AQUELLA NOCHE DE SAN JUAN Y AIVÁL’HOSTIA
Habíamos pasado la noche del San Juan soriano cantando, bailando y bebiendo, en medio de la envolvente juerga popular, y ya nos dirigíamos al lugar de descanso, cuando la patrulla de control de los vicios festivos nos pilló a traición y nos hizo entrar en un bucle que hubiera sido kafkiano si no fuera porque la murga era mucha y contra ella apenas podía nada la mano tonta de la ley, aunque fuéramos conscientes de que había que ser conscientes y, al final, todo se fue resumiendo en una reconducción del grupo de colegas hacia una retirada honrosa, moderadamente ordenada, aunque, eso sí, cantarina hasta el final, y sobre todo resuelta con toda la intención en aquella letrilla que repetíamos una y otra vez: «¡A ver qué se hace ese cuatro que hace ya un buen rato no da de beber…!» Y luego, de nuevo, la voz de Miguel, en diálogo algo perjudicado con la autoridad competente, tratando de hacerse comprender y de salir del lío: «¡Ahiva’lhostia, que son los sanjuanes, que no se os entaráis…!» Y así fue llegando el día.
(LUN, 705)
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