viernes, 8 de junio de 2018

De pronto

La imagen puede contener: árbol, cielo, noche y exterior
«El muro de la noche», ©️AJR, 2018.
Quizás toda mi vida se salve en este instante
en que mastico un poco de pan duro de ayer
y exploro la alta noche, juntando tiempo y trama,
como un lugar en donde se puede respirar.

Ser nocturno, he vivido mis vidas más en esta
que en cualquiera otra hora, y esa frecuentación
de sombras y silencio, de deseos en vela,
es mi naturaleza más que yo mismo. Y es
—ahorita que lo pienso sin apenas pensarlo—
la condición que pone al viejo que hay en mí
el ser rapaz del norte, nacido de la niebla
y devenido enigma sin nada que ocultar,
para poder decirlo sin faltar a ninguna
verdad o recoveco de cruda realidad.

Rosalía: Malamente



(Oído y visto en voz alta, 31). «Malamente», lo nuevo de Rosalía, es un tema hipnótico, posbarroco, premoderno, refulgente. Por si aún quedaba alguna duda, vuelve a poner de relieve que, además de una de las voces más peculiares y jondas del neoflamenco, esta chica es valiente. Mucho. Aquí asume riesgos con una frescura y decisión que no son nada frecuentes. A mí, además de encantarme, me ha inquietado.


La atmósfera

Jean François Millet: Cazando pájaros de noche, 1874. Philadelphia Museum of Art, USA.
Al acercarse las cortas noches del verano, el cazador de sombras sentía una aprensión semejante a la del viejo marinero recién desembarcado que ignora si volverá a navegar.
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jueves, 7 de junio de 2018

Selfisombra: el origen

Selfisombra con paraguas. © AJR, junio 2017.

Seremos sombra, mas tendrá sentido. O no. Al menos, manchas nombradas que ordenan, de una forma tal vez irrepetible, la luz. Y el ojo.

Fidelidad

Maurice Prendergast: Children at the beach, h. 1896-1897. Col. Privada.
Cuidaba con esmero su dulce miopía.
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miércoles, 6 de junio de 2018

Resonancias


Una foto en el periódico del día enciende, «por abluciones», otra famosa portada del álbum Wish you were here (1975) de Pink Floyd, y con ella la composición musical de ese título con su enorme poder evocador. Escucharla es viajar en el tiempo por emociones contradictorias, revivir escenas de marcos borrosos, pensar en personas de las que hace mucho que no sabemos nada, vidas que fueron y se acabaron... Y todo, curiosamente, hasta desembarcar en ese mismo paisaje azotado por vientos en que la canción concluye. No nostalgia, afán aún por comprender, desde la memoria del presente, el sentido del camino andado. Si es que alguno hay. Ojalá estuvieras aquí.




La (e)moción

Tribuna de invitados del Congreso. Foto: Ángel Navarrete.
(Lecturas en voz alta, 95). El "tsunami" político de la pasada semana [con el triunfo de la moción de censura y el acceso del socialista Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno] aún dará mucho que hablar. Y creará su propia mitología. Ya lo está haciendo.
En tiempos tan enredados y con tanta diversidad de focos como los que vivimos, cada vez es más difícil disponer de información solvente. Y de identificar, sin dificultades, la maledicencia o la tontería. La tendencia, más bien inconsciente, a reforzar los propios prejuicios y la percepción estereotipada de los medios, unidas al bullicio interminable y al cotilleo como caldo habitual de cultivo, dificultan aún más la captación de las "líneas esenciales" de un realidad cada vez más compleja.
Uno tiene a veces la impresión de que se nos hurta lo que está pasando, no tanto por el empeño de los mil y un poderes de hacer prosperar ese descarado eufemismo de la mentira que es la famosa "posverdad" y sus múltiples máscaras, como por el hecho de que la verdad misma ya sólo es algo viable en aspectos muy personales y en momentos muy contados. Y unos y otros, sin relevancia pública alguna.
Así las cosas, lecturas como las de este artículo, a mitad de camino entre el análisis ejecutado desde el centro del ojo del huracán, por un lado, y la construcción ventajista de un relato, por otro, son experiencias que acaso merezca la pena rumiar para, más allá de los fáciles tópicos inanes, tratar de entender lo mejor posible lo que está ocurriendo ante nuestros propios «ojos cerrados de par en par», como la película de Kubrick.