jueves, 30 de julio de 2020

En la muerte del diestro Raúl Sánchez

Raúl Sánchez, en plena faena.

 (Al filo de los días). Me entero, por un muro de FB de Talavera de la Reina, de la muerte del torero Raúl Sánchez, talaverano nacido en San Román de los Montes en 1940. Hace mucho que no sigo el mundo de los toros, de hecho nunca he sido aficionado, salvo de aquella manera algo deportiva (futbolera, más bien) de estar al tanto de los escalafones y los recuentos que tuve en mis años jóvenes, o por la devoción guardada a “héroes” de mi infancia como Antonio Ordóñez, Curro Romero, Antoñete o, muy en especial, Gabriel de la Casa, entre algunos otros nombres que aún me provocan cierta ilusión de haber llegado alguna vez a comprender, o al menos a sospechar, las muy hondas vibraciones de un arte que hoy me resulta inasumible.

A Raúl Sánchez lo vi torear una vez en La Caprichosa (así se llama el coso de Talavera, célebre porque en él «el torito Bailaor a José le dio la muerte») y varias tardes más por televisión. Alguna vez incluso lo pude saludar en la sobremesa de algún restaurante local, en compañía de mi suegro, que era gran aficionado y lo tenía en muy alta estima. Al contemplar hoy esta foto, que no sé si corresponde —pero podría— a una de sus grandes faenas en Madrid, he ido en busca de las palabras que en su día le dedicó Joaquín Vidal, gran maestro de la crónica taurina, heredero valioso de un género hermosísimo, y escritor a cuya capacidad metafórica y gracia sintáctica le debo mis postreros disfrutes taurinos. Y muy probablemente la escasa comprensión —si es que alguna tengo— de esa música, callada o vocinglera (que de todo hay), que los entendidos dicen que se escucha en el revoleo de los lienzos y, más aún, en la distancia que va de los ojos del diestro al bulto de la fiera, o viceversa. Que el toreo, por definición y estética, es arte de ida y vuelta, no sólo al ruedo; también —y muy particularmente— como sentimiento trágico del vivir.
En la crónica de Vidal hay un retrato elocuente de las características del diestro talaverano y de su peculiar honradez. Una página muy hermosa. Descanse en paz el gran torero. Supongo que su busto en el paseo de la Virgen de los Jardines del Prado talaverano estará rodeado de flores. Sumo con gran respeto y admiración las mías.

miércoles, 29 de julio de 2020

Trikiklos (25)

 



No sólo es música:
el tiempo canta.

Trikiklos (24)


Aquel verano,
en el jukebox* del barrio
el Let it be.
Sonaba como
algo nuevo y distinto:
otra emoción.
Cierta sorpresa,
la letra traducida
(«no es para tanto»).
En inglés, magia
—Let it be, Let it be...—
inacabable.
Y el trabalenguas
del Whisper words of wisdom
y Let it be.

*jukebox, gramola o pianola, más conocida como “máquina de discos”; recuerdo especialmente una que hubo en unos billares rodeada de flippers, futbolines y mesas de billar.

martes, 28 de julio de 2020

Trikiklos (23)



Lemas de entonces:
del «Contamos contigo»
al «... señor Conde».
(Los suspensivos:
valen por: «Cuando un monte
se quema...», digo).
¿Qué queda intacto?
Pues, más que nada, el fuego,
año tras año.


lunes, 27 de julio de 2020

Trikiklos (22)

Amigo, acuérdate
de aquella Antología
Lindas respuestas
que parecían chistes
pero eran ciertas.
Son un legado:
ningún informe PISA
va a mejorarlo.
Qué bien describen
el gusto por lo absurdo
y la burricie.
Hoy, sin embargo,
serían impensables:
¡ya todo es plagio!

Alteraciones


La poesía nos da todo cuanto nos falta
—decirlo así y no borrar la frase.

La poesía nos da todo cuando no falta
—sentir que cabe el mundo en un resquicio.

La poesía nos da todo cuando nos habla
—esa ficción de seres inmortales.

La poesía nos da todo cuando hace falta
—el poder de las madres y su sagrado nombre.

La poesía nos da todo cuando nos salva
—a su amparo se sueltan los nudos de la muerte.

La poesía no da todo con casi nada
—el día es como un lienzo que espera un sol de nieve.

sábado, 25 de julio de 2020

Trikiklos (20)

 


«Santo adalid,
patrón de las Españas,
amigo del Señor...»

El viejo himno
aún suena en mi memoria
y... «¡Boanerges!»

Viejas leyendas:
Santiago Matamoros,
Capitán Trueno.

Démosle pábulo,
sin que el patrón se ofenda,
al dibujado.



jueves, 23 de julio de 2020

Trikiklos (18)

El actor Manuel Galiana. Foto de Ana Jiménez.

El terror puro
fue Manuel Galiana:
«La zarpa». ¡Tétrica!

El gran Narciso
Ibáñez Serrador,
su director.

Y eran «Historias
para no dormir», para
estremecerse.

También fue allí
donde muchos supimos
de E. A. Poe.

miércoles, 22 de julio de 2020

El profesor Adrados, un clásico

Lectura del discurso de ingreso de Francisco Rodríguez Adrados, el 28 de abril de 1991. Fototeca de la RAE.
El profesor Adradaos, en una imagen de la fototeca de la RAE
(En voz alta). Morir a los 98 años, que es lo que acaba de ocurrirle al gran filólogo y académico Francisco Rodríguez Adrados, no debería computar como muerte sino como tránsito, sobre todo si se produce tras una vida tan plena y cuajada de hitos memorables. Los que aún alcanzamos a estudiar en nuestra adolescencia y juventud algo de griego, en aquel bachillerato de entonces acaso más denso e intenso que muchos posgrados actuales, nos hemos ido tropezando con su nombre —y con su saga— repetidas veces. Y siempre para bien. Hasta el punto de que ya forma parte de una especie de Partenón de las humanidades donde hay otras ‘cariátides’ con los rótulos de Tovar, Galiano, Pabón, Alarcos, García Yebra o el propio Emilio Lledó, tal vez ya el único superviviente de la "balsa" de la antigua sabiduría. Uno de los más destacados continuadores de esa tradición, el profesor Carlos García Gual, dice al final de la necrológica del que fue su maestro que «todos somos irrepetibles, pero don Francisco más que nadie». Irrepetible, inolvidable e insuperable, me atrevería a apostillar... si no fuera porque la memoria de largo alcance es una especie en peligro de extinción y la superación va a ser muy difícil de medir cuando ya no existan parangones. Ni acaso capacidad de comprensión para hipérboles como la que oí (¿o soñé?) esta mañana muy de mañana en la radio: «Ha muerto Homero a punto de cumplir un siglo de vida». Larga vida a la sabiduría.

Aquí pueden escucharse todas las conferencias que el profesor Adrados pronunció en la Fundación Juan March. Cortesía: J. A. Montano.

Trikiklos (17)

Una intervención televisiva de Alfonso Sánchez. Más detalles aquí.
Y nunca nadie
nos contó el cine como
Alfonso Sánchez.

martes, 21 de julio de 2020

Trikiklos (16)


Crítica y crónica:

boda de cine y gafas.
Humor sereno.

(¿Y no hay de fondo

una leve parodia*
de Alfonso Sánchez?)

Ay, esa jerga

y su hallazgo supremo:
«Tu ojo es bóvedo».


Lámpara para

darle al ingenio genio:
vigila Gila.

*El comentario se refiere al monólogo enlazado en «boda de cine».

Secretos de Creta

«El Minotauro saliendo de las aguas bajo el sol de Festos»
©️Javier Serrano, 2020

A la playa de Matala (o Mátala, según otras transcripciones), en el centro sur de la isla de Creta, llegamos tras una mañana intensa y solitaria entre las ruinas del palacio de Festos. En días precedentes habíamos empleado algunas horas en la búsqueda, finalmente fallida, del laberinto de Gortys, en la región donde se supone que reinó Minos y donde Teseo se agarró como pudo al hilo de Ariadna, lo que finalmente no le evitaría tener que convertirse en tal vez el primer diestro con nombre propio de la historia.

También teníamos aún muy vivas las impresiones de la gran y empinada caminata hacia la cueva donde nació Zeus (Dikteon Andron), tanto en nuestros sentidos como, muy particularmente, en nuestras piernas. Había sido aquella una ruta asombrosa, con un guía nativo de ya cierta edad que, a lomos de una mula, nos indicaba el sendero y a cada poco profería incomprensibles gritos, casi alaridos, tal vez sólo de ánimo, aunque en las dificultades del ascenso nos sonaban como jaculatorias de un viejo ritual. No cesaron hasta que nos dejó a la entrada de una cueva de medianas proporciones, con sus estalactitas y su estalagmitas, y sin ninguna huella reconocible, más allá de esas formaciones cristalinas, de la divinidad.
Posiblemente intercambiamos estas o parecidas impresiones al alcanzar las arenas de Matala, tras la cual se extendía el mar en todo su pelágico esplendor. Tras un rápido baño, subimos a las cavernas habitables del farallón, de las que ya teníamos alguna noticia, y leímos las historias del naufragio del rey Menelao, mientras comprobábamos que, en efecto, allí estaban las huellas de las comunas hippies de los años sesenta —Dylan y Joan Báez, entre ellos— e incluso descubrimos algún grafiti adornado con flores de sal. Al atardecer, también nos pareció ver a Minos, fundido con su toro —tal vez lo estuvo siempre—, saliendo de las aguas. Puede que sólo fuera un turista de testa poderosa. Es bien sabido que el sol poniente vuelve confusos los cuerpos y las formas.
De allí, o de las tiendas de Heraklion, nos trajimos, entre otros recuerdos, la estatuilla de las diosa de las serpientes y la medalla del disco de Festos que desde entonces cuelga de mi cuello. Ahora dicen que el disco, aún indescifrado, probablemente sea una falsificación. Pero, a estas alturas, ¿hay algo que esté libre de una sospecha así? Las cosas nunca son lo que parecen. Nosotros puede que tampoco.

(Las Caminatas, XIII)

lunes, 20 de julio de 2020

Vuelo libre

Nada es sólo porque sí
ni aun el mero azar siquiera.
Cada gesto arranca máscaras
y el paisaje nos expresa
de un modo visible y cierto:
somos espectros de luz
capturados en la escena
de los días sucesivos
y el alma que nos habita
por adentro es una huella
de los sueños que vivimos
entre palabras. La niebla
también es real. Reales
son los cuerpos. Y es la tierra
—doble madre, herida doble—
el filo de una tormenta:
la sangre, el pulso, la noche
que extiende su nada extensa.

En el volver de las horas,
que vuelan como cometas
entre ráfagas de viento,
se nos va la vida. Incierta
vuelve a ser la luz. Hay sombras
caminando con cadenas
a los pies. El vuelo libre
se nos transforma en la ciencia
de la alegría... y se esconde
al fondo de la caverna.
Y las imágenes mustias,
disecadas, casi muertas,
que nos salen al encuentro
nos traban, y deshacerlas
no es tarea fácil. Nadie
tiene cabal la certeza
de estar vivo: la constancia
es solamente una prueba
del hábito de existir
para que nadie lo sepa.
(Levedades)

Trikiklos (15)

¿Y qué se fizo
de Guillermo Sautier
(¡ay!) Casaseca?

domingo, 19 de julio de 2020

Adiós a Juan Marsé

Juan Marsé, en una imagen del 2017.


(En voz alta). Adiós a Juan Marsé. A ver quién nos cuenta ahora las “aventis”. Buen vuelo y gracias.

Trikiklos (14)

Spinoza superstar
LUSTRACIÓN DE CÉSAR SEBASTIÁN / FOTOGRAFÍA DE LINO ESCURÍS. El País
«Y la tristeza,
qué hacer con la tristeza»
(Ramón Andrés).

La frase brilla
en medio de este texto
sobre Spinoza.

Los días mueven
—pájaros disecados—
alas inútiles.

Si ya el mar sé,
no hacía falta decirlo
una otra vez.

(Lectura y Homenaje)

sábado, 18 de julio de 2020

Trikiklos (13)

Franco, Mola vociferante y otros golpistas del 18 de julio de 1936.

también fue sábado.

¿Y dónde estaba
el ángel de la patria?
De maniobras.

Después se quiso
convertirlo en un premio:
la paga extra.

¿Queda muy lejos?
Conviene no olvidarlo.
No vaya a ser...

viernes, 17 de julio de 2020

Arrabal

(Tiempo contado). 17 julio, viernes. 13:40. El “impasse” grave del verano. En esta situación, y en plena canícula, el tiempo amenaza con solidificarse y asfixiarnos como si hubiéramos caído dentro de un bloque de hormigón. Menos mal que está el aire acondicionado...
No sé por qué —aunque tampoco sería difícil de explicar— me he acordado de un poema de Fernando Arrabal que fue, en su momento (primeros ochenta), toda una revelación. Y como las verdaderas “iluminaciones”, su halo aún dura. Lo copio en francés. Es de fácil comprensión.
 J’ai une bulle d’air. Je la sens très bien. Quand je suis triste, elle se fait plus lourde et parfois, quand je pleure, on dirait une goutte de mercure. La bulle d’air se promène de mon cerveau à mon cœur et de mon cœur à mon cerveau».
Enseguida he podido localizar el libro, pese a que hace al menos treinta años que no había vuelto a verlo. El entrañable y valioso rigor del orden alfabético. ¿Que sería de nosotros sin el orden alfabético?

Trikiklos (12)




Y parecía

que todo era más dulce

dicho en francés.

miércoles, 15 de julio de 2020

Homenaje a los muertos

Pebetero de homenaje a las víctimas del Covid19.

(En voz alta... y, de nuevo, “en son de Paz”). He podido saber que en el acto de homenaje a las víctimas del covid-19, que se celebrará el próximo jueves 16 por la mañana, en el Patio de la Armería del Palacio Real, el actor José Sacristán leerá un poema de Octavio Paz. Se trata de «Silencio», un texto de juventud del escritor mexicano (de 1944, es decir, de hacia sus 30 años) pero que, como suele ocurrir en la escritura de todos los grandes poetas, ya contiene algunos de los asuntos y enfoques fundamentales de su obra; en este caso, la especial valoración del “silencio significativo”, no tanto en el sentido algo tópico del “sonido del silencio” como en el de vacío y suspensión, de no interferencia, que precede y sucede a la palabra, al estilo de aquella máxima de Valente —que el propio Paz hubiera firmado— de que «un poema no existe si no se oye, antes que su palabra, su silencio».
No sé a quién se debe la elección de este poema para este acto, pero en mi opinión el acierto es pleno. Tanto por lo que expresamente sus versos dicen —palabras emotivas para contener el dolor y acaso la rabia— como por lo que entre sus líneas podemos intuir y sentir. Pocas cosas son capaces de llegar tan hondo y tan adentro como las palabras de los poetas: ellos saben decir mejor que nadie la verdad de lo que nos pasa y acaso la substancia de lo que pasa en realidad. He aquí el poema:

Silencio

Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.
                                                    Octavio PAZ

[«Condición de nube», 1944, recogido en Libertad bajo palabra (1935-1957), 1960; y en Obra poética I: 1935-1970, vol. 11 de las primitiva edición de Obras Completas. Edición del autor. Círculo de Lectores, Barcelona, 1996].

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Trikiklo (10)


Humo en el cielo
detrás de las colinas:
palabra apache.

martes, 14 de julio de 2020

Trikiklos (8-9)




Viejo milagro
del espacio infinito:

el Seat 600.

(Tal vez por eso
el “hágase” del Fiat

trocose en Seat).

lunes, 13 de julio de 2020

Chispas



Si bien se mira,
el juego es uno solo:
la luz, la sombra.
Aunque a veces varía
y te asombra la luz.

No hay más remedio
que vivir en el filo
de la navaja.
Y no olvidarse luego
de la piedra angular.

Escucho a veces
el silbido vibrante
de un viejo oficio.
Y una ráfaga alegre
cruza mi corazón.


(Levedades)

Trikiklos (7)

La subida y el descenso del puerto pirenaico será siempre recordada en España por la desafortunada caída que privó al corredor manchego de ganar el Tour de Francia de 1971.
Añadir leyenda
En la memoria
aún me duele la sangre
de Luis Ocaña.


(El lunes 12 de julio de 1971 —hace sólo 49 añitos y un día— el ciclista conquense sufrió una terrible caída en el descenso del Col de Menté, cuando era un firme candidato a ganar la prueba frente al insaciable «Caníbal» Mercks. Lo conseguiría dos años después).

sábado, 11 de julio de 2020

Juan González Álvaro, un temprano adiós

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(Al filo de los días). Me acabo de enterar de la muerte del editor Juan González Álvaro. Trabajé a menudo con él, especialmente durante la época en que remozó por completo la editorial Espasa, dentro del grupo Planeta. Y aunque no puedo decir que fuéramos amigos, sí tuvimos una muy buena y fluida relación, y compartimos algunas charlas y ocasiones muy divertidas (en las fiestas de Santillana, por ejemplo), además de trabajar duro en algunos de los proyectos de reinvención del fondo de Espasa para adaptarlo a los nuevos tiempos y mercados. Probablemente haya sido el editor más “brillante” de mi generación (desde luego, uno de los que concitaba mayor disputa por sus servicios) y era un gran conversador. Ha sido una sorpresa muy triste toparme con esta necrológica. Buen viaje, colega.

Trikiklos (5)


Hace hoy diez años

—ayer como quien... sueña—:
del gol de Iniesta.

viernes, 10 de julio de 2020

miércoles, 8 de julio de 2020

«Perdidos»..., diez años después



(Al filo de los días). Por una columna de Sergio del Molino acabó de enterarme que ya se han cumplido ¡diez años! de la extraña madrugada en que Perdidos, la entonces no sé si mítica o sólo mefítica serie de televisión, llegó a su increíble fin celestialmente chapucero. ¡Diez años! Mientras me sobrepongo al susto temporal y trato de reordenar algún recuerdo no inventado (me ayuda a ello esta crónica de aquí mismo), caigo en la cuenta —aunque ahí estaba ya la intuición— de que los verdaderamente “perdidos” éramos los espectadores. Tal vez el río siga siendo una salida.

Trikiklos (2)

Programa de La Clave, con José Luis Balbín, su director.

Tertulia, humo,

música de suspense,
Balbín... ¡La Clave!





martes, 7 de julio de 2020

Trikiklo (1)

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Fraga en Palomares, 7 de marzo de 1966.

A Fraga, en bragas
no era fácil pillarlo,
pero en calzones...



Sobre el suceso de la bomba de Palomares,
es muy interesante este reportaje de la revista Esquire

lunes, 6 de julio de 2020

Palindromeando 2020

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(Al filo de los días). De las manos gentiles de Jesús Lladó y Pere Ruiz, sus demiurgos, ha llegado a mi buzón el último boletín del Club Palindromista Internacional (CPI), correspondiente al tercer trimestre del año. Viene acompañado, además, del ejemplar impreso del número anterior que, debido a la peste, sólo se había distribuido en versión digital. Con su sencillez, pero también con su osadía, son dos ejemplares repletos de juegos muy ingeniosos y de propuestas lúdicas capaces de llenar horas intensas. También de curiosas y estimulantes reflexiones. Ha sido un placer colaborar en sus páginas.
El pasado sábado 4, por cierto, y como rito de paso del EJE del año, se celebró durante 24 horas, o algo más, y con participantes de varios países de Europa y América, un concurrido maratón ludoverbal que se saldó con una espectacular cosecha de muestras de creatividad, arte y juego. Hubo, además, varias ponencias, presentaciones de obras, entrevistas y otras actividades que convirtieron la jornada en un hito importante en la historia de la asociación.
Fue muy destacada la intervención del profesor David Loyo sobre el muy desconocido mundo de la palindromía en las lenguas de signos para sordos. Y también resultó todo un éxito la presentación del libro Abere ba, un bestiario o animalario de palíndromos en euskera, obra de Itziar Aranburu y Jon Ander Garcia. Publicado por Pamiela, está ilustrado con muy hermosos y ocurrentes dibujos, como el de las “aes” metamorfoseadas en sendas zorras enfrentadas que ha servido para ilustrar la cubierta del último boletín del CPI.
Otras actividades fueron la presentación de Palindremia, antología de creaciones bifrontes de Roberto Sánchez, o una interesante entrevista con el polígrafo y palindromista mexicano Gilberto Prado Galán. Hubo asimismo un certamen de improvisación de reversibles en torno al coronavirus, que dio lugar a piezas muy notables; homenajes a grandes nombres del género, como los maestros Filloy, Nafarrate o Lancini; una muy emotiva evocación de L. E. Aute, gran y animoso animal verbívoro, y muchas más intervenciones, sin olvidar las habituales correrías salaces, las mil bromas de triples o cuádruples sentidos y otras barrabasadas.
Si notan que, desde ese día, el planeta orbita más ligero, no le den más vueltas: es gracias a estas gentes que ponen en el centro del lenguaje las secuencias mágicas capaces de hacerlo ir y volver con más soltura y, sobre todo, con mucho mejor humor. 
Ajá.

Cerco

No está dispuesto el cerco
con que mi mente se hace
cargo de los obscenos
pájaros invisibles
que señalan, al vuelo
de las horas de cera,
el lugar insidioso
donde vuelve la vida
a chorrear su falta
de substancia.

Los odres,
inconsistentes, turbios,
golpean las paredes
de la cueva en ruinas
y hay voces subterráneas
que pugnan por entrar.
La luz lo quiebra todo.
No queda nada a salvo,
salvo ese rincón neutro
donde muere la noche.
(Levedades)

Morricone, adiós



(Al filo de los días). En efecto, la muerte tenía un precio: el de la vida. Descanse en paz Ennio Morricone. Gracias por tanta belleza.

Trikiklos (0)

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(Trikiklos, 0)
Aviso: van
flechas, venablos, lanzas...
chuzos de punta.


Cosas que ocurren:
ráfagas de recuerdos,
barrabás, hadas...

Igual que aquellas
para el verano bicis,
estos triciclos.

También sudokus:
mensajes de escondidos
cabezas rompe.

Monto un triciclo
—tíldelo con humor—:
antes un asno.

Julio y agosto:
lo (in)transcendente dentro
por el calor.

sábado, 4 de julio de 2020

Adiós a Joaquín Marco

El escritor Juaquín Marco, en su casa de Barcelona
Joquín Marco, en su casa de Barcelon. Foto: Mª Ángeles Torres/La Razón.
(En voz alta). Ha muerto el profesor, crítico, editor y poeta Joaquín Marco. En Salvat pude compartir con él horas muy provechosas y alguna tarde-noche en Barcelona en inmejorable compañía. Era un lector atentísimo y un hombre entregado a su vocación. Fue un honor conocerlo. Que la tierra le sea leve.

viernes, 3 de julio de 2020

NUL: Recuento

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Ilustración ©️Javier Serrano: «No somos ángeles», 2020.
Recuento y fin del cuento
«Me he enterado, oh astuto lector, de que pasas tus noches, además de entregado a esos juegos que tú sabes, rebuscando entre luces, pantallas y papeles muestras buenas de aquel viejo placer que desde niño encuentras en seguirles el rastro a mil y una palabras enfiladas en cuentos y ejemplares relatos o facecias, con trasuntos más o menos felices y obstinados de las innumerables aventuras que le es dado vivir a la criatura humana, en general, a poco que, incluso sin moverse de su propio rincón bajo la luna, se deje tentar y fascinar por el vuelo de la imaginación y ponga en el seguimiento de las maravillosas historias que por todas partes tienden sus hilos de seda una atención de intensidad comparable al menos a su desconfianza...»
Cuando el manuscrito llegó a mis manos, en los últimos día del mes de agosto de 2017, no era consciente de lo que me iba a encontrar en él. Y eso que ya desde sus primeras páginas —de las que acabo de reproducir el primer párrafo— el asunto parecía transparente. Pero entre que la escritura no era siempre asequible y el vasto códice tenía páginas muy dañadas, no parecía sensato augurar un uso provechoso. De modo que, antes de hacerme cargo del conjunto, opté por lo que en aquel confuso momento me pareció lo mejor: echarme a andar por estas pantallas cada noche e ir espigando, de aquí o allá, los fragmentos del manuscrito que me parecieran mas idóneos a fin de cumplir lo que desde el inicio, y por mención expresa del título inscrito en la primera hoja, se me impuso como máxima deseable: la continuidad diaria de la escritura (NULla dies sine linea) y el amueblado de cada noche con su “Novela de Una Línea” (NUL), fuera ésta una expresión de literal exigencia de la brevedad e incluso del más depurado y literal laconismo, o se tratara de un “tipo de relato breve de una determinada condición, naturaleza o línea”.
Como en lo recolectado se acabó imponiendo más bien la segunda acepción, me pareció razonable organizar los materiales diversos en series temáticas y en grupos más o menos homogéneos. Y así fueron surgiendo breverías protagonizadas tanto por personajes (el Invisible, el Fantasma, los Olvidados, los Desertores, los Testigos, el Farero, los Merluzos de habla absurda... ) como por espacios (laberintos, playas, caminos, paisajes) o por agrupaciones más bien tópicas como el Zodiaco, las letras del Alfabeto, los Pecados capitales (Saligia) o el Ciclo del año, sin olvidar la atención monográfica dedicada a asuntos como el Apocalipsis, Babel, la Peste o, por último ejemplo, la dramatización de algún cuadro famoso (Hopper).
Desde el punto de vista formal, y dado que la brevedad exigía poner en juego (y literalmente) recursos especialmente expresivos, sin prescindir nunca de la perspectiva narrativa (siempre alguna retazo de historia al fondo), procuré orientar mis elecciones a la consecución de textos en los que pudiera percibirse cierta tensión lapidaria del aforismo, algún vuelo poético a través del subrayado de atrevidas metáforas presentes ya en el original y, en la parte técnicamente más elaborada, la presencia siempre impactante de la palindromía (en los micródromos y nanódromos), el poder visual y giratorio de los dados y cuadrados mágicos, o el recurso, muy tasado pero no irrelevante, a procedimientos más convencionales —aunque rara vez empleados con fines expresamente narrativos— como adivinanzas, jeroglíficos, chistes, etc. Sin menoscabar ese desorden en el interior de las frases que el autor del manuscrito se empeña en llamar “intropías”, y sin olvidar tampoco el culto que a menudo rinde a los orígenes de las palabras, en una actitud que, a falta de otro nombre mejor, una noche decidí bautizar como “etimolatrías”. Es bien sabido que, con la combinatoria adecuada y en su justa medida, el relato —como su gruesa hermana mayor, la novela— lo asimila todo.
Elemento esencial de estas NULs, elegido siempre con total intención y muy a menudo tras laboriosa búsqueda, han sido las imágenes que ilustran —o mejor dialogan con— cada texto. La mayoría de ellas son pinturas de autores muy destacados, aunque también hay dibujos, esculturas y fotografías e incluso algún grafiti o pintada no carente de valor artístico. Todas están ahí, además de por su propio peso estético, por razones tal vez no siempre palmarias ni acaso a primera vista entendibles, pero sí explicables y, en el fondo, diría que acordes con la lógica del juego. En las últimas semanas, para la serie «Las Caminatas», he tenido la gran suerte de poder contar con ilustraciones ad hoc de Javier Serrano, una colaboración que le agradezco al gran artista y generoso amigo, y a la que espero darle continuidad, fuera ya del formato de este invento, aunque prolongando el camino iniciado. 
En relación con la selección de ilustraciones, haré una precisión: aunque es evidente la búsqueda de sintonía entre imagen y texto, y a veces el hallazgo de la primera ha influido en la concreción de algún detalle del segundo, he procurado mantener la autonomía entre ambos, de modo que los relatos espigados no deban su completo sentido y sus posibilidades de interpretación a la sola presencia de la imagen. No sé si eso se logra siempre.
Por lo demás, en el continuo trasiego nocturno a lo largo de estos casi tres años (han sido Mil y Una noches, en circunstancias no siempre fáciles), junto con el material objetivo de partida, he tenido muy presentes a autores a los que, además, aquí o allá, y más de una vez, he rendido explícito homenaje, a poco que el manuscrito insinuara algo en esa dirección. Son muchos, pero quiero citar como imprescindibles, además de a los dioses tutelares —Cervantes, Shakespeare, Poe, Mallarmé, Ducasse, Valle, Joyce, Pessoa, Borges, Cunqueiro, Paz, Rulfo...—, a los maestros Filloy, Cortázar, Ferlosio, Monterroso, Delibes, Goytisolo (Juan), Ríos, Vila-Matas, Bayal, Millás y Rivas, entre otros muchos, a los que agradezco y muy de veras sus ejemplos y el acicate de sus lecturas.
Pero mi completa gratitud va para todos y cada uno de los no muy numerosos pero muy selectos, sensibles e inteligentes lectoras y lectores cuya fiel generosidad a menudo ha sido el principal estímulo para culminar este proyecto que aquí llega a su NUL MIL Y UNA y por tanto a su fin. VALE.