jueves, 20 de diciembre de 2018

A contracorriente (2)

La imagen puede contener: exterior e interior
Manuel López Villaseñor: Visita en el pasillo, 1977. Museo López Villaseñor, Ciudad Real.
Fue entonces cuando comprendimos que la vida nunca pasa entre paréntesis. Y que, querámoslo o no, pero sobre todo si lo ignoramos, todo ocurre tan sólo (¿tan sólo?) en nuestra mente. Hasta que deja de ocurrir. Pero eso ya no hay forma de saberlo. ¿No escucháis ya las voces de ultratumba? «Otro mundo es posible», dice el eslogan.
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miércoles, 19 de diciembre de 2018

Roma, de Cuarón


Roma, poesía en imágenes.
(Visiones en voz alta). En las últimas horas he visto 2 veces y media Roma, la película de Alfonso Cuarón. Que recomiendo vivamente: me parece difícil encontrar ahora mismo otra ocupación mejor para emplear algún tiempo libre (o liberado) que ponerse a verla. Es el gran cine de siempre contado de nuevo con un ritmo que nos vuelve a reconciliar (ese verbo) con el sabor del tiempo. Una historía mínima inmensa. Un gozo para todos los sentidos. Y qué contradicción: es el tipo de cine que nos ofrece en esencia todo lo que amamos del cine y lo que el cine ha hecho por nosotros en todos estos años, especialmente en las salas oscuras, y sin embargo lo contemplo en Netflix... Aquí está sonando una pavana por un tipo de arte difunto que habrá que contar con detalle (si se deja). Pero la belleza se impone por sí misma. Y «Roma» (un barrio de México al que Cuarón retorna con amoR verdadero) es en eso un prodigio. No-se-la-pierdan.

«Tiempo después»... vuelve a amanecer

(Visiones en voz alta). Sin ser un estricto «amanecista», sí me considero un rendido «amaneciente»: la reiteración intempestiva de algunos tópicos archisobados de Amanece que no es poco, la famosa película "friki avant la lettre" de José Luis Cuerda, me resulta profundamente desagradable, pero la película en sí, en su propia esencia ontológica de disparate lúcido movido por su específica lógica interior (tan transparente), me sigue proporcionando horas gratas, también ya melancólicas, no sólo por el imparable paso del tiempo, sino porque el tipo de cine al que la película pertenece (lo real sin complejos) empieza a ser ya una reminiscencia. Así que estoy contento y moderadamente expectante ante el anuncio de este Tiempo después, que al parecer prolonga aquel mundo y que llegará a las pantallas el próximo 28 de Inocentes. Y que tiene toda la pinta de correr el riesgo de no poder repetir lo irrepetible, aunque esa batalla pueda ser su nuevo galimatías salvador. Veo por el tráiler que Cuerda, tan observador y vibrátil —por algo vive y cultiva vides en los aledaños de la Sacrata Rivoira— se ha dado cuenta del poderoso atractivo plástico del edifico de Torres Blancas, el rascacielos circular de Sáenz de Oiza que marca uno de los límites de mi barrio madrileño (La Prospe), y al parecer lo ha convertido en el escenario de este filme. Como más de una vez he fantaseado, incluso por escrito, con la posibilidad de que este edifico sea en realidad una especie de nave espacial lista para salir al espacio en caso de catástrofe terrestre, no me resulta en absoluto extraña la elección del director manchego. Ojalá que el resultado esté a la altura de las expectativas.

La rueda

La imagen puede contener: una persona, sentada
Caravaggio: Santa Catalina de Alejandría, h. 1598-1599.
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
«No pierda de vista —susurró una voz grave a mi espalda— que todo lo que usted ve en esos ojos ya estaba antes en usted, incluida la forma en que usted siente que esos ojos lo ven». Me volví para ver quién era el que así me hablaba. Y, en efecto, era él. Me había estado siguiendo. Y comprendí que iba a vengarse.
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martes, 18 de diciembre de 2018

La i de incendio

La imagen puede contener: exterior
Leon Goodman: The orator.
Subido a la tribuna, como empujado por la mano de un titiritero insomne, tomó la palabra y peroró: «Inauguramos, ínclitos ingenios indocumentados, inciertas iniciativas inverosímiles, invictas invectivas, informes incredulidades, inesperados incordios, íntimos infundios, incendios, incen... ¡dios!». Y no cesaba.
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lunes, 17 de diciembre de 2018

Edén sin nadie

La imagen puede contener: árbol, exterior y naturaleza
Al ponerse el sol en Ciudad Jardín. © AJR, 2018.
Anda Adán encorvado y macilento:
le han dicho que sudar es su ADN.
Y tendrá que sudar. Es lo que tiene
ser la NaDA al revés. ¡Menudo invento!

Ha dejado El Edén, famosa casa
de citas, y se pierde en las afueras
de Babel, cerca ya de las fronteras
de lo real sin nombre. Y las traspasa.
Doblada la cerviz, cae de hinojos
y siente que regresa a la inocente
claridad encendida del jardín.
En el último giro de sus ojos,
sobre el cielo violeta de poniente
ve la luz que le da su don sin fin.

La h de hipotenusa

La imagen puede contener: una persona, de pie
Édouard Manet: Un bar aux Folies Bergère, 1881-1882. The Courtauld Institute of Art, Londres.
Apoyada en un ángulo de la barra, no dejaba de mirar con angustia hacia el espejo. Se sabía de continuo vigilada por aquel par de catetos. Y hasta llegaba a sentir un poco de sofoco por su nombre falsamente equino.
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