Salir del paréntesis. Reiterar la conjura y la reafirmación frente a la falta de memoria, contra la extraordinaria y dolorosa liquidez de los tiempos que nos llevan, como respuesta a la necesidad de —cada día, cada día— hacerse cargo del giro de la luz y del sentido de la marcha. Sin memoria no somos nada. Pero tampoco podemos dejar que nuestros pies se vayan hundiendo en las arenas movedizas de la reiteración. Iré tirando cada día —y mientras pueda— la moneda al aire y a la luz. No es descartable que a veces pueda caer por la cara del silencio. La belleza nunca pide perdón.
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