(Para una tarde "rara" de mayo)
Leer muy despacio los Adagia de Stevens mientras suenan, en este orden o a la inversa, el Adagio in G Minor de Albinoni y el Réquiem de Ligeti. Recordar fugazmente los fotogramas que una y otra música llevan adheridos. Someterlos a la lógica del pensamiento de Stevens, contemplarlos a la luz de su intuición. En las bifurcaciones, respirar hondo y procurar no pensar en nada. O solamente en la cláusula [161]:
The eye sees less than the tongue says.
The tongue says less than the mind thinks.
Imagen: Descensión (detalle), de James Alridge (2009). Tomada del blog Las arañas de Sibila.
2 comentarios:
... Y después de todo ello, salvada ya la "tarde rara", seguir en el camino. (No queda otra).
Abrazos.
Sin duda corren tiempos en que lo "raro" cada vez lo es menos, incluidas las míticas tardes de mayo, cuando tal vez sentimos un a modo de impulso coplero que nos invita a "coger el caballo y salir a pasear" para, finalmente, desembocar en alguna forma (por fortuna pasajera) de melancolía. Hay puentes entre las cosas que no son del todo comprensibles. Lo único que podemos hacer con ellos es tenderlos y, si es posible, cruzarlos. Bien dices, Antonio: no queda otra (y menos mal). Un abrazo.
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