lunes, 16 de marzo de 2020

El mendigo

La imagen puede contener: una persona, barba
Mendigo en la calle. Foto cuyo autor desconozco.
Tomada del repertorio de «fotos gratis», de Pxhere
—Buenos días, amigo. ¿No sé si debes estar aquí hoy?
—Aquí, ¿dónde?
—En la calle, pidiendo. Estamos en cuarentena.
—Ya, ya lo sé.
—¿Entonces?
—Las normas permiten salir a la calle a hacer la compra.
—¿¿...??
—Este es mi modo de hacer la compra.
—No sé si eso convencerá a la policía.
—Ya han pasado un par de veces y no me han dicho nada.
—Pues, nada. No voy a ser yo más exigente que la autoridad.
—Además, sabe lo que le digo...
—¿Qué?
—Prefiero morirme del bichillo ese que de hambre en casa.
—Visto así... No te falta razón. Toma, para algo te servirá. Y buenos días.

—Ya lo creo. Gracias.
—¡Suerte! Nos va a hacer falta a todos.
—¡Con Dios!

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domingo, 15 de marzo de 2020

El principito... ¿de qué?

No hay ninguna descripción de la foto disponible.
Antoine de Saint-Exupéry: Le Petit Prince, 1943.
Ilustración de la cubierta pasada a negro.
En el sueño, curiosamente en blanco y negro, aparecía el libro y leía: «Había una vez un principito que vivía en un planeta apenas más grande que él y que tenía la necesidad de un amigo...» Iba a pasar la página cuando me embargó un extraño malestar al cerrar el pequeño volumen y detenerme en la ilustración de la cubierta. Ahora, ya despierto —o eso creo: todo está bajo sospecha—, algo que me recuerda mucho a esa imagen turbadora se me aparece a cada poco en la pantalla del televisor. Confío en que no sea el principito de ningún mal sueño.
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sábado, 14 de marzo de 2020

Leviatán

La imagen puede contener: cielo, exterior y agua
Muelle de madera en blanco y negro. Foto de autor no localizado.
Lo vimos dando tumbos por la pasarela pentagonal, al lado del mar verdoso, con un estropicio considerable. Apestaba a güisqui a metro y medio, incluso a dos, y no muy lejos de él se veía en la arena una botella vacía. Nos dijo que se llamaba Ismail, Smile, Smoke, o algo parecido, y debo confesar que me dieron ganas de propinarle un par de colisiones. Pero me reprimí y me limité a ponerlo en los tentáculos del suboficial, tras recordarle la prohibición de andar por allí a aquellas horas y menos en aquel lamentable estado. Tratamos de acercarlo, no sin precauciones, hasta donde nos dijo que estaba su casa. Pero la dirección correspondía a una de las colonias exteriores ya resecadas y al final lo hemos tenido que recluir en el leviatán de la nave nodriza. Pese a su visible deterioro, es un buen ejemplar. Probablemente nos servirá para el experimento.
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viernes, 13 de marzo de 2020

La perorata de Ignatius

La imagen puede contener: una o varias personas, gafas y primer plano
Lee Jeffries: Retrato de la serie Lost Angels.
«Españoles: estamos ante una hora en la que, una vez más, el destino pone a prueba no sólo la firmeza de nuestro carácter, forjado en las más duras bregas y en las minas medulares de áureos manejos, sino también, y de forma muy especial, la templanza de ánimo que sustenta y mantiene enhiesto el macizo de la raza, de modo que, ¡mecagüendiés!, cómo a alguien se le ocurra volver a esputar en la calle sin ton ni son, hacer de sus menores en cualquier córner o mismamente esquina, o aunque sólo sea tirarse de facto la pinche colilla a la puta calle, que el otro día sin ir más lejos me quemaron un huevo, me parece que me voy a marchar de este país de mierda y a tós vosotros os van a ir dando mucho por el bul...». Iba, como de costumbre, hablando solo, por Ramos Carrión, y después se metió Clara del Rey arriba, y ya no pude escuchar el remate de su perorata, que nunca es la misma pero siempre se da un aire. Me pareció que estaba algo más gordo.
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jueves, 12 de marzo de 2020

Sincronías razonables

La imagen puede contener: 2 personas, primer plano
Ron Perlman y Diego "el Cholo" Simeone
(Sincronías). No puede ser sólo puritita casualidad que, a la misma hora en que el Atleti de Simeone se merendaba al Liverpool, su razonablemente parecido en lo físico, el actor Ron Perlman, vuelva a las pantallas de La 2 interpretando al inolvidable Salvatore, en esa joyita incombustible (aunque acabe en llamas) que es El nombre de la rosa. Una vez más, la música del azar. 


(Dedicado a Chuba Duruba y todos los atléticos fraternales).

Papel

La imagen puede contener: árbol y exterior
Descals Munt: Kiosco, s.f., s.l.
En el kiosco de prensa, esta mañana, a eso de las 11:40...
—Buenas, Miguel. Vaya, veo que hoy casi te has quedado sin género.
—Si, pero te he guardado «El País».
—Buena señal.
—¿El qué?
—Hombre, que hayas vendido muchos más periódicos es síntoma de que la gente se ha tomado en serio lo de la peste y se informa en fuentes fiables...
—Pues no estaría yo tan seguro.
—¿Y eso?
—Según me ha dicho más de uno, parece que en los supermercados se terminó el papel higiénico...
—¡Glub!

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(Literal, sobre poco más o menos)

miércoles, 11 de marzo de 2020

La fiesta de la edición

De izquierda a derecha: Javier Solana (ministro de Cultura), el Rey Juan Carlos I, Rafael Alberti, Jaime Salinas, Dámaso Alonso y Luis Rosales, la Reina Sofía, Pedro Lain Entralgo y Manuel Gala (rector de la Universidad de Alcalá), en la entrega del Premio Cervantes a Alberti en 1984.
De izquierda a derecha: Javier Solana (ministro de Cultura), el Rey Juan Carlos I,
Rafael Alberti, Jaime Salinas, Dámaso Alonso y Luis Rosales, la Reina Sofía,
Pedro Lain Entralgo y Manuel Gala (rector de la Universidad de Alcalá),
en la entrega del Premio Cervantes a Alberti en 1984. 
(En voz alta). Valiente, sorprendente y pertinente (sin sordina) me parece esta columna de Vicente Molina Foix. Resultará especialmente interesante a quienes estén leyendo (es mi caso) Cuando editar era una fiesta, el segundo “libro de memorias” de Jaime Salinas, urdido por Enric Bou a partir de la correspondencia del editor con su amigo y amante, procedimiento que ha dado lugar a algunas polémicas. Aunque sin el conocimiento de causa que Molina tiene —de hecho comparece varias veces en la obra, y no siempre, me parece, con su mejor perfil—, comparto su opinión final: un libro oportuno y una fiesta para todo lector que, en mayor o menor grado, se sienta concernido por la historia editorial y cultural española del último medio siglo, y de forma muy especial en las tres décadas finales del anterior. Por lo demás, el artículo se inicia con una muy tajante afirmación —o profesión de fe—que, más que exagerada, me ha resultado llamativa. Que santa Emily no me lo tenga en Dickinson.