(En voz alta). En la muerte de Mario Vargas Llosa, que el pasado 28 de marzo cumplió 89 años, además de sumarme al reconocimiento que merece toda una larga vida dedicada a la literatura, me gustaría recordarle en su faceta de extraordinario orador y narrador oral: recuerdo como fogonazos duraderos la tarde aquella en que, entrevistado en la radio, contó con rara elocuencia y con su característica voz de timbre alto algunas peripecias de su infancia; y también la muy sagaz y entretenida conversación que mantuvo, cara al público, con Fernando Savater, hace unos tres o cuatro años, en la Fundación Ramón Areces. Deja tras de sí una espléndida obra narrativa, con al menos media docena de títulos imprescindibles; algunos ensayos de gran brillantez y extraordinario impacto; varias historias más o menos polémicas, y una extraña y fugaz carrera política. Descanse en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario