Y brotan mendicantes las palabras
su hiedra perezosa
cuando el día
regresa hacia el invierno del sentido
en busca de otra luz
o más distante
la oculta ceremonia
de su rancio sabor
por raudo alivio
de no dar qué pensar
y sin embargo darle
a la fantasmagoría
del tedio
otro regalo
de claveles muertos
Diga la noche
si la noche habla
cómo se puede retratar la vida
y dejar fuera el tósigo
(hay palabras cuya sola dicción quema por dentro)
Y así hasta saber
llegar al fondo
del cauce
de la fuente
del poema
o a su vena enterrada
en esta tierra
que el poeta ya quiso
que fuera tatuada con su sangre
y la sangre invisible
de todas sus palabras
antes de dormir, morir, tal vez soñar...
Nada se pierde
Foto: Talcamávida en la noche (c) Boris Sánchez Elchiver, tomada de flickr
3 comentarios:
"Hay palabras cuya sola dicción quema por dentro".
Oh.
Y tú sabes bien que es así, Olga, eh?
Decía en el comentario eliminado que llegaba tarde, pero tomaba buen provecho de tanta lucidez. Apuntaba también que coincidía con Olga en el subrayado del verso que indica, así como mi propio subrayado al guiño a Shakespeare (en un lapsus imperdonable escribí "Gil de Biedma"; supongo que por aquello de "envejecer, morir...")
Terminaba diciendo, más o menos: "Excelente poema".
Abrazos.
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