Es un papel casi insignificante (Monaguillo 1) en una película enorme (El verdugo). Y sería exagerado suponer que ya estaba ahí quien después daría presencia inolvidable a Paco el Bajo, el más dolorido de Los santos inocentes, o a Malvís, el Bandido Fendestas, uno de los singulares habitantes de El bosque animado, por citar solo a dos de los personajes que con mayor precisión recuerdo de una filmografía que recorre toda mi vida como espectador. Y de la que también forman parte unos cuantos títulos de aquellos «productos del cine hispano» a los que se debe que la expresión landismo acabara dando nombre a una imagen tan tópica como patética del macho ibérico en la pantalla (que tal vez se hubiera podido llamar también lopezvasquismo, aunque no fue así).
Pero si nos fijamos un poco en las "maneras" de este Monaguillo fugaz de la gran película de Berlanga (en una secuencia, por otra parte, genial), resulta indudable que ahí ya está presente un estilo, una gestualidad, una manera de mostrarse ante la cámara que anticipan las mejores virtudes interpretativas del gran actor que ha sido (es: el cine tal vez ofrezca el pasaporte más seguro hacia algún tipo de eternidad) mi tocayo Alfredo Landa, fallecido ayer.
De los numerosos artículos y necrológicas que hoy le dedican todos los medios, me parece destacable el firmado por el escritor y crítico Marcos Ordóñez, que además ha sido su biógrafo. Puede leerse pinchando aquí. El retrato que nos ofrece del actor no olvida al hombre y, además de contener algunas anécdotas reveladoras (como la referida a la preparación del papel de Sancho Panza), es de una cercanía emocionante.
Descanse en paz quien nos ha proporcionado, y lo seguirá haciendo, tantas horas de diversión y muchos momentos de goce artístico.
Pero si nos fijamos un poco en las "maneras" de este Monaguillo fugaz de la gran película de Berlanga (en una secuencia, por otra parte, genial), resulta indudable que ahí ya está presente un estilo, una gestualidad, una manera de mostrarse ante la cámara que anticipan las mejores virtudes interpretativas del gran actor que ha sido (es: el cine tal vez ofrezca el pasaporte más seguro hacia algún tipo de eternidad) mi tocayo Alfredo Landa, fallecido ayer.
De los numerosos artículos y necrológicas que hoy le dedican todos los medios, me parece destacable el firmado por el escritor y crítico Marcos Ordóñez, que además ha sido su biógrafo. Puede leerse pinchando aquí. El retrato que nos ofrece del actor no olvida al hombre y, además de contener algunas anécdotas reveladoras (como la referida a la preparación del papel de Sancho Panza), es de una cercanía emocionante.
Descanse en paz quien nos ha proporcionado, y lo seguirá haciendo, tantas horas de diversión y muchos momentos de goce artístico.
6 comentarios:
Por ley de vida se va yendo, uno tras otro, una generación de actores del cine y el teatro español que, pese a las dificultades manifiestas de la época que les tocó vivir (por otro lado, la misma que vivieron tantos otros españoles)nos dejaron grandes momentos y personajes que, tal como dices, vivirán para siempre o, al menos, por mucho tiempo. Sin duda, Alfredo Landa es uno de ellos. Tras tener que interpretar aquellos papeles casposos de los años 60/70, pudo demostrar su gran valía como actor. Si no recuerdo mal, creo que yo lo descubrí como tal, con gran admiración, en El Crack, de Garci. Sus papeles en Los Santos Inocentes o en El Bosque Animado, no hicieron sino confirmar su calidad y buen hacer. Descanse en paz.
Y gracias, Alfredo, por el enlace al texto de Marcos Ordoñez.
Abrazos.
Gracias, Antonio, muy interesante tu comentario, Creo que la película con la que la carrera de Alfredo Landa dio un giro (o al menos así fue percibido por una parte de la crítica y tal vez del público) fue con el personaje motero de El puente, tal vez el primero que lo sacaba claramente de los papales de señor en calzoncillos y pelo en pecho corriendo tras rubia despampanante, es decir, de lo que con justicia se conoce como "landismo". Hay en torno a este asunto, en algunos medios, una polémica que tal vez no carezca de interés por cuanto supone la revisión de una etapa del cine español que quizás ha quedado sepultada bajo tópicos muy gruesos. Habría que revisar con paciencia un montón de cintas... muchas de las cuales, no nos engañemos, desde sus propios títulos levantan un muro frente al sentido común. Ayer oía en una tertulia radiofónica de cinéfilos (la de Garci y sus amigos) decir con énfasis y hasta un poco de cabreo que en el rechazo del landismo por parte de algunos críticos (me dio la impresión de que en la diana estaba el nombre de Boyero) había mucho de injusticia o incluso de pedantería e ignorancia. Se contaron algunas anécdotas interesantes al respecto. Me parece que en esta cuestión lo que se confunde es la capacidad dramática que los grandes actores son capaces de manifestar en todo lo que hacen con el evidente desperdicio de talento que supone poner esas cualidades al servicio de proyectos puramente alimenticios (aunque en el fondo todos puedan serlo), cuando no directamente infumables. Habría que comentar el asunto en otro contexto, pues me parece que tiene interés. Abrazos.
Compañero Ramos, aquí queda reconocida su anotación http://histericapeninsula.blogspot.com.es/2013/05/sic-transit-gloria-swanson.html
Un todo terreno, que a pesar de lo que nos gusta encasillar a la mayoría, supo demostrar su valía con creces. Sobre todo porque poseía talento y oficio.
Cuesta escoger una actuación en concreto, porque en todas se lució y sobradamente, pero si tengo que quedarme con una, elijo "El bosque animado" que he visto innumerables veces y cada vez me gusta más.
Buena reseña, Alfredo.
Estupendoi, Manuel, gracias por el aviso. Me parece que a Emili le habría gustado tu entrada.
Comparto tu predilección, Cristal. Aunque es muy difícil olvidarse de Paco el Bajo, al que anteayer mismo volví a ver (parcialmente) y, como siempre, con un nudo en la garganta. Landa es un grande del cine: Alfredo el Grande. Gracias y un beso.
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