Giancarlo Bertini: Sin título, 2018. Col. Privada.
Después de que estallara la broma infinita, y tras atravesar a nado el lago de las sierpes, a los supervivientes se nos obligaba a pasar los no días de espumas y ribetes crepusculares recitando sin cesar la nueva cantinela:
El botón nuclear.
El botín nuclear.
El batín nuclear.
El betún nuclear.
El bastón nuclear.
El butrón nuclear.
El matón nuclear.
El ratón nuclear.
El calzón nuclear.
El cabrón nuclear…
¡Pues vaya! Si esto iba a ser la eternidad, casi preferiríamos la nada.
(LUN, 821)
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