lunes, 1 de enero de 2024

CRIATURITAS

¿Abandonaría por fin toda esperanza? Al salir al camino ancho, en su vagabundeo, le había asaltado esa pregunta o duda o escozor. Pero no podía hacerle caso. Las criaturas de su imaginación bullían y pugnaban por manifestarse. «Pero eso nos pasa a todos. No es justo crear preeminencias», oía también, quizás no solo en su interior. Sin embargo, sabía bien que ese “todos” era no solo engañoso sino artero, una especie de tifus dispuesto a extenderse sin pausa ni límite y ponerlo todo perdido de acidalias. «¡Vale ya!», rezongó Censor Primus Inter Nones, más conocido como CrisPín. «Todos estos esfuerzos que te marcas por hacerte el interesante, sabes bien que no son más que excusas para no enfrentarte cara a cara con Nostra, ese hombre». Golpe bajo. ¿Pero cómo podría saber este advenedizo CrisPín de la existencia de Nostra si no fuera porque, en lo hondo, tenía razón? ¿Serviría de algo convocar una vez más a Sherezade y pedirle que pusiera algo de orden? ¿Incluida la desgracia? No era para tanto. Nada lo es. Aunque era en momentos como estos cuando echaba de menos presencias tutelares poderosas como las de Perec, Ducasse, Paz, Borges, Mosterín, Abel Martín… y, sobre todo, la Biblia en verso, aquel encantado artilugio que tuvo de niño y del que había ido sacando todos y cada una (lugar común) de las experiencias cuidadosamente puestas a salvo del tedio, la molicie, la mugre y hasta de la mirada sabuesa y aviesa de los otros, «esos que nos disparan cuando volamos bajo», que había dicho y por escrito en los días aquellos de la primera Eburia cuando Eburia aún no existía. Veía a la mujer mayor y a la fiel Cleo dormitando a su lado y comprendía que había algo inasible en la naturaleza inmediata de su realidad y que por más esfuerzos que hiciera y más contorsiones que ensayara nunca estaría a su alcance. Pero de algún modo, y a ser posible de alguna forma aún placentera, tenía que intentarlo. De alguna forma y con el acicate imaginado de otras 150 noches. Dios mediante. ¿Valdría como engarce “una vieja secuencia de cine silente. Ónix.” Puede ser.
(LUN 153 ~ «Manuscriptos»)

viernes, 1 de diciembre de 2023

Retorno a Blanco-Amor

 (Al filo de los días). Cuarenta y cuatro años después de su muerte, que se cumplen en la noche de este 1 de diciembre de 2023, el escritor gallego Eduardo Blanco-Amor (1897-1979) sigue siendo, si no un desconocido por la mayoría, sí un escritor no valorado como sin duda merece. Autor de la imprescindible A Esmorga, el autor orensano es uno de los mejores novelistas de su generación, poeta inspirado y valiente y hombre de una sensibilidad que, en cierto modo, bien se podría considerar adelantada a su tiempo. Esa carencia, por fortuna, se está corrigiendo en los últimos años, tras las recuperaciones de La catedral y el niño (Libros del Asteroide, 2018) y la edición crítica de Los miedos (Cátedra, 2023), novela de aprendizaje recién rescatada, y publicada con un muy interesante trabajo introductorio del profesor Emilio Peral. Son dos obras que, junto con el periplo sórdido de los protagonistas de A Esmorga por las entrañas de una ciudad levítica y ensimismada, ponen en pie el universo literario de Auria, trasunto del Ourense natal del escritor y territorio mítico que se une por derecho propio a la larga lista de los escenarios prodigiosos e inolvidables creados por la literatura. Como es sabido, Blanco-Amor fue amigo íntimo de Lorca, con el que también compartía preferencias sexuales. Fue precisamente su nunca ocultada homosexualidad y su presencia más o menos explícita en su obras lo que le ocasionó no pocos problemas con la censura y cierto retraimiento social. El legado espléndido de su literatura se completa con una aún más desconocida pero importante faceta también artística: su obra fotográfica. Como, entre otros, contó su amigo Basilio Losada, la fotografía fue una de sus pasiones y realmente tenía talento y ojo artístico: “Sabía elegir el tema, encuadrarlo, potenciarlo con un juego de luz y sombra”. Una selección de sus fotografías se publicó en 2004, en el volumen A ollada do desexo. Obra fotográfica 1933-1973, editado por Galaxia. En este sentido es también muy recomendable y emotivo el libro O fillo da florista. 34 retratos de Eduardo Blanco Amor, una hermosa publicación con la que la editorial Linteo, dirigida por mi querido Manuel Ramos, inició su andadura en 1998. Es un volumen excelente, lleno de testimonios de primera mano y que merecería rescatarse para tal vez encabezar la edición definitiva de las obras de un autor del que puede decirse con justicia que constituye por sí solo una literatura. Seguiremos leyendo a Blanco-Amor. Ojalá siga siendo cada vez mejor y más completamente editado.

Puede ser una imagen de una persona y texto
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miércoles, 1 de noviembre de 2023

«SANTOS Y DIFUNTOS, ¿UNA REDUNDANCiA?»

Anciano bajo la lluvia.

 «SANTOS Y DIFUNTOS, ¿UNA REDUNDANCiA?»,

SE PREGUNTA NOSTRA

BAJO LA INMINENTE AMENAZA DE UN CASI HURACÁN

QUE CASI SE LLAMA CIORÁN

«La tradicional expresión que nos acompaña desde que tenemos uso de razón, si bien se mira, ¿no es un buen resumen de la folie de la doliente humanidad, síntoma crucial de nuestra escasa imaginación tamborilera, símbolo incluso del inconveniente de haber nacido? No nos pongamos trágicos si nos queremos cómicos. Sabemos, desde muy temprano, que nuestro destino ineludible es formar parte del gremio de los que ya han transitado y, antes de rendirnos a lo ineludible, procuramos y batallamos y hasta derrapamos para que nuestras acciones nos granjeen algún tipo de satisfacción, placeres intensos, tal vez honduras, sin duda reconocimiento, sentido. ¿Y no es precisamente por eso, porque necesitamos espejos en los que mirarnos y hacia los que mirar, por lo que nos inventamos luego luego los Santos, curiosamente nombre también de las efigies que aparecían en las cajas de cerillas o cerillos, en algunas zonas también mixtos, de nuestra infancia? Al final, qué queréis que os diga, queridos entes en fuga, mis exequiables futuros: sabéis tan bien como yo y como el otro y el otro y el del más allá que todo lo que aparece perecerá bajo el fuego… y tal y tal, de modo que no sé yo si paga la pena». Así acabo de oírle pontificar a Nostra, acá mismo, debajo de mi balcón. Como están de obras en la calle —bueno en realidad en todo el barrio y casi en medio Madrid—, han cambiado de sitio las marquesinas de los buses, que es donde últimamente suele soltar Nostra sus filípicas, y se ha venido al rellano de la entrada del garaje, así que oigo su voz desde aqui con tanta claridad como si me estuviera murmurando confidencias al oído. Tal como se ha quedado la tarde, he de reconocer que es una gran ventaja.
(LUN, 214 ~ «Las cosas de Nostra»)

miércoles, 25 de octubre de 2023

CON LA K DE KINITO

Si Iberia entera, y especialmente por el septentrión y la extensa franja centromeridional sin olvidar el levante, ha corrido a menudo el peligro de convertirse en tierra de alcohólicos, no cabe descartar que algo tenga que ver con la costumbre mostrenca de dar quina a los niños desde bien pequeños. Y en ese quilombo no se nos escapa, caros carpetoveatónitos, que una gran responsabilidad ha de recaer en este monigote que, a veces disfrazado de tuno el muy tuno, otras de trovador que era un primor, poníase a dar serenatas bajo un balcón y cantaba y cantaba… Lo dicho: vivos de milagro. No sabemos aún por cuánto tiempo.

(LUN, 222 ~ «Te veo tebeo, serie Z/A»)



domingo, 3 de septiembre de 2023

MEMORIA DE LA ESPECIE O ESPECIE DE MEMORIA


Dicen las últimas crónicas que de las varias veces que los humanes, en la cadena evolutiva y ancestral, estuvimos a punto de palmarla de modo completo y definitivo —o sea, extinguirnos—, una de las más cruciales se produjo, y como que me quiero acordar, hace 930.000 años, más o menos; e incluso podría, si me aplico, dar cuenta de algunos nombres o gruñidos o gañidos con los que tratábamos de distinguirnos unos de otros los entonces apenas sujetos, calculo que no más de unos pocos escasos centenares, si bien esto será, a qué engañarnos, más invención que memoria, sobre todo si se tiene en cuento que el yo humanal para entonces sería de cariz hipotético-disyuntivo. Pero con todo y con eso, sí doy por sentado que, si bien ya lo había intuido otras veces y tal vez incluso fabulé ponerlo en práctica, fue ese el momento preciso y la hora justa en que me vino a nacer la consciencia de que sobre la línea del horizonte empezaban a coincidir los ejércitos de luz en retirada y las huestes de las sombras al acecho…, y aclaro que esto es solo un modo algo simple de verlo: el combate real sin duda fue y sigue siendo mucho más estruendoso; pero ahí se vino a plasmar —me acuerdo como si aún estuviera sucediendo y de modo imparable— el instante en que me fue revelado el sentido de la obra toda, tal vez de la vida, o lo que es lo mismo: el acceso pleno, rotundo, incontrovertible y de una sola vez al secreto del “dolce stil nuovo del dolce far niente”, toda una revolución. Y desde entonces.
(LUN, 273)

sábado, 2 de septiembre de 2023

DADO (ALGO TRUCADO) DEL POETA DANTE

Giotto di Bondone: Retrato de Dante Alighieri, hacia 1335.
Detalle de los frescos de la Capilla Podestà del Palacio del Bargello, Florencia.


Jamás desvela del todo su secreto.
Desvela del secreto jamás su todo.
Del secreto jamás su todo desvela.
Todo su secreto desvela del jamás.
Su jamás secreto desvela del todo.
Secreto del todo su jamás desvela.
(De Stefan Zweig sobre Dante)
(LUN, 274 ~ «Amo idioma / dados»)

viernes, 1 de septiembre de 2023

LA MERCA DEL ASNO

Ilustración: Javier Serrano.
—Buenas tardes.
—Tardes son.
—¿Qué, a la feria?
—Ya le digo.
—Ya le veo.
—Menos mal.
—A feriarse algo, supongo.
—Mismamente.
—¿Y qué es que es ello?
—Nada raro, solo querría mercar un asno.
—Buen empeño.
—Que me salga baratito.
—Yo le puedo ofrecer este.
—¿Con papeles?
—Todo en regla. Solo que…
—Alguna pega habrá, seguro.
—Muy menor, pero pega, sí.
—Desembuche.
—Pues es que, es que… ¡que solo rebuzna…!
—Hombre, no querrá que también ladre.
—… No, que solo rebuzna en un idioma.
—Ah, era eso.
—Eso era.
—Entonces, ¿no ornea?
—Nada.
—Ni barrita.
—Na de na.
—Ni chamuya.
—Ni un chumino.
—Y ni siquiera arromana.
—Menos aún.
—¿Pero no es este un asno del Noroeste?
—Sí, de la Montaña Lucense.
—Ah, pues será entonces al menos un buen burro fariñeiro.
—Al menos y al por mayor.
—No exagere.
—Está en su peso.
—Algo escuálido lo veo.
—No se fíe, es todo fibra.
—Pero fariña ya hay poca.
—¡Hombre, poca poca…!
—Ya, lo dice porque no solo de pan…
—Claro, claro.
—Pues siento así…
—No lo sienta, basta con que…
—¿Apoquine?
—Justamente.
—Solo un altro merodeo.
—¡Diga, diga!
—¿Qué nombre tiene?
—Rufino, me llamo Rufino.
—No, usted no, ¡acá el pollino!
—Ah, no sé. Es Burro a secas.
—¡Pero eso no puede ser!
—Eslo, eslo, es lo que hay.
—Yo sin nombre no lo merco.
—Puede usted llamarlo Rucio.
—Quite, quite, que eso luego engorda mucho.
—Y qué tal, no sé, ¿Platero?
—Eso suena a burro gay.
—¿Cómo dice?
— ¡Que era broma!
—¡Vaya susto!
—Con esas orejas…
—¡Bien hermosas!
—Y esa quijada…
—¡Potente!
—La verdad es que tiene cara…
—¡Afine, atine!
—… de llamarse…
—Y ser llamado….
—(ambos): ¡Buridán!
—Trato fecho, el asno es suyo.
—Tenga, los maravedises.
—¿Se lo envuelvo?
—No hace falta.
—Puede llevárselo puesto.
—Eso haré.
—¡Arriba!
—¡Vamos!
—Adiós.
—Adiós.
—No diga adiós, ¡diga arre!
—¡Arre, arre!
—¡Que trotecillo tan lindo!
—¡Qué primor!
—(ambos) ¡Ay, Buridán!
Y se van.

(LUN, 275 ~ El retorno de los Merluzos,
de nuevo en los papeles estelares
de Los figurantes de Javier Serrano, XXV)