(Al filo de los días). Si al final (o al hilo) de un intercambio de mensajes con un amigo —tocayo, por más señas— comparece este vídeo del año 79 urdido en torno a una canción no sólo resonante sino casi ya redundante, por el enorme juego que su mensaje nos brinda para entender (y no) el tiempo que vivimos, ¿qué menos puede 1 hacer sino compartirlo? Por fortuna, ciertas “cosas de época” no sólo siguen estando vivas y operativas sino que tienen la virtud de erigirse en baluartes de una cierta continuidad... tan incierta. Por lo demás, ¡viva la Radio!
viernes, 1 de mayo de 2020
¿Quién mata a quién?
(Al filo de los días). Si al final (o al hilo) de un intercambio de mensajes con un amigo —tocayo, por más señas— comparece este vídeo del año 79 urdido en torno a una canción no sólo resonante sino casi ya redundante, por el enorme juego que su mensaje nos brinda para entender (y no) el tiempo que vivimos, ¿qué menos puede 1 hacer sino compartirlo? Por fortuna, ciertas “cosas de época” no sólo siguen estando vivas y operativas sino que tienen la virtud de erigirse en baluartes de una cierta continuidad... tan incierta. Por lo demás, ¡viva la Radio!
Unos minutos de publicidad
(En voz alta). No suelo incluir, al menos de forma consciente, publicidad en este muro. Pero hoy me voy a permitir una excepción con esta pieza de mi amigo Bruno Galán para Oisho. Es fresca, alegre, luminosa. Y acorde con el mes de mayo que hoy se inicia. ¡Hala, a abrir ventanas! Y mañana, a la calle... un ratito. (Gracias, Celia).
Un paisaje de Oniria
Álvaro Delgado: Casa junto al río, hacia 1960. Acuarela. |
En el sueño, seguramente por influjo de estos relatos, había llegado a un pueblo llamado Oniria que se quedó fijado en mi memoria como si lo hubiera visitado de verdad. Unos cerros apenas alzados como telón de fondo bajo un cielo tachonado de nubes, pinos, cipreses y otros ejemplares del bosque mediterráneo, casas y caserones dispersos, alguno con un amplio jardín, campos vallados, un río, una barca en medio del río, un hombre remando... Un sueño, en verdad, muy apacible. No me ha extrañado nada comprobar que ya lo había soñado —y literalmente— alguien antes que yo.
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jueves, 30 de abril de 2020
Parrafaear...
(Lecturas en voz alta). Una de las cosas que más echo en falta en este confín es el poder "parrafear" con algunos amigos, y preferiblemente de uno en uno y cara a cara, que ese ha sido casi siempre, y en mi experiencia, el verdadero espacio de la amistad. Este largo artículo de Rafael Narbona en la muy recomendable Revista de Libros, entre otras cosas interesantes (y discutibles, claro), tiene la virtud de elogiar, y muy de veras, esos encuentros. Su lectura es por eso doble o triplemente reconfortante. Así que lo comparto.
En son de Paz (4)
Octavio Paz conversando con Borges y María Kodama, en uno de sus encuentros. Merece la pena leer este “recuento” de Paz. |
Paz el autor, el lector, el corrector: un hombre de palabra. |
Octavio Paz: una sonrisa iluminada desde dentro. Foto tomada del archivo de la Nobel Foundation.
(En son de Paz, 16). »El tiempo del poema no está fuera de la historia sino dentro de ella: es un texto y es una lectura. Texto y lectura son inseparables y en ellos la historia y la ahistoria, el cambio y la identidad, se unen sin desaparecer. No es una trascendencia, sino una convergencia. Es un tiempo que se repite y que es irrepetible, que transcurre sin transcurrir, un tiempo que vuelve sobre sí mismo. El tiempo de la lectura es un hoy y un aquí: un hoy que sucede en cualquier momento y un aquí que está en cualquier parte. El poema es historia y es aquello que niega la historia en el instante en que la afirma. Leer un texto no-poético es comprenderlo, apropiarse de su sentido; leer un texto poético es resucitarlo, re-producirlo. Esa re-producción se despliega en la historia, pero se abre hacia un presente que es la abolición de la historia. La poesía que comienza en este fin de siglo que comienza [1972], no comienza realmente. Tampoco vuelve al punto de partida. La poesía que comienza ahora, sin comenzar, busca la intersección de los tiempos, el punto de convergencia. Afirma que entre el pasado abigarrado y el futuro deshabitado, la poesía es el presente. La re-producción es una presentación. Tiempo puro: aleteo de la presencia en el momento de su presentación/
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Vidas para el recuerdo
Aurora Ríos, Victoriano Campos, Miguel Sánchez, Claudia Parra y Alejandro Ruiz, los protagonistas del relato de Jabois. |
Nota personal: figura entre los protagonista del reportaje, Victoriano Campos Morro (el segundo en la fotografía), padre de mi entrañable amigo Antonio Campos, un extremeño recio, industrioso y sensible (el padre), de cuya alegre vitalidad pude disfrutar en los tiempos de Martín Martínez y el Edificio Herrera, durante unos laboriosos años. Fue Antonio, además, quien me dio la pista de un texto que se me había pasado en el papel. Gracias.
El Trepa
Imagen tomada de la red y cuya autoría, título, fecha, ubicación, etc. desconozco. He intentado localizar esos datos, pero sin suerte. Se agradece información. |
Durante los días de encierro —medita, y sin comillas, el Confinado—, a veces se me viene a la cabeza, y con fuerza tal que se instala delante de mis ojos, la casi proverbial figura del trepa —ella o él— y en algunas de esas oportunidades caigo en la cuenta de que, en ocasiones, he tenido muy cerca de mí a un verdadero trepa —él o ella—, aunque haya tardado en percatarme de esa su verdadera condición. Y es que —conclusión también de los días del confín—, por extraño y hasta contradictorio que pueda parecer, en la naturaleza del trepa —ella, él, incluso ello— hay una indudable facultad rastrera, excavadora, incluso de babosa, de modo que no siempre es fácil advertir maniobras que en realidad son justamente lo opuesto a lo que parecen. Trepar, reptar, tal vez urdir. El trepa —ella, él, ello—, a su modo, también es un artista.
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