domingo, 25 de septiembre de 2022
Presentación de «Rumbos»
LAS LÁGRIMAS
(LUN, 614 ~ «Fotos quedan. Pie»)
sábado, 24 de septiembre de 2022
UN CUENTO INTERACTIVO
Me asomo a la ventana y lo primero que me llega es la ráfaga inconfundible del chiflo del afilador, que ha vuelto al barrio. ¿Cómo se llama la película? Aquí van algunas opciones: se admiten apuestas y, por supuesto, otras respuestas.
Escultura dedicada al afilador por el artista Buciños
en la plaza principal de Luintra (Nogueira de Ramuín, Ourense).
viernes, 23 de septiembre de 2022
El Mar Menor, sujeto juridico
(
En voz alta). No está claro que, pese a su novedad y su indudable importancia institucional, el reconocimiento del Mar Menor como sujeto jurídico consiga ser algo más que un brindis al sol. Pero también cabe ver en esta iniciativa legislativa llegada a buen puerto el síntoma de que algunas cosas pueden empezar a cambiar de verdad. Y tal vez no sea desdeñable extender sus efectos en otras direcciones. Mi firma está también dispuesta para, por ejemplo, proporcionarle al padre Tajo algún tipo de protección que haga posible paliar y revertir su penosa agonía.CAMBIO CLIMATÉRICO
jueves, 22 de septiembre de 2022
EN EL TREN DE LA MEMORIA
Lo recuerdo tan vagamente que ni siquiera soy capaz de inventarlo. Pero sé que el primer lugar que conocí de Madrid, la ciudad en la que resido desde septiembre de 1974 (pronto hará medio siglo), fue la antigua Estación del Norte, o de Príncipe Pío, tal vez hacia 1958 o 59. Puede que incluso algún año antes. Por pura lógica narrativa y objetividad biográfica, debería corregir ese recuerdo y concluir que, en realidad, el primer sitio madrileño en el que puse el pie debió de ser la antigua parada de autobuses de La Sepulvedana, vía Talavera-Madrid, que se encontraba en la calle Cadarso, justo enfrente de donde después abriría la Sala Cadarso, uno de los lugares básicos del teatro independiente ya desde los años previos a la movida, cuando Madrid era un corral de comedias y quienes estábamos al tanto de ciertos lances dramáticos nos movíamos por un circuito bien preciso que tenía en los colegios mayores, con el San Juan, el añorado Johnny, a la cabeza, sus principales escenarios. Pero por encima del lugar de arribada de aquellos paquidermos lentos y estruendosos que eran los viejos autobuses de línea, a los que, curiosamente, por entonces todos conocíamos con el nombre de «la Rápida», el Madrid más antiguo que recuerdo es el de la maravillosa Estación del Norte, con las marquesinas de hierro de las altas naves que coronaban sus andenes y que a menudo estaban envueltas en el humo de las viejas máquinas de carbón. Y con los gigantescos convoyes entrando o saliendo por las vías, o parados como si durmieran un sueño de meses, con aquellas leyendas grabadas en su puertas, “Companhia International das Carruagens Camas”, o “Compagnie International de Wagons-Lits”, que iba deletreando con dificultad, trabado en sílabas desconocidas que en sí mismas eran una sugerencia de la atmósfera de novedad y hasta aventura con que vivía aquellos viajes veraniegos hacia el Norte..., aunque más bien fueran (sobre todo en los primeros años) viajes hacia la Edad Media de las películas de Bergman o Bresson. Un asunto, otro, de largo recorrido.Niño en tren. Foto de autor no identificado.
miércoles, 21 de septiembre de 2022
UNA TUERCA DEVUELTA
Fotograma de Frankenstein (1931), de James Whale. En escena, los actores Boris Karloff y Marilyn Harris. |
Cuando Frankenstein entró en la sala de disección se dio cuenta de que se había equivocado de libro. Trató de llegar por un atajo a la portada, pero tropezó en el colofón y quedó sepultado al final del índice. Allí lo encontré esta mañana, casi tapado por una flor seca y con el tornillo intratraqueal fuera de sus anclajes. Había ido yo a comprobar una cita en el Melmoth y se me vino encima todo el estante de la novela gótica. Me miró con la ternura aquella de la escena del río con la niña y sentí por él una infinita compasión. Le ayudé a volver a casa. Y, agradecido, me regaló una de sus tuercas de repuesto. ¡Qué criatura tan sensible! Lo que pasa —aunque quién sabe de verdad nunca lo que de verdad pasa— es que no sé bien, ni mal, qué hacer con ella.