miércoles, 26 de noviembre de 2025

Colores del viejo París

 


(En voz alta). En la muy entretenida película Los colores del tiempo (curiosa traducción del título original La venue de l’avenir), de Cédric Klapisch, además de asistir a una muy sugerente recreación del París de los impresionistas y a una aventura familiar que nos introduce en hermosos rincones de Normandía, hay una secuencia reveladora de como la captación del mundo de cara a su recreación artística funciona con pulsiones traducibles entre los distintas artes. No contaré más detalles para no deshilachar una de las más sutiles piezas con que está construido el ágil argumento de una película concebida como un espectáculo sensorial y un canto a la búsqueda de la autenticidad y la alegría compartida. Pero sí subrayaré que el pequeño secreto sobre el que se construye buena parte de la intriga que también tiene la obra es toda una revelación y acentúa el disfrute de una película que, una vez más, exige para su captación plena el formato de la gran pantalla y el rito de la sala de cine.

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