lunes, 18 de octubre de 2021

Lluvia sin fin

(OJO: Es conveniente activar el vídeo antes de leer)

Siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en

ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

de

que

aún

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

otro

tanto

en

el

cielo

como

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

que

es

este

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

es

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

nuevas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

y

en

compañía

de

un

indecible

rumor

de

fondo

envuelto

en

signos

que

suben

y

vuelan

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

volver

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

silente

nueva

y

la

misma

la

de

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

(aquí

respira)

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

y

de

ese

modo

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

(dice

el

enano

que

también

lodo)

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

huraño

y

hueco

la

resonancia

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

desde

el

que

emergen

como

saetas

de

largas

colas

estos

destellos

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

un

puro

Imán

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

y

ahora

de

nuevo

nunca

es

lo

mismo

poder

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

deletreando

la

hierba

fresca

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

igual

que

Peter

el

fiel

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

las

astillas

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

como

volutas

de

un

humo

blanco

nacido

ahora

de

la

fogata

que

aún

recuerdas

y

a

cada

paso

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

de

agua

estancada

de

la

que

escapan

gases

y

fiujos

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

y

así

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

y

en

su

compaña

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en

ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

en

una

nueva

vuelta

de

tuerca

para

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

y

acaso

al

mundo

evanescente

de

lo

que

no

puede

siquiera

borrarse

porque

se

encuentra

ausente

en

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

desde

donde

trazas

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

entre

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

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a

tu

interior

En

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

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(«Hojas sueltas del lunes», 86 ~ “Levedades”)

COMO ROCÍO NACIDO DE LA NOCHE

Edward Hopper: Compartimento C, coche 193, 1938.
Museo Thyssen Bornemisza, Madrid.

Aquellos cuerpos que se habían conocido en un viaje en tren nocturno entraron en íntimo contacto por una prodigiosa cadena de casualidades. Primero fue el equívoco en la asignación de las plazas de las literas, cuando ella dijo que no se hacía a dormir en la de arriba y él, alertado tal vez por la espontaneidad del comentario y por sus labios sensuales, le cedió la suya, justo debajo, y hubo ya entonces un intercambio cómplice de sonrisas que a ninguno de los dos debió de pasársele por alto. Fue luego una larga conversación en el pasillo, junto a la ventanilla del “es peligroso asomarse al exterior”, con intercambio de palabras muy cálidas y algunos roces de manos y antebrazos que supusieron un avance muy notable en la familiaridad y el mutuo agrado, además de una incipiente pero muy sensible erección por parte de él. Y, al amanecer, cuando el convoy estaba entrando en la estación de destino, el joven dijo algo sobre el color de la mañana y la calidad del rocío nacido de la noche, y ella respondió con una insinuante invitación a comprobar, de camino a la ciudad, si las cosas eran como parecían. La última coincidencia decisiva fue que ambos vivían muy cerca y la casa de la joven quedaba de camino a la de él, de modo que la idea de compartir taxi vino casi sola y el trayecto fue tan efusivo que al llegar al primer destino descendieran los dos y, con la excusa cómplice de ayudarle con la no muy pesada maleta, ambos subieran al apartamento de la joven y allí se amaron como si no hubiera nadie más sobre la tierra. Aún se produjeron otras y más contundentes casualidades: daba la impresión de que la realidad se empeñaba en encauzar su encuentro sin escapatoria. Pero era una falsa sospecha. Casi nada dura para siempre y a ciertos modos de conocimiento les da todo el sentido el don de la brevedad. Así, lo que había comenzado al calor de un vagón de tren no tardó en entrar en vía muerta.

(LUN, 954 ~ Las musas de Macías)

domingo, 17 de octubre de 2021

LA CRIATURA

Imagen nocturna de los ríos de lava de la erupción volcánica de La Palma, 15/10/2021. 
©️Reuters/Sergio Pérez

Llevaban varios días con sus noches —sobre todo sus noches— sin poder quitar los ojos de las pantallas: los ríos de lava del volcán eran un espectáculo inenarrable, hipnótico, superior. La fascinación no hacía olvidar ni curaba el pesar por el caos material y el dolor de las gentes, ni tampoco la frustración por la ceguera del mayor ojo cósmico del planeta (el observatorio del Roque de los Muchachos), empeñado ahora, entre otras tareas de fondo, en escrutar cualquier signo de vida exterior. Fue entonces cuando la imagen del gran DRON reveló la existencia de un dibujo de extraña apariencia humanoide, no muy distinto del Índalo almeriense, y con cierta semejanza a imaginaciones recientes de llegadas del espacio exterior. Un pensamiento tan fugaz como cometa pasó por su mente: ¿Alguien quizás está tratando de hacernos entender algo? No lo sabemos. Pero de lo que no cabe duda alguna es de que se avecinan eventos inesperados y puede que trascendentales.

(LUN, 955 ~ Fotos que dan pie)

sábado, 16 de octubre de 2021

Teoría de Cuerdas

(En voz alta). Una explicación de hace cuatro años, pero aún útil: mientras no se consiga ‘cerrar’ un modelo de explicación científica del mundo que reduzca todas las inconsistencias, habrá que seguir siendo imaginativos. Es algo más que curioso que la realidad tienda a manifestarse como un multiverso, frente al universo de los modelos clásicos, algo, por otro lado, que hace mucho que conocen —y practican— los poetas. Entre el paisaje y la ciénaga, y con los límites y horizontes de nuestra percepción como tema candente, la tarea sigue siendo apasionante.


DESDE EL ACANTILADO (V)

EL DESTINO DE LA LITERATURA VISTO DESDE EL ACANTILADO (V, 60-67)

Mercedes Gordo: Faros en la bruma, 2017. Galería Artmajeur.

La empresa de China, de la Armada Invencible al Galeón de Manila, precede a las celebraciones que pueden leerse en los Diarios (1874-1884), y ya seamos yo, (u) otro, los cronistas del cambio, no hay duda de que aquí comparecen los momentos estelares de la humanidad: catorce miniaturas históricas que, sin olvidar su confluencia con el Libro del desasosiego, conforman el tema del tema. Y en eso coinciden varias artes que cumplen su función como fábulas de lo visible: el cine como creador de realidades. (Continuará)
(LUN, 956 ~ Desde el Acantilado)

viernes, 15 de octubre de 2021

LAS COSAS DE NOSTRA (4)

CRECIDO Y CÓMODO, AMÉN DE AMPARADO EN LA AQUIESCENCIA PASIVA PERO INMUTABLE DE LAS MUSAS, EL PROFETA PERORA FRENTE AL AUDITORIO

Tras la falsa alarma eburiense, me llegaron señales inequívocas de que Nostra había vuelto a sus predios del Auditorio Nacional de Música. Es este un espacio que él, como viejo habitante de la colonia de la Cruz del Rayo, considera propio o muy cercano porque, como me dijo una vez y volví a oírle repetir ahora, encaramado sobre esa especie de alpendre de granito que bordea el jardín vecino al espacio dedicado a Rodolfo y Ernesto Halfter, «es difícil encontrar mejor palenque que esta plaza de hemisférica gradería, justo delante de una fachada tan bien historiada y donde las musas vigilantes, a saber, Calíope, Melpómene, Clío y Talía, son el público más excelso y atento que predicador u orate alguno pueda soñar, y por añadidura, componen una audiencia cautiva, pues no creo que vayan a salir de su hermoso pasmo en piedra, o lo que sea, para disentir en algún punto de mis filosofías o, ni mucho menos, osar llevarme la contraria». Y hecho el prolegómeno, tras un rotundo carraspeo, Nostra prosiguió con una plática sobre —subrayó él—, «la plétora de imágenes de nuestros días». La copié literal y otro día la transcribo.
(LUN, 957 ~ Las cosas de Nostra)
Puede ser una imagen en blanco y negro de una persona y barba

jueves, 14 de octubre de 2021

«Arrebato», otra vez

Iván Zulueta en uno de sus cortos.
(Al filo de los días). Que la película Arrebato, de Iván Zulueta, es un punto y aparte en el cine español es algo que tengo bien claro desde la primera vez que la vi, la primera de al menos otra media docena de veces: siempre que la han repuesto en televisión (¿en un par de ocasiones?) y, de forma completa o fragmentaria y casi estudiándola, en el DvD que adquirí cuando aquella parecía la tecnología definitiva para guardar nuestros sueños. Una película sobre el fenómeno arrebatador del cine, tal vez como continuidad del veneno de los tebeos de la infancia; sobre el poder vampirizador y euforizante de la imagen; sobre el ensimismamiento, el deseo de saber qué ocurre realmente ‘ahí fuera’ cuando cerramos los ojos; y el deseo sin más y sin límites: el abismo tal vez de los paraísos artificiales, del secreto de los paraísos… Es una película tan absolutamente moderna (‘rimbaldiana’), tan adelantada a su tiempo, que puede que aún no la hayamos alcanzado del todo. Aunque debe de faltar poco porque sus imágenes nos siguen arrebatando con la misma y creciente intensidad, tal vez porque sabemos que hay en ellas una especie de profecía moral, estética, corporal… tan precisa, e incluso tan científica, que no tiene más remedio que cumplirse. En el improbable caso de que aún no lo hayan hecho (tampoco hubieran llegado hasta aquí), ‘arrebátense’. Y si ya saben de qué va, reincidan. No es fácil encontrar planes mejores.

DOS CABALGAN JUNTOS

Cuadro de Shawn Cameron.

Llevábamos juntos unas cuantas leguas cuando se acercaron por detrás, discretos, dos desconocidos que iban, algo inquietos, bien encaramados sobre sendas yeguas. Hubo raudo un roce de pocas palabras y entre las colinas, ya cerca del Paso, justo nos cruzamos antes del ocaso con un gran rebaño de ovejas y cabras. ¿Serían pastores quienes las cuidaban o más bien serían feroces cuatreros en busca de reses para sus requisas? No llegué a saberlo: las nubes pasaban, la noche caía sobre los calveros, íbamos con prisas... Y así nos quedamos, presuntos difuntos, mi colega y yo cabalgando juntos.
(LUN, 958 ~ «Fotos que dan pie»)

miércoles, 13 de octubre de 2021

El chiste de Vargas


Una vista muy pop. Nota para clásicos: ¿alguien recuerda que en ese rincón del escaparate de la tienda de Vargas solían poner un chiste gráfico que cambiaban cada día o casi? Era habitual pasarse a verlo junto con las carteleras de cine que ponían en los expositores de la tienda de Mazuecos (aún existen).

AÑORA ROÑA

Al volver sobre sus pasos y caer de lleno sobre la avenida de la música militar y los belfos congestionados de blanquecina ira, observó cómo una mano invisible trazaba sobre el cielo, con mucho regodeo en los moños de la ñ, el bumerán que puede leerse —también aquí y aquí también— ahí arriba. No se puede olvidar de que el viejecito que estaba detrás de él, bien apoyado sobre su bastón, lo miró con ojos casi prehistóricos y subrayó:

—Pues va a ser eso.

(LUN, 959 ~ “Nanódromos y otras vueltas”)

Francisco Rafael Segura y Monforte: Desfile militar, Plaza del Rey de Barcelona (detalle). Hacia 1930. Col particular.
Puede ser una ilustración de al aire libre

2 comentarios

martes, 12 de octubre de 2021

Algunas de aquellas noches (1)

EL PILAR DE LA FELIZ ENTREGA
Ignacio Pinazo Camarlench: Desnudo femenino, 1894.
Museo del Prado, Madrid.

De todas sus amantes, y fueran muchas más de las que nunca ha mencionado, tal vez la que más deleite le proporcionó sin duda alguna fue la señorita Lupe de Seda, en aquellos días septentrionales, pocos pero densos y casi milagrosos, y en los que ocurrieron “cosas dignas de ser contadas con detalle”, aunque él dice que habría que disimularlas mucho para que circularan sin estropicio e incluso, y mucho más, para que resultaran creíbles. Dice también él que, pese a las aparentes disimilitudes, en lo relativo a la magnitud corporal, bien podría pensarse que eran cuerpos aquellos hechos el uno para el otro, tal resultaba la perfección del acople, la sintonía de los hálitos y el rimo uniforme a la par que complementario del vaivén del placer, grados de cercanía que en varias y sucesivas ocasiones —“aún tiemblo, dice, de sólo recordarlo”— culminaban en un mutuo desmayo tan entregado que, vuelve a apuntar, “se diría que era uno sólo el cuerpo de los amantes sin antes ni después, o sea eternos”. Doy fe de que se le humedecían también los ojos mientras lo recordaba. Y que después se le quedaba una sonrisa de las que llamaría beatíficas sino tuviera anejo el brillo concupiscente de quienes nunca olvidan lo que vale un cuerpo y el modo cierto en que por él es posible alcanzar la mayor, tal vez la única, gloria. Amén.
(LUN, 960 ~ serie «Algunas de aquellas noches»)

lunes, 11 de octubre de 2021

Fragmento 19

 Y volver sobre el lomo de los librosYY volver sobre el lomo de los libros


Y volver sobre el lomo de los libros
al galope que nunca se termina
aunque a menudo sus belfos humeantes
junto con su asinario trotecillo ramplón
me lleven a perderme
en medio del desierto
o en la ciénaga
mientras busco
los paisajes que viven en mis sueños.
«Leer nos hace libres», decía mi maestro,
quizás con un juego algo confuso de vocales.
Nunca le hablé a él,
que casi ya ni existe,
de aquella tarde de la revelación. Es una pena. Seguro que él habría sabido sacar las consecuencias de lo experimentado,
eso suponiendo que no me lo plagiara para alguno de sus libros infumables.
El salto de palabras en palabras a menudo procura estas sorpresas.
En el recuerdo, ya sabemos, pesa mucho
la imaginación.
¿Pero cómo si no sería posible
regresar a los lugares huidos de un tiempo calcinado,
cómo entender o acaso ver el parpadeo de la lámpara,
cómo dar consistencia al estertor del mundo?
La memoria vigila a favor nuestro.

El cielo de Eburia

(Al paso). Los cielos de Eburia punteados de acentos circunflejos. Y el rostro del viento velado.

Puede ser una imagen de pájaro y nubes

LAS COSAS DE NOSTRA (3)

SORPRESA EN EBURIA POR MOR DE UNA CONFUSIÓN QUE TAL VEZ NO LO FUERA, O NO DEL TODO, AUNQUE QUIÉN SABE…

«O velho barbudo cinza sentado no banco de manhã». ©️Albertshakirov.

Gran sorpresa, incluso un susto enorme, me produjo descubrir anoche, mientras recorría las calles de nuevo animadas de Eburia, al mismísimo Nostra aposentado en un banco del Paseo de los Arqueros, con su barba en flor, sus ojos vivaces, su gesto como de hallarse ya a punto de estar de vuelta de todo y, de modo excepcional, sumido en un completo silencio, ajeno al mundo y con gesto algo ausente. La sorpresa y el casi susto no me impidieron situarme a su vera y fue entonces cuando caí en la cuenta de mi error: no era él, aunque se le parecía mucho. En realidad, quien deshizo el malentendido fue el propio presunto confundido que, sin duda captando mi perplejidad, me miró y me dijo: «Me has tomado por otro, ¿a que sí? Les pasa a muchos. Pero tampoco te equivocas tanto. No soy el que tú crees que soy, pero bien pudiera serlo porque en realidad a ese lo llevas contigo donde quiera que vayas». Luego, quizás al ver que no podía dejar de mirarlo ni era capaz de decir nada, añadió: «El que tú te has creído que soy también viene a menudo por aquí; ya sabes que los penas nos conocemos todo». Y tras una pausa, remató: «Al final siempre llegas al final».

(LUN, 961 ~ «Las cosas de Nostra»)