(En quince gestos)
Sobre el tatami,
ojos de furia noble,
una guerrera.
El gesto erguido,
las manos: lanzas, cuencos:
la gran quietud.
El grito nace,
desde el fondo del cuerpo,
del alma alerta.
Una columna
de músculos unidos
por el cerebro.
Sus golpes son
lecciones para el aire:
pura verdad.
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