiento al “misericordioso” poeta ahora premiado.

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