El yo es un cadalso donde muere el verdugo.
La nada no nos salva ni nos condena a nada.
Nadamos en la noche como cuerpos en sombras.
Solo cuando te encuentro me deslumbra la vida.
Pero no estoy dormido ni esto es un sueño solo.
La luz nace y se apaga y vuelve el sol de nuevo.
Sé que son claros síntomas de un canto interminable.
Raudos gestos sonoros que rompen el silencio.
Pero que no lo rompen porque siempre regresan.
A la quietud del fondo, la vibración del agua.
El yo es una piedra lanzada por un niño
que luego mira absorto los círculos concéntricos.
(De La noche sin excusa)
2 comentarios:
Rotundo en cada verso, luminoso en toda su estatura. Ajustados alejandrinos que invitan a volver.
Y ese título, "La noche sin excusa", me encanta.
Fuerte abrazo.
Muchas gracias, Antonio. A ver si soy capaz de darle continuidad a tu generoso encantamiento. Otro abrazo grande.
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