lunes, 30 de julio de 2018

Malpaís

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César Manrique: Noche de Malpaís, 1953. Fundación César Manrique, Teguise, Lanzarote.
Con el Faro en mitad de la tormenta, despierto y en silencio, el Farero permanece atento al rumbo de los barcos y escucha voces tan hermosas como las de Yaiza, allá junto a la Montaña de Fuego, en Lanzarote.
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domingo, 29 de julio de 2018

Nautilus (g)

La imagen puede contener: océano, cielo, exterior, agua y naturaleza
Juan Marrínez Abades: Bahía de Vigo con tres mujeres, 1911.
El Nautilus zarpó en secreto de la ría de Vigo cargado de oro. Era el botín que Nemo reservaba para los cretenses que luchaban contra los turcos por su libertad.
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sábado, 28 de julio de 2018

¿Qué fue de la contracultura?

Furgo hippie, un símbolo de la contracultura.
(Lecturas en voz alta). Este artículo de Babelia plantea cierta añoranza sobre aquel movimiento juvenil (década de los 70, inicios de los 80) que, de forma genérica, se conoció como "Contracultura". Y tanto que la quisimos. A la «cultura a la contra», que fue el título que manejamos en Salvat, año 81, para titular un libro de Temas Clave que finalmente se frustó, aunque parte de su contenido posible coincidía con varios capitulillos («módulos» los llámabamos) de «Bajo el signo de la juventud», del filósofo Aranguren que, junto con María J. Ragué, Racionero y otros, fueron quienes trajeron en directo noticias nuevas del fervor californiano. Un artículo, este de Babelia, meritorio, aunque insuficiente para abarcar lo que fue aquella historia, a la que nos sumamos decididamente quienes nos sentíamos comprometidos con la vida antes que con ideología alguna. Y poníamos (ingenuos) en la Exaltación del cuerpo y sus potencias sensitivas y artísticas el verdadero camino de la revolución. O así. «Disolución de tu cuerpo represivo» fue uno de los imaginativos y zumbones eslóganes de entonces. Aunque ahora ya pocos lo recuerdan. Larga vida a “la revolución de los centauros”. Hay sueños de nuestra juventud que podrán ser derrotados pero nunca vencidos.

Luna de sangre

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Joan Miró: Bailarina II, 1925.
Bajo el gran ojo rojo de la noche, el Faro gira silencioso. Y hasta el mar calla.
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viernes, 27 de julio de 2018

La vía italiana

Tejados de Urbino, desde el Palacio Ducal. (c) AJR, 2018
(Lecturas en voz alta). Andando por tierras italianas, por ejemplo en el triángulo que se enmarca entre Bolonia, Rávena y Urbino-Pésaro, con centro obligado en Forlí, uno tiene la impresión a cada poco de que hay tanta historia escondida en el arte tan abundante y visible por doquier, que no nos cansaríamos nunca de caminar con los ojos abiertos y en la cabeza una permanente ensoñación. Todo hasta que la cruda realidad, la inmediata y la mediata, se pone en su sitio y exige atender a cuestiones no ya prosaicas, rudas sin más. En ese vórtice, historias como las que cuenta este reportaje, además de suministrarnos argumentos placenteros y útiles (hoy mismo se verá), subrayan la maravilla del vivir legendario que tenemos siempre al alcance de la mano, frente a toda inclemencia.

Ti en Po

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 Fragmento de la «Danza de los genios de las estaciones»,
mosaico en la Domus de las alfombras de piedra, de Rávena.

Foto AJR, 2018

Si en el espejo está quien yo no era
y es bien cierto que soy el del espejo,
todo está claro: el tiempo es un pendejo,
malandrín y truhán, la gran quimera.

Y una hoguera también: lo quema todo,
trituradora infame de osamentas,
su máquina infernal. Ni te das cuenta,
y ya se ha transformado el río en lodo.
Pero acaso lo único que ignora
el tiempo, dentro de su gruta de ogro,
es la trampa mortal que lo fulmina.
En un solo segundo de la aurora
que pones en mi vida brilla el logro
de lo que ya no es tiempo. Ni termina.

El vigilante

La imagen puede contener: una o varias personas y sombrero
Piero della Francesca: Retrato de Federico de Montefeltro, duque de Urbino, c. 1465-1472.
Galleria degli Uffizi, Florencia.
Desde la línea imperceptible que une el día y la noche, lo ligero y lo grave, la risa y el dolor, el ojo de un vigilante invisible pero real nos mira, primero con asombro, más tarde con indiferencia, quién sabe si finalmente con piedad.
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