Gulliver se despertó entre mis párpados.
Halcón Leonado se sabía un impostor.
Iba a reencarnarse pero fue devorado.
Las huellas indicaban claramente hacia mí.
Mi Habatar es vuen tipo, manque…
No fue fácil derrotar al Invierno.
Oía las sirenas del amor urgente.
Imagen © M. Kuzmanovic /Reuters.
2 comentarios:
Excelentes nanocuentos... enhonavona! :-)
Entre el nanocuento y la nonada anda la cosa, Fernando, como sabes bien: quizás una forma de entrar a saco en la ocurriencia para extraer un botín provisional pero con ánimo durarero. En cuanto a los de Navona, ni se inmutan, más bien enmudecen. Me parece que la cosa va ya por los cuatro mil.
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