José Luis Cuerda, una mirada inteligente y divertida. |
martes, 4 de febrero de 2020
José Luis Cuerda se traslada al bosque animado
Mausoleo
Juan Soriano: «La muerte enjaulada» (serigrafía), 2001. Colección Marek Keller. |
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lunes, 3 de febrero de 2020
Évole lo ve (de nuevo)
Jordi Évole, de nuevo en primera plana |
Adagia Andante (2a)
El poema se compone de oraciones, imágenes que elevan la mirada hasta el fondo del duelo de la vida, es una devoción que da sentido al instinto más puro de la especie.
La palabra nos salva de la nada porque hace que la nada no destruya el hilo que da vida a nuestros sueños más allá de la muerte y sus esbirros. Es nuestra fe: engendra trascendencia.
Por el poema es posible volar a ras de tierra para ver cómo crecen las semillas de la bondad, la verdad y la belleza.
El poema es el latido de la vida. Su verdad es terrible: también muere.
La materia del poema es el poema.
El poema es materia maleable: importa en su decir cómo lo dice (no hay querella de fondo con la forma).
La línea de tensión es siempre imaginaria. Hay que tensarla en todos los sentidos.
El poema es siempre impersonal: desaloja las máscaras para mostrar que todo rostro oculta una carencia y un sueño inalcanzable.
Hay que regar la tierra del poema, inventar el paisaje, darle cuerpo.
También es la memoria arquitectura. Y ruina romántica: viejas losas comidas por la hierba y el sol poniente tras los arcos desnudos, entre columnas que ya tan sólo enmarcan la lenta somnolencia del pasado, los ojos adheridos a la hiedra y el vómito de la melancolía.
Por eso es el poema, en su mudanza, una suerte de sagrado sortilegio, un eco de palabras sanadoras que hay que decir despacio y por su orden.
Jung en la jungla
Le Douanier Rousseau: Joyeux farceurs, 1906. Philadelphia Museum of Art, Pennsylvania. |
—Y aquí se acaba toda la ocurrencia —le dice a su amigo el Hidalgo Galeno.
—Tiene recorrido —responde el Cabo Ladino.
—Puede ser, la resonancia y la semántica a veces hacen buenas migas.
—Ya, y un pan como unas hostias.
—Le noto contundente, y hasta belicoso, en sus pronunciaciones.
—No crea, es sólo cierta tendencia a no cansarme del pegajoso acervo popular.
—Acerbo, eso también le cuadra: hay que ver cómo se ponen ustedes a veces.
—¿Nosotros? ¿Quiénes?
—Los plurales, ya me entiende.
—Le aseguro que no.
—Es igual. Vale quien sirve.
—No es fácil mantener el tipo.
—No, no lo es.
—Ni seguir adelante sin perderse.
—En todo hay algo de selva.
—Ni es sencillo salir de la jungla.
—Allí volvemos.
—Y de nuevo a Jung.
—Habrá sido de forma inconsciente.
—Eso será.
Tuve que chistarles y mandarles callar. Se comportan como lo que son: un par de merluzos. Me han tomado tanta confianza, que se pasean por mis sueños como si tal cosa. Y con su cháchara redicha e incesante no me dejan dormir.
—Tiene recorrido —responde el Cabo Ladino.
—Puede ser, la resonancia y la semántica a veces hacen buenas migas.
—Ya, y un pan como unas hostias.
—Le noto contundente, y hasta belicoso, en sus pronunciaciones.
—No crea, es sólo cierta tendencia a no cansarme del pegajoso acervo popular.
—Acerbo, eso también le cuadra: hay que ver cómo se ponen ustedes a veces.
—¿Nosotros? ¿Quiénes?
—Los plurales, ya me entiende.
—Le aseguro que no.
—Es igual. Vale quien sirve.
—No es fácil mantener el tipo.
—No, no lo es.
—Ni seguir adelante sin perderse.
—En todo hay algo de selva.
—Ni es sencillo salir de la jungla.
—Allí volvemos.
—Y de nuevo a Jung.
—Habrá sido de forma inconsciente.
—Eso será.
Tuve que chistarles y mandarles callar. Se comportan como lo que son: un par de merluzos. Me han tomado tanta confianza, que se pasean por mis sueños como si tal cosa. Y con su cháchara redicha e incesante no me dejan dormir.
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domingo, 2 de febrero de 2020
In ictu oculi
Contracubierta del Codex Manesse. Hacia 1305-1313. Biblioteca de la Universidad de Heidelberg. |
(La hora 25)
Fue visto y no visto. Todo lo que pueda contar sobre lo que ocurrió antes cae del lado de una nostalgia inútil, que además ya no puedo permitirme. Y en cuanto a lo que ocurrió después..., no estoy seguro de que estéis preparados para poder asumirlo sin daño. Incluso cabe la posibilidad de que pusiera en peligro vuestra salud mental. De modo que lo mejor será no decir nada más. Y cerrar los ojos. Y el libro.
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sábado, 1 de febrero de 2020
Las cuitas del biógrafo
Joyce, el día de su boda con Nora Barnacle, en Londres en 1931. FINE ART / HERITAGE / GETTY (El Pais) |
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