domingo, 30 de junio de 2019

Brindis al sol

Evaristo Valle: Demetrio, el guapo, en la taberna, h. 1949. Museo de Bellas Artes de Asturias.
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Es fama que el autodenominado Cacique Bueno, cada vez que por entonces regresaba al pueblo donde había sido maestro, entraba en el bar de O Ruco abanicándose de forma ostensible y casi “ostentórea” con un billete de cinco mil pesetas y profería con gran ampulosidad la misma frase: «Antonio, pon de beber a todos istes». Pero todos sabían que aquel gesto estaba minado en sus orígenes. No era más que un brindis al sol, aunque parece ser que ayer volvió a cobrarse otra ronda*
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sábado, 29 de junio de 2019

Llamazares en Fermoselle

Vista de Fermoselle (Zamora).
(Lecturas en voz alta). Me ha gustado mucho este artículo de Julio Llamazares, por lo que tiene de generosa lectura de dos poetas jóvenes y por la importancia que concede a la mirada sensible hacia lo que está ahí desde siempre, a menudo sin nosotros o, como alguien dijo, «llamando a la ruina en medio del unánime bostezo». 
Llamazares, que fue uno de los primeros que le prestó atención literaria a lo que ahora se ha dado en llamar la España vacía o vaciada, sabe muy bien de lo que habla. Y es de agradecer que lo haga así.

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Contemplando L’origine du monde (1856), de Gustave Courbet. Museo de Orsay, París.

P A R A

A M A R
R A P E
A R E A

viernes, 28 de junio de 2019

3 noticias 3

Gianni Vattimo
Gianni Vattimo, en su casa de Turín. Foto de 
(Lecturas en voz alta, 1). La lectura del papel de esta mañana aporta tres historias particularmente interesantes, ambas tres alejadas de la machacona y truculenta y exasperante realidad política y canicular. La primera es esta entrevista que Daniel Verdú le hace al filósofo Vattimo en su casa de Turín. Resulta muy curiosa la forma en que el padre del “pensamiento débil” contempla el tránsito (o sea la muerte) y su relación con las viejas glorias de la filosofía.
Vista áerea de las 30 hectáreas sobre las que se ha realizado las prospecciiones geomagnéticas con resultados positivos
Vista aérea del yacimiento de Recópolis. 
(Lecturas en voz alta, 2). La segunda es este reportaje sobre las ruinas de Recópolis, la ciudad visigoda cercana a Zorita de los Canes, en Guadalajara, cuya lenta pero sostenida excavación no deja de proporcionar datos del máximo interés. Aún recuerdo la extraña impresión que me asaltó, cuando visité el yacimiento a mediados de los 90, de estar ante una ruina reciente, como recién bombardeada.
(Lecturas en voz alta, y 3). Y la tercera, cuya localización digital ha sido laboriosa, es este reportaje sobre Ayna, el inolvidable pueblo de la sierra albaceteña devorado por la ficción. Con ser muy interesante lo que se cuenta sobre su actual alcalde (aquel “niño deprimío” del «Amanece que no es poco»), lo que me ha impactado ha sido esa y griega tildada, todo un alarde de excepción ortográfica que, como he podido comprobar, cuenta con el aval de las autoridades del «fija, limpia y da esplendor». Es difícil, creo yo, no verlo como otra víctima.

Grafiteros

Uno de los grafitis de Pompeya y Herculano.
«Oh, pared —decía en mitad del muro la pintada más discreta—, me maravilla que no te hayas hundido bajo el peso de tantas necedades».
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jueves, 27 de junio de 2019

El buen pespunte*

No hay ninguna descripción de la foto disponible.
Óscar Domínguez: La Couturière, 1942. Col. particular.
En aquellos tiempos, mucho antes que una letra griega, alfa era una máquina de coser: quizás, junto con la radio, el primer artilugio verdaderamente moderno que hubo en nuestras vidas.
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*Como muchos ciudadanos coetáneos de Eburia recordarán, «El Buen Pespunte» era el nombre de una famosa tienda de enseres domésticos que tuvo su primera sede en la calle del Sol esquina a Santa Lucía.


miércoles, 26 de junio de 2019

El durmiente

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José de Ribera: El sueño de Jacob, 1639. Museo del Prado, Madrid.
A veces por el sueño tengo la impresión de que llego a recuerdos imposibles. Anoche, por ejemplo, soñé que estaba durmiendo en una gruta en los altos de la meseta, cuando el cielo se iluminó de pronto con la más poderosa luz que haya visto nunca. Supe después que el asteroide Theia, del tamaño de Ares, había chocado con la zona invertida de la Tierra y que de aquella inconcebible colisión, que durante un buen rato hizo que el planeta desapareciera de todos los registros inteligentes del cosmos, se formó la Luna. Durante mucho tiempo el nuevo cuerpo quedó cubierto por un manto de lava ardiente, «en el que —según cuentan las crónicas— los materiales más pesados fueron cristalizando en el fondo, en tanto que los más ligeros permanecían flotando en la superficie como polen útil para fecundar los cauces internos de la materia». No quedaba claro, en el sueño, dónde estaba yo mientras todo esto ocurría. Pero tampoco sé muy bien dónde estoy ahora. Ni si volveré a soñar.

(Inspirado en una información de El País, jueves 16 Junio 2019, p. 33).