lunes, 24 de mayo de 2021

Saltos en el vacío


(1)

La mano ignora el peso
de lo que deja al margen
cuando elige la tinta
y el grosor de las palabras.
Son marcas de alfarero,
siluetas aludidas,
las que caen al paso
de los cantos rodados
y quedan en la hierba
como una estela
que abre
un pequeño
reguero de luz
negra en la
vibrante espalda
de la noche.

(2)
Un gota
de agua
en cuyo centro
anida
la tormenta.

(3)
Recuerdo la ventana
que en un lado del cuadro
da paso a la mirada
del pescador de nubes.
Hay un pez infinito
que cruza todo el cielo
y las escamas puras
de la vieja sirena
descubren en sus giros
de sal las travesías
de nuestro cuerpo insomne,
su lento curso
hacia el nido
de las ovas maternas
en las aguas más hondas.

(4)
Vienen sobre los días,
entre los cruces
de las horas
y los rostros,
la señales tan claras
del callado
rumor
de su garduña.
Ella insiste.
No me deja
ningún camino
abierto.
Flor mortal.

(5)
Flashes al vuelo,
ráfagas, fogonazos.
Veo entre sombras
fugitivos instantes,
perlas ocultas
que brillan
en el cerco del tiempo.
Y abro, como un
animal esplendoroso,
mis manos
y mi mente
al sueño colectivo.

(6)
Y la naturaleza,
su espejismo:
todo lo encauza el viento
cuando sopla
mezclado con la lluvia
y es por completo
ajeno al ojo
y al temblor
y al canto.
No seremos, amigos,
devorados,
por el centro insondable
de esa flor.

2 comentarios:

Pedro Alcarria Viera dijo...

Magnífico.

Alfredo J Ramos dijo...

Muchas gracias, si tardías, no menos sinceras, amigo Pedro.