viernes, 24 de marzo de 2023

LA BUENA COMPAÑíA

Jardines del Príncipe de Anglona, en el barrio madrileño de Palacio.
Foto de Madrid Film Office.


Madrid es una ciudad para ser leída con lo pies. Y, si es posible, en buena compañía. Pasé ayer unas horas estupendas paseando por el cogollo urbano, desde Fomento a Las Vistillas pasando por Palacio, y del jardín del Príncipe de Anglona a Puerta Cerrada, con desvío por la calle de la Bolsa y el Café Central, descenso luego por Prado, con vista inesperada de caballerías, hasta concluir en el Círculo de Bellas Artes. Un paseo demorado en conversación amena y apasionada, también con sus puntos discrepantes, con César Nicolás, un gran conversador y un hombre ilustrado e ilustrador. Y ello tras una buena comida —caldo, pulpo, rape y filloas conxuradas— en O Curruncho. No está mal para un día laborable. Qué pena que aún no se haya inventado por estos adictivos pagos cibernáuticos la posibilidad de hacer de la virtualidad presencia y figura. Pero todo a su tiempo. De momento, no es poca cosa que las redes nos sirvan para armar estos encuentros tan gratificantes. Gracias a ellos, uno llega a tener la impresión de ser aún humano.
(LUN, 434 ~ «De la vida misma»)

CON LA T DE TRIBULETE

La sala “El Molino Rojo”, en la calle Tribulete del barrio de Lavapiés,
de Madrid, hacia los años sesenta.La foto, capturada del blog
Sweet & Dandy, tiene algo de fotograma
de un sueño que amenaza con convertirse en pesadilla.

Así, de pronto, m’acuerdo del Reporter Tribulete, que debería ser “repórter”, pero solía aparecer, creo, sin tildar: y si lo verbalizo me suena como agudo… Sí, ya veo, oh lectora o lector coetáneos, cómo se ilumina en vuestras neuronas saturadas la figura más bien chaparrita, de infinito flequillo, nasoafilado, del periodista de tebeo, zascandil y bien dispuesto a fisgonear por aquí y acullá, tal como recordaba su ripio de presentación: “El reporter Tribulete, que en toda partes se mete”. Aunque ese hilo y el yoyó que se estira al final de la rima lo que trae prendido es otra musiquilla inolvidable (póngase el acento chulapón):

«—Felipe, ¿donde te metes?
—En la ca’ del Tribulete.
—¿Ejque te vas con la panda?
—¡Amos anda! ¡Ojo:
me voy al Molino Rojo».
Y yo a otro asuntos. ¡Ya te digo!
(LUN, 435 ~ «Serie Z/A»)

miércoles, 22 de marzo de 2023

PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE

Retrato de Albert Einstein, Library of Congress© Science Photo Library


Dios no juega a los dados.
No los dados juega a Dios.
Juega Dios a los no dados.
A dados no Dios los juega.
Los dados juega a Dios no.
Dados juega a los no Dios.
(LUN, 436 ~ «Amo idioma ~ Dados»)

martes, 21 de marzo de 2023

LAS COSAS DE NOSTRA (EN EL OJO MISMO DE LA ACTUALIDAD)



—De Tamames, precisamente —me interpela Nostra nada más verme en el parque, junto al piano de Beethoven— quería yo te hablar. ¡Vaya marrón, tú! Aún recuerdo la tortura que nos dio allá por los sesenta, casi setenta ya, figurate, che, con su estructura económica de España, libro sin duda muy meritorio y obsequioso e influyente, en contraste con aquel peñazo del llamado Sampedro, en el que, dicho sea al trantrán y respecto tanto del libro como en cuanto al autor, ya te digo, solía ciscarse a modo y a menudo el penene aquel de la Facul, no mucho antes de los días aquellos en que O’Rivas y tú, que me lo sé yo de buena tinta, os cachondeabais de los delirios napoleónicos de la Llorca y etc., etc…
Ocurre a veces, y esta es una, que Nostra se echa a hablar como si no hubiera mañana ni acepción de personas. Él, naturalmente, sabe que yo cuento estas cosas aquí, aunque no creo que las lea, y un poco al estilo del ventrílocuo por el que a sí mismo se tiene, y teatrero en grado sumo que se sabe, siempre trata de enredarme en sus cosas para así, dice, reforzar la credibilidad del asunto, «que si no estas señoras se van a creer que todo es fricción neuronal, cagüendies…»
Como vi que sesteaba un poco me propuse animarle.
—Ya que saca a relucir al profesor Tamanes, por qué no se aventura un poco más y me refresca la aventurilla aquella de «El Libro de la Aventura»…
—¡Andá! —da un respingo—, ¡pues es verdad! ¿Me acreditarás si te digo, bandarrilla, que se me había ido la cosa por completo del flux…? ¿Y tú cómo sabes de eso, tolai? Bah, seguramente ya te habré referido moimême la peripecia..
—Algo me ha dicho, sí, muy por encima; pero si no le importa reiterarse...
—¡Vaaale! Espera que saco el puntero y me arremango. Vean que cuento, señores, si ustedes tienen paciencia, un muy afamado asunto que ocurrió en la nuestra tierra… ¡Buah! ¡Vaya toalla! El libro aquel fue un invento del eximio profesor, que siempre ha sido muy hábil en los más variopintos asuntos, asuntejos, negocios y propiamente bisnes. A menudo pergeñados con originalidad y hábil despliegue, y siempre con un afinado olfato comercial, o sea, con pasta gansa de por medio. Un tipo listo, sin duda, provisto no sólo de méritos académicos sino de evidente talento social. También un tanto maniobrero en la cosa pública, como sabe bien el alcalde Barranco, ya ha llovido, el cual más de una vez ha contado cómo fue desalojado del sillón edilicio del Foro por obra y gracia de un voto acaso un tanto artero del entonces concejal Tamames, nuestro héroe.
Tras breve pausa, el profeta continúa:
—Con el susodicho libro de la aventura se trataba de darle cierto cariz literario y periodístico, amén de mediático, al otrora famoso Camel Trophy, una de esas competiciones motorizadas de riesgo, dedicándole una publicación vistosa y sugerente, con firmas de prestigio, e ilustrada a toda pastilla… y derrapando. Don Tamanes, en tratos directos con una importante agencia de publicidad, creo que McCann, organizó todo el sarao y luego recurrió a la editorial en la que yo curraba entonces para publicarlo. Detalles varios sin tasa te podría referir. Pero lo más llamativo del asunto, y probable causa causante por la que el afaire y su desgaire no se me escurren de la perola, es que durante varios momentos de la gestación del invento el susodicho Don, por algún ringorrango que no viene al caso, se pilló un rebote de tres pares de cogollos y un cabreo galopante como he visto pocas veces. Y lo que con total seguridad no he visto nunca es el punto desaforado de humillación a que sometió, ante todo el equipo de edición y en plena sesión de trabajo, a un colaborador suyo, al que recriminó quién sabe qué despiste con voces airadas, graves insultos y un ataque de ira tan descomunal que aún estoy guipando las caras de asombros de toda la concurrencia. Un asunto feo, muy feo, ya lo creo. Y el caso es que…
Nostra se quedó pensativo unos instantes y, levantando un poco la cabeza hacia las nubes, se puso de pie y me dijo que se tenía que ir, que andaba algo apretado y se le estaba yendo el oremus.
Lo estoy viendo caminar parque arriba, con paso no diría que firme pero tampoco inseguro, y mirando de cuando en cuando hacia el banco donde yo me he quedado como el que dibuja círculos en el aire. Cuando estaba llegando al fin de la cuestecilla se para y me grita:
—Luego te posteo, si la encuentro, una foto que se publicó en ese libro. A ver si te cumple y se te acomoda para tus enredos, Tribulete.
La foto no tardó en llegarme. Es la que acompaña este texto. Tiene su punto.
(LUN, 437 ~ «Las cosas de Nostra»)

Las primera palabras

(En voz alta). En vísperas del Día Internacional de la Poesía (esa moda), Lidia Yanel subraya en este artículo la importancia de empezar por el principio: las nanas y la escuela. Con interesantes aportaciones de, entre otros, Estrella Ortiz y Sagrario Pinto. Palabras sobre palabras.

lunes, 20 de marzo de 2023

Y, SIN MÁS, SUBIMOS AL ARCA

Ilustración: Javier Serrano.

En aquel tiempo, cuando vimos que las aguas subían sin cesar y que incluso el Cristo tenía problemas para mantenerse a flote, decidimos ponerle remedio a la deriva cada vez más acuciante y juntamos todas las imágenes que tanto nos habían triturado desde bien pezqueñines, las recluimos en un cofre de paredes de nácar y, como si se tratara de un nuevo artilugio creado para salvar los restos antes del inevitable naufragio, lo echamos a navegar. Fue entonces cuando se le ocurrió decirnos que quería que dejáramos ya de una buena vez el juego de las estampitas y que nos iba a convertir en verdaderos pescadores de hombres. Nadie dijo que no. Y, sin más, subimos al Arca.

(LUN, 438, «Lo figurantes de Javier Serrano», X)

domingo, 19 de marzo de 2023

YO, HOMERO, REMO HOY

Trirreme griego. Detalle de un relieve del siglo IV a.C.
Museo de la Acrópolis, Atenas.
El día se iba venciendo con la prevista derrota, la vela desplegada, cada uno en su puesto, las ánforas del óleum nostrum perfectamente ordenadas en las antlías y todos los ojos absortos en aquella figura patriarcal que, entre nubes eólicas, guiaba con su mirada nuestra singladura hacia puerto seguro. «Gracias, padre», comenzó el aedo la oración, «tu infinita bondad es nuestra guía, y tu amor nuestro impulso». «Gracias, padre», repetimos todos. Y nos sentíamos felices de estar en su manos.
(LUN, 439 ~ «Micródromos», 2ª edición).