La ausencia de líderes con fundamento y de pasión en lucha, amén de la (casi) carencia de héroes propios, le han quitado mucho interés y presque toda la épica a este Tour del 2012, que parece perdido en una tierra deportiva de nadie, entre el final de los fastos de la Eurocopa y el umbral de los Juegos de Londres.
Mantiene pese a todo su belleza intacta, aunque sea las más de las veces belleza sonámbula o directamente de sofá derrengado.
Se inician las jornadas decisivas.
Y hay, entre los girasoles, una especie de acentuado temblor heliotrópico, síntoma favorable de que va a haber batalla.
Tal vez aún escuchemos campanas tubulares.