lunes, 18 de enero de 2021

Rito


(Para Antonio y Carmen,
en un nuevo cruce de caminos:
que no cese la música.)
Venía en busca de palabras,
dispuesto a levantar el velo
o a remover el hielo
que a menudo las oculta,
también a descolgarlas de los altos andamios
donde a veces se esconden de la muerte.
Pero no fue necesario buscar más.
Casi todas estaban en la música.
Y las restantes aguardaban en silencio.

sábado, 16 de enero de 2021

A flor de piel

(En voz alta). Leyendo el valiente, divertido y por momentos muy intenso libro de Sergio del Molino La piel, llego a este “himno generacional”, o algo semejante, «cuyo peso en la cultura de occidente —enfatiza de corrido SdM— es muy superior a la mayoría (sic) de los artistas y escritores que se elogian en las secciones de cultura de los diarios importantes». Confieso que el título de Girls Want Just To Have Fun”, así a bote pronto, lo único que me evocaba era aquel “las chicas son guerreras” en el que alguna vez intuí, además de una verdad demostrable, cierto atisbo de un feminismo sin militancia ni pestilencia al que siempre me he sentido muy cercano y no sólo por solidaridad, sino por respeto a y valoración de —también— “la parte femenina que hay en mí”, como solía decir en mis tiempos mozos. Pero esa es otra deriva. Lo llamativo de este reclamo del libro de Del Molino es el “descubrimiento” de un hito cultural al que hasta ahora permanecía, si no del todo ajeno —cuando suena la música resulta que hay en ella algo muy familiar—, sí tan ricamente al margen. Va a ser verdad que las brechas generacionales están por todos lados y que la posibilidad de contrastarlas no cesa de salirnos al paso. Me regreso a La piel.

miércoles, 13 de enero de 2021

Perfiles de mujeres en el «Quijote»

(Al filo de los días). Una de las sorpresas más agradables del retorno a casa, en Madrid, tras días complicados en el Mar Menor, fueron algunos envíos postales acumulados en mi buzón o que Miguel, el conserje, gentilmente recogió y me entregó antes de que la nieve nos aislara. Aparte de algunas felicitaciones navideñas manuscritas —respuesta casi todas a mis envíos “militantes” a la antigua usanza— , había varias publicaciones. Entre ellas, el precioso ejemplar de Perfiles de mujer en el Quijote, un libro-objeto (joya) que reúne unos muy interesantes textos divulgativos de Manuel Ramos Méndez sobre las mujeres en la novela cervantina con los excelentes dibujos creados ex profeso por Ramón Pérez Carrió. Un ensamblaje singular editado con la solvencia y gracia con que Linteo presenta sus obras. Ahora, al recuperar este recuerdo del vigésimo aniversario de la fundación de la editorial, celebrado hace un año, compruebo que la promesa que el reportaje periodístico anunciaba en sus titulares ya es una muy palpable y espléndida realidad. Qué alegría produce, en estos tiempos mezquinos, comprobar que algunos hermosos proyectos se cumplen y, además, con tan alto grado de perfección. Noraboa de nuevo, querido Manuel: un sueño (otro) cumplido. Vendrán más.




martes, 12 de enero de 2021

El regreso de Umbral


(En voz alta). Muy recomendable el documental dedicado a Francisco Umbral, Anatomía de un dandy: no sólo es un retrato ecuánime y muy completo, sino que contiene revelaciones poco conocidas y muy valiosas respecto al “verdadero carácter” de un escritor que hizo de la impostura o el fingimiento un juego mucho más arriesgado de lo que podría pensarse desde ciertos planteamientos simplistas y maniqueos.

Con todo, me llama la atención que no se haya contado con las aportaciones de Anna Caballé, que le dedicó una biografía imprescindible (Francisco Umbral. El frío de una vida, Espasa, 2004), pionera además en la interpretación de algunas lagunas biográficas que darían pie al “descubrimiento” de Jabois. Como es sabido, al periodista y escritor gallego se debe el conocimiento de la vinculación de Francisco Alejandro Pérez Martínez con Alejandro Urrutia y, por ende, con el poeta Leopoldo de Luis. Al fin y al cabo, anécdotas, letra pequeña. Aunque tal vez también circunstancias que tuvieron un peso específico en la deriva “mediática” del personaje y, lo que es más importante, en el trasunto principal de su obra.
Junto con la muerte de su hijo Pincho —en torno a ella el documental alcanza sus momentos más emotivos— y la presencia firme en la sombra de María España, su mujer, el “misterio” Umbral aparece muy bien valorado y comprendido en lo que realmente importa: una vida dedicada por completo y sin coartadas a la escritura con un grado de entrega en verdad admirable. Y poseedor de una intuición innovadora que ha dejado su huella bien visible en la trayectoria del periodismo literario de este país durante cuatro o cinco décadas.
La película, además, aporta un impulso renovado para seguir leyendo una obra aún llena de fuerza y relevancia. (Gracias a
JA Montano
por lo que él sabe).

lunes, 11 de enero de 2021

La nieve



(1)

¿Qué sabemos en verdad
de la nieve?
El alto don del cielo
cae sobre nosotros
y la belleza vuelve
a pintar las ventanas
como en los viejos cuadros
y en los primeros sueños.
La nieve es el maná,
el alma de las nubes,
la flor blanca
de la vieja conciencia,
la mano poderosa
que acaricia
el lecho de la vida,
la leche que los dioses
cansados de su nada
nos envían en prenda
de nuestra devoción.
La nieve es siempre
el último capítulo:
las letras aún legibles
de una cantiga
tan vieja como el tiempo
disuelta en notas leves
que se posan
sobre el fulgor
del mar.

(2)
Pero tiene la nieve
también
un alma negra,
la garra sucia
de la desolación,
el hielo traicionero
que deshila
las íntimas
telillas
del alma
y los cauces
de la sangre,
la traición
que no sabe
contra qué
se levanta
su bandera
de muerte
blanca
y rota.

(3)
Hay una luz
que mira cabizbaja
el campo blanco,
ningún pájaro viene
a ver qué pasa
ahora
cuando el frío,
tu corazón es esta
palpitación, el eco
que oyes
cuando pisas
en el sonido opaco
y te hundes
en tu respiración.

(4)
No se puede
repetir esta mano
que ofrece
el fruto cierto
que precede a la muerte.
Las palabras que
lo dicen imitan
a las palabras
que lo ignoran.
Y en ese cruce
extraño
de caminos
sólo es verdad
la sed, la blanca
boca en la
que sacias
lo que más
deseas: un vuelo
sin rencores,
y la sombra
salvaje de
una ráfaga
de misericordia.

(5)
He leído en las calles
cubiertas por la nieve
la sombra y el silencio
de los seres abstractos,
un rebaño de aves
aleteando en círculos
sobre el trigo quemado
y las fuentes de humo.
Son sólo una leyenda.
Su invención es la causa
del dolor que no cesa.
Y no hay manera humana
de saber si sus ojos
habrán de perseguirnos
más allá de la muerte.

(6)
La nieve escapa
de su definición.
Forma parte del mundo
abstracto
de los monstruos.
Estuvo ahí fuera
para que la invocáramos.
Ahora se muere
sucia y decrépita.
Vendrán a rescatarla.
Siempre vuelven.

(7)
Sobre la línea rota del
horizonte,
mientras tus músculos
se deshilachan,
vuelve a nevar.

(8)
Por todas partes veo
ojos vacíos.
Hace días
que solo
golpeo en el espejo
del otro lado.
Pensé que había
venido aquí
a contemplar
la nieve.
Pero
no
es
eso.
Un humo
turbio
asciende
en espiral.
Busco
una
mano
ahora
que mis manos
son de corcho.
Signos,
síntomas.
Callad
el miedo
porque ya no sirve.
Cantad
lo que sepáis.
Llega la hora.

(9)
La nieve
es un prodigio:
luz
y terror.

(10)
Desde el fondo
de este brocal
te llamo
Nieve, ven, nieve.
(Tampoco
Conviene
Ser incauto).

domingo, 10 de enero de 2021

Madrid es un cuadro de Brueghel

(Al filo de los días). Nunca pensé que fuera tan difícil y estimulante pasear por un cuadro de Brueghel. Este Madrid blanco inédito en mi memoria, como lo es quizá también una nevada de tanta duración (puede que en Salamanca, en los sesenta, conociera alguna), tiene algo de novedad añadida a la excepción: un signo de los tiempos. Ahora habrá que aplicarse para intentar descifrar lo que significa y qué pide de nosotros.

Una de las percepciones de estos primeros efectos de la nieve es que se abre paso, de modo muy intenso, pertinaz, tal vez todavía no ingobernable, una visible sensación de metamorfosis mental: habrá que estar atento a cómo los discursos carentes de trasfondo proliferan o incluso se imponen. Junto con la multiplicación de los rastros amarillos de indudable procedencia canina, me ha resultado muy llamativa cierta acentuada perplejidad en los ojos de la gente, algunos comportamientos de los que se me vuelve muy difícil calibrar el propósito y un extraño malhumor indiferente que ojalá no sea síntoma de algún desequilibrio de mayor calado.

Raros días. Preciso es tener más que nunca la conciencia alerta.