sábado, 7 de septiembre de 2013

El Gallino

Jaume Mir, en una imagen de los años ¿70? El Correo.

A Jaume Mir lo llevamos viendo en la tele los aficionados al ciclismo desde que éramos niños. De hecho, este apasionado del deporte de la bicicleta, que ha trabajado como hombre-anuncio y relaciones públicas de diferentes equipos, tiene nada menos que 50 Vueltas, 25 Tours y 14 Giros a sus espaldas. Hubo un tiempo, a finales de los 60, en el que, con nuestra costumbre de ponerle a todo nombre en jerga propia, el grupo de amigos del internado que solíamos reunirnos ante el televisor para ver los resúmenes de las carreras comenzamos a llamarle «El Gallino». No sé bien por qué, quizás por la pelambrera y el poblado mostacho. O por cierto aire como de estar siempre en corral ajeno. El personaje se convirtió en una especie de héroe de aquellas reuniones vespertinas (entonces los resúmenes se daban por la noche, tras las noticias), hasta el punto de que el relato de la etapa del día nos parecía incompleto si no aparecía él. Pese a estar al otro lado de la pantalla, llegó a convertirse en uno más del grupo. Llevaba mucho tiempo sin verlo. Pero hoy, cuando la 13ª etapa de la Vuelta a España concluía en Castelldefels, allí surgió, inconfundible pese al paso del tiempo, saludando al vencedor como siempre, imbatible en su habilidad para conseguir el plano perfecto frente a la cámara. La exclamación con su nombre en nuestra jerga acudió espontánea a mi boca. Y con ella, una marejada de recuerdos que me tuvieron entretenido un buen rato. Curiosamente, esta es una historia que ya creo haber contado otras veces y en este mismo blog. Pero no encuentro rastro de ello. Aunque son muy numerosas las pistas que sobre Jaume Mir y sus peripecias pueden hallarse en la red. Hoy la Vuelta llega a sus etapas más prometedoras. Que, ¡vaya coincidencia!, se inician con la subida al Collado de la Gallina, en Andorra. 

viernes, 6 de septiembre de 2013

Arenas y Tal

Castillo de Arenas y Tal.

Si las declaraciones de Dolores de Cospedal ante el juez Ruz, como bien demuestran Ignacio Escolar y el común discernimiento, contienen al menos una contradicción, y gorda (la fecha en la que Bárcenas dejó el partido), leyendo las desmemoriadas respuestas de Javier Arenas se tiene la impresión de que en cualquier instante el interpelado se va a descolgar con aquello de «bicicleta, cuchara, manzana...». Y es que, de no existir (Dios no lo quiera) en la mente del señor Arenas un principio al menos de la enfermedad del doctor del que solemos olvidar el nombre, es difícil comprender la cantinela que suena a lo largo de una declaración que contiene frases como las que cortipego a continuación. Y ojo, en especial, a la última, la peripecia del reloj, que puede traer cola. Me parece que el señor Arenas va a tener que explicar en casa lo que tan malamente recuerda en sede judicial... ¡Ánimo, campeón!


«El año 91 creo que José María Aznar me nombró, me propuso vicesecretario general del partido. Creo que sí».

«En el despacho del secretario general cuando yo llegué había una caja fuerte. Esa caja fuerte estaba vacía, nunca se usó y me fuí con la caja vacía. Ahora, si usted me dice que había cajas fuertes en otros despachos, desconocimiento absoluto».

«No recuerdo jamás haber firmado un talón y tampoco el asunto de las donaciones».

«No sé nada de lo que me está preguntando».

«Señoría, desconocimiento absoluto».

«Señoría, le quiero dejar claro que he visto un apunte que pone un reloj (700 euros) y que yo no recuerdo el reloj en esa cena, porque recuerdo la bandeja de plata. Eso es lo que estoy diciendo. Y en este momento no recuerdo si tengo algún reloj de esa marca, pero creo que no. Lamentablemente a mí mi mujer me ha regalado algún reloj, que lo conservo en buena estima, empezando por cuando me pidieron que me casara con ella».



miércoles, 4 de septiembre de 2013

La sal (2)*


Al volver sobre sus pasos se dio cuenta del error. Pero ya era tarde. Su suerte estaba echada. A sus pies. Inmóvil.


Vendedora de Lotería, con «números raros». 
Foto: Getty Images.


*Nota post: cacharreando en las tripas del blog, descubro que ya había otra entrada titulada "La sal", de ahí que haya variado levemente el título de esta. Por cierto, se anuncia la llegada a las librerías de la nueva novela de Gonzalo Hidalgo Bayal, titulada La sed de sal. Es un gran consuelo saber que estas lides verbales siguen suscitando el interés de mentes tan despiertas.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Sin sueños


... Y hay días, como el de hoy, en los que al despertar estamos deshabitados de sueños, en medio de la mañana y de la nada, desasidos de toda realidad, cuerpos a la deriva sin apenas conciencia de sí mismos, fantasmas que no saben que lo son, larvas de una forma de vida aún no previsible, seres de gestos vacantes, un puñado de nervios y de sentidos que se aproxima al mundo como el que sucumbe bajo una invasión, templos clausurados donde al empezar a reflejarse la luz se descubren rincones inverosímiles, paisajes de los que poco a poco se va retirando la niebla, voces que nos llegan desde el otro lado del río y a las que no tardamos en poner rostro y gestos, zumbidos de insectos en la canícula de la charca, fotogramas en blanco de una película cuyas imágenes hace tiempo que concluyeron y que sin embargo siguen proyectando sobre el lienzo el marco dentado transparente de un movimiento inacabable. No es fácil encontrar, en el vacío de la hora primera, la imagen capaz de incorporar el mundo. Con el hojeo, sobre el álbum interior, para ir probando o indagando cuál podría servirnos, se pone en marcha una curiosa forma de evocación siempre gobernada por la mayor o menor riqueza del material disponible, también por la cualidad y las características de los barros, tornos, moldes y aguas, sin olvidar el peso del paisaje dominante y el vuelo de las horas, todas esas contingencias y necesidades que han ido construyendo una sensibilidad. Es indudable que de la conexión con esa materia boscosa (iba a escribir "viscosa", pero la corrección hace ganar mucho a la frase) surge la capacidad expresiva: el arsenal de imágenes se nos antoja vastísimo e incluso creemos que siempre estaremos en disposición de traer al mundo nuevas criaturas de la imaginación. Pero también somos conscientes, y cómo, de que esa capacidad está limitado por nuestras rémoras (curiosa palabra que merece la pena repescar en el diccionario). La pregunta queda en el aire: en el ser humano, ¿la capacidad de soñar es infinita? Cuando hayamos descubierto las leyes últimas del universo es probable que aún estemos empezando a destapar el brocal de las profundidades de nuestra mente. Pensar que los grandes secretos están dentro y no fuera produce vértigo. Y más aún la sospecha de que "dentro" y "fuera" sólo son dos estancias distinguibles en el campo de las teorizaciones, pero que en realidad no hay tal sino una superficie plana, devoradora, refulgente: un desierto infinito en el que lo que llamamos "realidad" es solo un espejismo, la proyección física de nuestros deseos de ser y el poderoso reflejo de nuestras ansias frente a la puerta cerrada de la muerte. Nihilismos solipsistas de este tipo y lucubraciones así de peregrinas (pero en el fondo inmóviles) son lo que pone en marcha un despertar sin sueños que llevarse a los ojos, al corazón, a la pluma. Ejercicios gimnásticos de escritura. Meros gestos acaso de supervivencia.  

(Tiempo contado. Apunte del 3 noviembre 2011, jueves, 12:05)

Imagen 
Robert Motherwell: En la cueva de Platón, I, 1972. Museo de Arte de Filadelfia.

sábado, 31 de agosto de 2013

viernes, 30 de agosto de 2013

Heaney, hacia la levedad


Mientras trabajo en un texto de este blog salta a la red la noticia de la muerte del poeta Seamus Heaney. Aún andan sobre mi mesa, subrayados y pendientes de ser puestos a buen recaudo, los hermosos pliegos de elcuaderno, en su número de abril, donde, como tantas otras veces, Jordi Doce nos acercaba la figura del Nobel irlandés por medio de la excelente traducción de algunos últimos poemas y un texto revelador sobre su sentido en la trayectoria del poeta. Nada de lo que yo pudiera escribir aquí, salvo quizás el agradecimiento de un lector alertado por la sensibilidad de un espíritu noble y comprometido con la vida, podría servir para añadir siquiera un matiz a las inteligentes palabras que Jordi ha venido dedicándole al poeta en su blog (y en otras partes de su obra). En alguno de esos textos, Doce ha subrayado y elogiado, en la escritura más reciente de Heaney, el camino hacia una mayor levedad expresiva que sin embargo no le hace perder nada de su fuerza vital, de su condición de palabra necesaria para intentar descifrar el mundo y, sobre todo, vivirlo. Ese tránsito hacia la levedad culmina ahora, en la hora de la muerte del poeta, y nos deja el sentido de una vida plena que desde el fulgor de su escritura seguirá iluminándonos.

jueves, 29 de agosto de 2013

PP Gotera cabalga de nuevo

Los personajes de Francisco Ibáñez en plena faena.

Supongo que no seré el único ciudadano de este país al que no le haya sorprendido la descarada y presuntamente delictiva destrucción de la información existente en los ordenadores de Bárcenas. El también presunto (por improbable) y minucioso (por lo ominoso) borrado de huellas criminales a que los máximos responsables de la banda pepera están procediendo (y, al menos de momento, con completa impunidad) recuerda mucho a las aventuras de algunos personajes de los tebeos de nuestra infancia. No tanto quizás a las del Caco Bonifacio, otro del mismo gremio, aunque mucho menos zafio, como a las deslabazadas fechorías de «Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio». Aunque la cosa es muy seria. Grave de toda gravedad. En realidad, este secuestro o formateo de discos duros no es más que el reconocimiento explícito, a cara desnuda, de lo que el partido que nos gobierna está intentado hacer en los últimos años: borrarle la memoria al país. Y a la vista está que en muchos casos lo ha conseguido. O está a punto de hacerlo. Pero hay que seguir confiando, pese a todo, en la justicia. O tal vez mejor en que, durante alguna de esas chapuzas ya algo más que pintorescas, la casa se les venga abajo.