domingo, 9 de febrero de 2020

Viejo oficio

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Foto: © 2020 Design Milk®.
En los momentos de mayor esplendor de su optimismo se siente como un ciego en una noche oscura buscando un gato negro que no existe. Para agüeros, los suyos.
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sábado, 8 de febrero de 2020

El sueño de Gulliver

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Tetsuya Ishida: Soldado, 1996. Shizuoka Prefectural Museum of Art, Japón.
«Ayer me dormí pensando —decía el mensaje— que todavía era posible poner remedio».
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viernes, 7 de febrero de 2020

El billete de metro

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Plano del Metro de Madrid en 1982.
El principal uso secundario que tenía el billete de metro —no sé si os acordáis, colegas— era servir de boquilla para los canutos, petas, joints, mays o flais, que de todas esas formas se solía llamar a los porros. Y además su uso se consideraba un timbre de honor, junto al muy lujoso papel Abadie, de tal forma que una “movida” —ese era el significado inicial de la palabra: ponerse en marcha para pillar “costo”— , una movida, digo, que contara con esos ingredientes tenía a ojos de todos un valor especial. Así que una gran pérdida para la identidad madrileña es, quién lo duda, la desaparición del viejo billete de metro. A veces todavía me encuentro alguno extraviado entre las páginas de un libro y en ocasiones llega a tener un valor casi mágico: a su conjuro (y con sus pistas), soy capaz de recordar el trayecto, el destino, el punto de partida y, más que nada, alguna circunstancia de mi vida de entonces que quedó indeleblemente ligada a la lectura en cuestión. Es como si ese billete hiciera posible de nuevo el viaje. Eso y que aún no me he repuesto del asombro del día que descubrí el secreto de la estación fantasma. Estamos vivos, ya digo, de milagro.
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jueves, 6 de febrero de 2020

El reto

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Foto de autor desconocido. Se agradecen pistas.
De los días pasados en los árboles sólo recuerda la vez aquella en que su abuelo lo llevó a conocer el vidrio y se le helaron las lágrimas de la memoria en el crítico momento de sentir cómo se le cerraban los ojos por última vez. Estamos vivos, y si acaso, de milagro.
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miércoles, 5 de febrero de 2020

Steiner: palabras póstumas

George Steiner
Steiner en su casa de Cambridge, en 2016. Foto Antonio Olmos.

(Lecturas en voz alta). Después de sobreponerme al efecto de ese calculado ejercicio de “extrema autoestima” que significa reclamar una entrevista póstuma, me he lanzado vorazmente sobre esta pieza del gran George Steiner que nos acerca al genio y al temple de un magnífico divulgador en el momento crucial de dar por concluida su vida y hacer un nervioso —aunque razonado— balance biográfico, lúcido a la par que generoso y también indulgente. Lo he leído en el papel, lo que además me ha permitido subrayar algunos fragmentos que me han parecido memorables (literalmente) y que de inmediato incorporaré como un digno capítulo final a Errata, los inolvidables apuntes biográficos del destacado intelectual. Se está volviendo tan concurrida la cola del “Éxitus”, que corremos el riesgo de quedarnos sin manos para tanta despedida.

Apocalipsis, pero menos

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Alejandro Gayvoronsky: Estudio sobre la teoría del Apocalipsis, I. 2018.
Y dice Dios: «Un buen Apocalipsis, un Apocalipsis como dios manda, debe costar un dineral...» ¿Será por eso que aún no...? Va a ser por eso.
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martes, 4 de febrero de 2020

José Luis Cuerda se traslada al bosque animado

José Luis Cuerda, una mirada inteligente y divertida.
(Visiones en voz alta). A José Luis Cuerda, que acaba de abandonar el patio de butacas, le debemos los amantes del cine muchas mercedes directas e indirectas. De las primeras destacan, claro está, sus películas, entre las que, además de ese santo grial del surrealismo mesetario que es Amanece que no es poco, con sus precuelas y secuelas, ocupa en mi memoria un lugar sobresaliente La lengua de las mariposas, filme que está a la par, en calidad, belleza y emoción, del maravilloso cuento de O’Rivas en que se basa. Y que sigue conteniendo, en su escena final, una de las metáforas más dolorosas y ciertas de la tragedia absoluta que fue la Guerra Civil. En cuanto a las deudas indirectas, son muchas, pero no es la menor el decisivo apoyo que Cuerda le prestó en sus inicios a Alejandro Amenábar, hasta el punto de que no es exagerado afirmar que fue el verdadero descubridor de su talento. Aparte de esto, en mi tributo particular al gran cineasta destaca sobremanera otra pieza que forma parte de mi filmografía preferida y que, si logro localizarla en mi vieja colección de deuvedés, volveré a ver hoy en su honor y como agradecimiento por las muchas horas de felicidad. Me refiero a El bosque animado, ese viaje por las “corredoiras” de la memoria y la imaginación que tan vivo sigue, aunque sea a costa de contener, ay, ya tanta muerte. Buen viaje, maestro. Que el espíritu libre del bandido Fendetestas y el ánima de Fiz de Cotovelo, junto con el resto de la blanca comitiva, guíen tus pasos.