(Hablarle a Borges, 43). Dicen que Borges dijo o escribió: «Cierro los ojos y veo una bandada de pájaros. La visión dura un segundo o acaso menos; no sé cuántos pájaros vi. ¿Era definido o indefinido su número? El problema involucra el de la existencia de Dios. Si Dios existe, el número es definido, porque Dios sabe cuántos pájaros vi».
Y, sin poderlo evitar, exclamo: «¡Menudo pájaro (si se me permite) el vate bonaerense, redivivo Tiresias! ¡Está en todo! ¡Y todo el rato!».
(Hablarle a Borges, 44). Es sabido que Borges, en lo de Funes y refiriéndose a él, escribió: «Le era difícil dormir. Dormir es distraerse del mundo».
Y, dirigiéndome en parte al autor en parte a su personaje, se me ocurre apostillar: «Dormir no tiene mérito, es de balde. Lo heroico es vencer al sueño en su propio campo». Y sigo leyendo.
(Hablarle a Borges, 45). Dicen que Borges escribió: «Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías».
A lo que de inmediato le comento: «Y en esto veo, maestro, que sos de la opinión misma de vuestro compatriota y casi estricto coetáneo el gran Juan Filloy, el mago de las seis letras. Y no sé si sabés cómo y hasta qué punto tal cercanía me place..., aunque sospecho —y algo más— que la relación y el trato no fueron fluidos, ni cordiales, ni siquiera... existentes».
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