sábado, 18 de febrero de 2023

EL BOLO ESTEPARIO

Gunter Böhmer: ilustración para Der Steppenwolf
(El lobo estepario), 
de Herman Hesse. Hacia 1961.

En los años algo giróvagos pero en el fondo inmóviles del final tardío de la adolescencia se recordaba así: perdido en el tedio de Eburia (si eso fuera posible) y pasando de las lecturas de Poirot a las de Harry Haller, mientras el horizonte se iba llenando de fuegos de artificio y el Carnaval, aún vetado, empezaba a mostrar su verdadero rostro incomprensible.

(LUN, 470 ~ «Clásicos profanados»)

viernes, 17 de febrero de 2023

De la prensa de provincias


(En voz alta).
De cuando en cuando, suelo darme una vuelta por la “prensa de provincias”, forma muy útil de evitar miradas aún más miopes y frecuente fuente de comprobación de que, dentro de su cacareada globalidad, el mundo es siempre una excepción. O está en la posibilidad de serlo. Hoy, con todo, lo que me ha llenado más la atención es el eco preciso y muy pertinente de lo que podríamos llamar “un suceso nacional” (la muerte de Carlos Saura) y servido además por la pluma tan sabrosa de Méndez Ferrín en el Faro de Vigo. Quiere el azar que a su lado aparezca un también interesante artículo de Julio Llamazares sobre Barea, texto que curiosamente acababa de leer en El Periódico de Catalunya. Tampoco está nada mal el artículo de Matías Vallés sobre Raquel Welch, de modo que puede decirse que el pliego va bien aprovechando. Digo.

CUENTO TRISTE

Montaje con la figura de «El médico de la peste»,
una de las máscaras clave del Carnaval veneciano.

Pensaba que se acababa la tinta, el amanuense.

En realidad, lo que se estaba acabando era el mundo o el deseo de reproducirlo.

Menos mal que ya llega el carnaval, murmuró. Tiene que ser más fácil morir detrás de una máscara.

Y se hacía el selfie.
(LUN, 471)

miércoles, 15 de febrero de 2023

En recuerdo del profesor Martínez Montávez

El profesor Martinez Montávez.
(En voz alta). Por la precisa y sentida necrológica que en El paí’ le dedica Carmen Ruiz Bravo-Villasante, me entero de la muerte del profesor Pedro Martínez Montávez, reconocido arabista, catedrático y rector universitario, gran estudioso y divulgador del mundo árabe, así como uno de los más eficaces valedores de una perspectiva ecuánime y bien informada hacia el fenómeno del Islam, en sus distintas implicaciones políticas, culturales, sociales. El profesor Martínez Montávez fue también, a principios de los años 80, uno de los miembros más activos del Consejo Editorial de Aula Abierta Salvat y autor él mismo del número 49 de la Colección Temas Clave, dedicado al Islam. El trabajo de edición de este libro lo realizó, y con gran solvencia, Manuela Díez de Grado. La implicación del profesor con todo el proyecto fue tanta que no tardó en convertirse en un asesor imprescindible y generoso para cuanto tuviera que ver con el mundo islámico, comenzando por la a menudo dificultosa y polémica cuestión de las transcripciones de los nombres y términos árabes, un verdadero quebradero de cabeza en una época en que se estaban poniendo a punto, no sin grandes discusiones, los libros de estilo de los grandes medios de comunicación. Recuerdo bien el pragmatismo con que el profesor encaraba el asunto: «No te quiebres mucho la cabeza, Alfredo: cualquier alternativa que emplees tendrá pros y contras; elige una opción de las posibles y, eso sí, aplícala con uniformidad en todo el texto». Algo parecido recuerdo que nos volvió a decir, años después (hacia 1996), cuando coincidí de nuevo con él trabajando para la Gran Referencia Anaya, una obra en 23 volúmenes que fue una de las últimas grandes enciclopedias en español todavía concebidas para ser impresas en papel, antes de que Wikipedia ‘matara’ a estas queridas hijas de Gutenberg. Para esta obra escribió el profesor algunos de los extensos artículos de fondo sobre temas de su especialidad. Gran observador también de los asuntos relacionados con el impacto de las nuevas tecnologías, recuerdo haber tenido con él algunas amenas conversaciones al respecto, y muy especialmente el interés compartido por las culturas del Magreb, bien contextualizado por su gran conocimiento de las literaturas árabes modernas, y su especial sensibilidad hacia la poesía. Buen amigo de mi paisano el poeta Joaquín Benito de Lucas (qepd), más de una vez compartí con ellos encuentros y tertulias, incluida alguna visita a su casa de la calle Cañizares, ocasión también para visitar el patio de la cercana Casa Patas donde por entonces se escuchaba (y veía) el mejor flamenco de Madrid, otro de los intereses sobre los que también le oí pronunciarse al profesor. (Aunque de esto me consta que tiene información más precisa y sabrosa el amigo Nostra. A ver si algún día se decide a contarla). Descanse en paz el hombre culto y sensible, lúcido y generoso, al que le debemos la apertura de nuevos horizontes.

martes, 14 de febrero de 2023

ANIMAL(ES) DE FONDO

Detalle del panel de los leones de las cavernas, Cueva de Chauvet (Francia).


Nada es bello sin el azar.
Es bello el azar sin nada.
Bello el sin nada azar es.
Sin azar nada es el bello.
El azar bello es sin nada.
Azar sin el nada es bello.
—De Artur Ramon.
(LUN, 474 ~ «Amo idioma / dados»)

lunes, 13 de febrero de 2023

Spielberg se (y nos) autorretrata

(En voz alta). Los Fabelman, la película autobiográfica sobre la infancia y adolescencia de Steven Spielberg, es una delicia que ningún amante o sólo aficionado (esa palabra) del/al séptimo arte debería perderse. En el cine. Son dos horas y media que vuelan, en ocasiones muy alto, y a lo largo de las cuales, e inevitablemente, además de encarar algunos secretos de un gran director y un canto de amor al arte de mover imágenes en una pantalla, asistimos a nuestra propia biografía como espectadores y soñadores, hechizados por esa gracia que el cine tiene de hacernos creer a menudo que lo que ocurre en la pantalla de algún modo (de ese modo preciso) es nuestra propia vida. Al fin y al cabo, todos somos seres de fábula. Volveremos.



domingo, 12 de febrero de 2023

A LA VISTA DE LAS TIERRAS RARAS

Ilustración de Javier Serrano.

Como todo empezaba a tener un cariz vagamente bíblico, deduje que aquella mujer junto a la playa sería alguna de las heroínas que en las primeras horas del amanecer recogían los frutos del mar y bregaban con los restos de los naufragios nocturnos, las mismas que después pondrían en orden las restantes horas y nos traerían, al atardecer, el matacandelas, para que ya por nosotros mismos pudiéramos apagar las últimas luces y tener así la sensación de que también era una vida digna la vida en medio de las tierras raras y en el interior de la ballena.

(LUN, 473 ~ «Los figurantes de Javier Serrano», VI)