El poeta Pedro Tenorio durante una lectura. Foto tomada de aquí. |
La presentación, en la Biblioteca "José Hierro" de Talavera, de La luz se calla, el nuevo libro de poemas de Pedro Tenorio, fue un acto emotivo y alegre. Dory Manzano, la directora del centro, creó con sus palabras de acogida un clima propicio que el editor de la obra, Santiago López Navia, alma máter de Ediciones de la Discreta, aprovechó para presentar brevemente los objetivos de su proyecto editorial (ya con un extenso catálogo), antes de subrayar la importancia poética del libro de Pedro, publicado en la «Colección Bastardilla»: «Es uno de los más importantes y estremecedores poemarios aparecidos en los últimos años», vino a decir. En mi intervención leí un texto, del que abajo ofrezco un amplio resumen. Después, el poeta leyó una selección de poemas del libro y, como colofón, Luis Martín Gil, del grupo de rock talabricense Lobos Negros, interpretó una canción basada en textos de la obra. Con el aforo del salón ampliamente sobrepasado, el acto fue una muy agradable reunión en torno a las palabras de un libro que logra transformar en un canto de gran belleza y lucidez una experiencia dolorosa.
He aquí su primer poema.
PLANTO
Por
sus aguas corrientes los cristales más turbios
te
han conducido, amor, hasta el Atlántico.
Ni
emergiéndote pude rescatarte,
ni
pude detener tanto caudal
a
brazadas exhaustas,
ni
abrazado a tu muerte, pelo a pelo,
pude
alcanzar a las estrellas blancas.
Si
saltando hacia ti tras las luciérnagas
acuáticas,
rotundas,
fuera
a vivir contigo
la
hermosa latitud que ocupas descompuesto,
la
encarnada bondad con que lo invades todo,
si
sintiera tu pálpito y no el mío,
me
habría ido a tu lado
a
acariciarte siempre.
Pero
es un gesto inútil:
viviendo
te recuerdo y te revivo,
y te
maldigo ausente y me resigno,
porque
es un gesto injusto
el
tajo de tu vida.
Por
sus aguas corrientes los cristales más turbios
te
han conducido, hijo, hasta la muerte.
Ola
a ola. Y tajamareando
puente
a puente
los
paisajes del río y sus riberas,
no
podrás ser, amor, sino mi muerto,
sino
mi ocaso y noche,
sino
mi ausencia
y
boca a boca desbocada de la luz.
Porque
es verdad que alumbras
fundido
en las estrellas,
en
las corrientes aguas puras…
© Pedro Tenorio
Extracto de la presentación
«Un poema no existe si no se oye, antes que su palabra, su silencio», escribió José Ángel Valente, en una expresión que lo vincula con la poética de Octavio Paz. Si ese poema (ese
libro) se llama La luz se calla,
puede que la oportunidad de traer a cuento esa cita sea
aún mayor.
Dicho esto, quiero manifestar antes
que nada mi alegría por estar aquí acompañando a Pedro en este acto que sé que
para él tanto significa. Y también el honor que supone actuar, en cierto modo,
como innecesario embajador de La luz se
calla, un libro de poemas a cuyo proceso de creación, al menos en su fase
final (pues tengo la impresión de que este es un libro de muy largo recorrido),
he tenido la suerte de poder asistir.
Todavía deben de andar por algún disco
duro malherido, o en alguna de esas memorias portátiles tan útiles que son los
pendrive, la breve pero intensa correspondencia que mantuvimos sobre la obra,
en diversos momentos: siempre con el asombro como respuesta por mi parte.
Supongo que de algo que en alguno de esos correos electrónicos le comenté nacería
la ocurrencia de Pedro de pedirme que le escribiera el prólogo, tarea tan arriesgada
como comprometida, pero que llevé a cabo con la mayor aplicación que pude.
Lo que pudiera decir sobre el libro ya
lo he contado en ese prólogo, y ahí está a disposición de quien tenga
curiosidad. Aunque, como digo también en él, lo mejor será que el lector vaya directamente a la obra, sin intermediarios ni entretenimientos. [...] Entre las
muchas definiciones que se pueden dar de la poesía, desde hace ya algún tiempo
he hecho mía la que afirma que «poesía es lo que no puede decirse de otra
forma», de ahí su carácter insustituible, y la inutilidad de pretender verter
lo que un poema dice en otro recipiente que no sea él mismo. Pero por fortuna o porque no hay más
remedio que hablar, sí cabe el comentario, la glosa, el merodeo por los
alrededores. Y a eso es a lo que ahora me aplicaré, muy brevemente.