jueves, 19 de septiembre de 2019

El envite (o la traición)

Édouard Manet: «Stéphane Mallarmé»,1876. Musée d’Orsay, París.
© RMN-Grand Palais (Musée d'Orsay) / Hervé Lewandowski.
«Estas palabras», me dijo sin levantar la vista del papel donde las escribía al tiempo que las pronunciaba, «no están aquí para nada que sea distinto a ellas. Son voces puras. Se limitan a sonar. Y a crear sombra». Como ocurrió lo cuento. Lástima que para ello tenga que..., cómo decirlo, que... traicionarlo. ¿Pero quién vive?
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miércoles, 18 de septiembre de 2019

Jabois, de nuevo


Quique González & Los Detectives:Me mata si me necesitas (2016) IMG_1057(Lecturas en voz alta). Recuerdo que lo primero que me llamó la atención, hace más o menos una década, de la prosa de Jabois fue su inconfundible aire cunqueirano, no solo por cierto uso de giros lingüísticos y el empleo de tiempos verbales al modo del español que se habla en el noroeste, ni tampoco exclusivamente por la famosa retranca del humor galaico: fue la clara presencia de los signos de un tipo de “inteligencia sintiente” de la que el autor de Mondoñedo es un verdadero prototipo lo que advertí en los primeros escritos del periodista pontevedrés que pude conocer, tal como tuve ocasión de poner de relieve en una vieja entrada de mi blog titulada con un Lean a Jabois más celebratorio que imperativo. Algunas de aquellas intuiciones se ha ido precisando y distinguiendo, en la medida en que Jabois ha ido completando su currículo con una admirable dedicación periodística y un espléndido impulso narrativo cristalizado en un par, acaso tres, libros de gran calidad (ante todo Malaherba). Pero el aroma a lo Cunqueiro no se ha perdido en sus estilo y a veces, como ocurre en esta magnífica pieza de alta cocina memorística, reportera y sentimental (en el sentido vallinclanesco y umbraliano de este último término), se extiende por toda la sala como si la vara mágica de Merlín hubiera vuelto a remover el aire.

Unas gotas de ¿consuelo?

La ría de Vigo. Foto de A Cenador.
(Lecturas en voz alta). Inasequible al desaliento, el gen zumbón del humor galaico maquina entre los signos visibles de la catástrofe hasta extraer un poco de ¿consuelo? Téngase en cuenta que el artículo está escrito antes de la (pen)última gota fría. Y no parece tener en cuenta que ya Julio Verne, que con el Nautilus faenó entre los pecios de la ría de Vigo, se anticipó también en esto.

_Lecciones

Claudio Gallina: Saltá ahora. Col del autor, Buenos Aires.
—Atención, niñas, niños, ¡examen sorpresa! Hay que completar la frase escrita en la pizarra con las consonantes que faltan. Tenéis 7 semanitas 7. No vale bostezar.
(La frase:)
__OTAR, __OTAR y VOLVER a __OTAR.
(Se admiten soluciones).

martes, 17 de septiembre de 2019

Savater y el dolor que no se cura


(Al hilo de los días). Conviene no confundirse. Puede parecer que por ahí fuera pasan cosas de gran importancia y trascendencia, y alguna hay que retumba mucho. Pero lo verdaderamente importante sigue teniendo que ver con la vida, que sigue, con el amor, que sobrevive, y con la muerte, que espera y nos marca. Palabras de verdad en medio del furibundo y falaz vértigo. Fernando Savater entrevistado por Carlos Alsina: palabras necesarias.


La imagen puede contener: una persona, sonriendo
He aquí uno de los libros que más he deseado tener a mi alcance en los últimos años. Clara, la amable y competente librera de El Buscón, me daba un ejemplar de (ya) la segunda edición. Al final, me lo ha cambiado por el ejemplar del escaparate.

Doble retrato (acaso triple)

La imagen puede contener: 2 personas
Doris Ziegler: Doppelbildnis D.Z, 1985-2004. Col. Particular.

Suele ocurrir, al principio de la vida, que poca gente nos conoce de verdad. Pasado el tiempo, suele ocurrir que de verdad nos conoce poca gente. ¿La conclusión?: ¡qué poca gente nos conoce de verdad!
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lunes, 16 de septiembre de 2019

Muerte por agua

Vista aérea del Mar Menor, ahora en grave peligro. Foto tomada de WikiMurcia
(Al hilo de los días). Es una congoja insoportable, además de una rabia infinita, lo que provocan las imágenes del Mar Menor tras las terribles inundaciones, no por no inesperadas (¡pero nadie puede esperar nunca nada así!) menos desoladoras. Alguien ha dictaminado ya la muerte del Mar Menor, después de tantas heridas apenas cicatrizadas, y es casi imposible dejarse convencer de que esto es el fin, no es posible asumirlo. Se había previsto su desaparición por efecto del cambio climático, tal vez en un par de décadas, cuando la subida del nivel del mar hubiera cubierto la frágil barrera de La Manga y la gran laguna volviera a formar parte del continuo de agua salada, como fue en otro tiempo. Pero este horror añade, por así decirlo, la sevicia al desastre: al convertir en un inmenso albañal lo que hasta no hace mucho era una maravilla cercana de la naturaleza, pone en primer plano la verdadera causa de la tragedia, o al menos el factor de aceleración y agravamiento de los cursos naturales: nuestra civilización es un completo error si acaba destruyendo, y de modo tan vil y finalmente impune, el escenario. Aún queda (queremos que quede) una brizna de aliento para pensar que no es demasiado tarde. La prueba de fuego definitiva, aquí y ahora, será ver si es posible devolverle la vida al cadáver. Un milagro.