sábado, 16 de mayo de 2020

La mano del ángel

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Ilustración: ©️Javier Serrano, 2020
Entre el mercado de la muy popular plaza del Fontán, en Vetusta, y la antigua parada de autobuses para Lugones, al final de la calle Bermúdez de Castro y ya cerca de Campo de los Reyes, debe de haber un trayecto de al menos 2 kilómetros. Los recorro ahora a lomos de Google Map y busco los surcos de su resonancia en mi disco duro del año 62 o 63, cuando el niño que yo era acaba de romper por descuido una botella de agua al ir a llenarla en la fuente del mercado. Y por miedo, vergüenza, apuro, timidez, cobardía, o tal vez y más probablemente, por pura inocencia culpable —esa cruz—, ese rapaz o “guaje” es incapaz de regresar al puesto de venta de su tío el Buhonero, donde se encarga de ayudar en los recados y se alegra cuando le dejan despachar a algún cliente. De modo que, sin apenas pensarlo, como el que pone pies en polvorosa (una frase de cuyo significado ni entonces ni ahora he estado muy seguro), ha emprendido el azaroso regreso a casa, en la citada Bermúdez de Castro, sin decir nada nadie y preso en todo momento de una pura turbación. El ojo cenital de Google permite hoy recorrer palmo palmo casi cualquier camino y sería fácil ir desmenuzando este y aquel rincón y sacarle brillo a cada hilo del ovillo de la memoria, pero se imponen la brevedad de los días huidizos, la lógica imperante del fragmento y el escollo de la escasa atención sostenida. Así que acabaré diciendo que, dada mi parca capacidad de orientación, me sigue resultando inexplicable cómo pude haber recorrido ese camino sin perderme y, por lo que recuerdo, sin una sola duda en las bifurcaciones. Tal vez lo del ángel de la guarda no sea sólo un cuento de madres angustiadas ni ese a veces turbador y algo empañado espejo de nuestra conciencia.
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viernes, 15 de mayo de 2020

Boquetes de magia

(En voz alta). «Boquetes de Magia», así con mayúscula, es lo que hay en este vídeo que ha venido, casi de mano de la tormenta, a alegrarme la rara tarde de mayo, isidril. Todo enhebrado por la lira más perfecta y hermosa, también la más precisa y sublime, en que el castellano (español) ha logrado encarnarse. Y con toda la sabia belleza granadina. Una rara conjunción. Como esas palmas —coro de criaturas, de aves marinas, de ecos celestes— que hacen de cauce para que las palabras del mudejarillo lleguen más hondo. O el diálogo final y filial entre Morentes. La luz filtrada. El agua. Unos minutos de felicidad. No se los pierdan.

Polémicas redes


(En voz alta). He aquí una reflexión, con acusaciones muy duras, sobre ciertos aspectos de los nuevos usos tecnológicos y, en particular, los usos más o menos ocultos de las redes sociales. Puntos de vista dignos de tenerse en cuenta. Para seguir pensando. Y actuando.

Leyenda apócrifa del santo labrador

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Estampa popular de San Isidro Labrador, patrón de Madrid
y protector de las tareas agrícolas.
Dice la voz anónima del romance apócrifo que aquel año el Santo Labrador, algo flojo de voluntad y más bien vago de carácter, yacía tumbado en su jergón con el claro gesto del que ha decidido dimitir de todas sus funciones. «Anda, María, que tú tiés más cabeza —le dice a la mujer tumbada a su lado—. Baja a la pradera y diles que ya, si eso, a otraño...». «¡Pero qué dices, so mendrugo! —le espeta ella—. ¿No ves que es ahora cuando más te necesitan? ¡Ya estás unciendo los bueyes y pa’bajo!». «¡Mecagüen la leche!, ¿pa’ que quiés que vaya! ¡Si non va a haber nadies...!». El labrador parecía decidido a seguir en sus trece, pero el filo de la mirada cónyuge fue suficiente para convencerlo de que no había más opción que obedecer. Así que de un salto abandonó el catre, se embutió las calzas y el jubón más nuevos, preparó en un suspiro de ángel los aperos y, al frente de sus bestias bien uncidas, puso rumbo al Manzanares y hacia las demás riberas en cuyas amenas praderías y tierras de labor se implora y venera con ancestral devoción al santo precursor de la reforma agraria. Si os fijáis bien, con un poco de paciencia, queridos niños, ahora que la ciudad tiene buenos los aires, incluso podréis ver el brillo de la reja de su arado entre las nubes... O en la Nube, que es donde ocurren ya todos los milagros.
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jueves, 14 de mayo de 2020

El regreso

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Yves Tanguy: Todavía y siempre, 1942. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.
Foto: ©VEGAP.
Soñó que había llegado al fin del sueño y que en la blanca oscuridad se acababa todo: el sueño, el cielo, el suelo, la vida. El mar no estaba, ni había aire, sólo un lienzo de niebla. Nadie. ¿Cómo es posible —tal vez diréis— regresar de una aventura así? No lo sabe. Ni si ha regresado. Pero lo cierto es que ese mismo día, a media tarde, le invadió una emoción parecida a la ternura cuando, en un libro de cuyo nombre no logra acordarse, leyó una frase de Novalis, de cuya literalidad tampoco estaba seguro: «Cuando soñamos que soñamos estamos muy cerca de despertar». ¿Sería cierto? Tenía toda la noche para comprobarlo.
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miércoles, 13 de mayo de 2020

La tramoya

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Jacob Jordaens: El bufón, la mujer y el gato (fragmento), hacia 1641-1645. Col. Epiarte.
Se abre el telón y un bufón ocupa el centro de la escena. Mira desafiante al público y declama:

«Así vamos y eso somos.
O somos así, si vamos
vivaces, lentos, a lomos
de las horas que gastamos
y nos consumen. Los cromos
y viñetas de la vida
son, si amenos, la tramoya
de la función: no hay salida
por el foro: nos arrolla
la corriente. Y nos olvida.»
Con los últimos versos ha ido invadiendo el escenario un río de plástico que cubre por completo al bufón, mientras lentamente cae el
Telón.
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martes, 12 de mayo de 2020

El invisible (u)

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Leonardo da Vinci: Autorretrato, hacia 1512. Biblioteca Real. Turín.
«Su nombre es nsp12. Seguid la pista» (LdV)
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