Oasis al atardecer. AJR, 2018 |
«Siempre la multitud de tu hermosura»,
nos dejó escrito Borges. Y esa línea,
con toda su riqueza —si apolínea,
no menos dionisíaca— nos cura
nos dejó escrito Borges. Y esa línea,
con toda su riqueza —si apolínea,
no menos dionisíaca— nos cura
de la devastación plena y sanguínea
de la sola belleza y su tortura:
el ojo vengador que allí, en su altura,
nos vela sin cesar su faz virgínea.
de la sola belleza y su tortura:
el ojo vengador que allí, en su altura,
nos vela sin cesar su faz virgínea.
No hay Platón ni caverna más oscuros,
en la declinación de nuestros días,
que el absoluto efímero del sueño.
en la declinación de nuestros días,
que el absoluto efímero del sueño.
Por eso es un consuelo que en los puros
semblantes que me muestras, vida mía,
venga la multitud a ser tu dueño.
semblantes que me muestras, vida mía,
venga la multitud a ser tu dueño.