«EL TIEMPO NO ES INFINITO», DICE EL PROFETA
Eric Marette: Retrato de anciano. |
Se había dejado la barba y, aunque había envejecido bastante, lo reconocí. Iba repantigado en el asiento del bus destinado a caballeros mutilados, aunque me parece que falseaba su cojera y acentuaba el bamboleo hasta extremos casi circenses. Se bajó en la parada del Arqueológico y, sin pensarlo, fui tras él y, tras algunas dudas y otras contemplaciones, lo abordé antes de que llegara a las naos de Colón. No me hizo caso porque justo entonces ya había sacado un megáfono del bolsón que colgaba de su hombro y en un abrir y cerrar de ojos estaba iniciando su perorata.