Cuando supe que el cambio de la cita inicial de Lucrecio con que se abre La sed de sal no era intencionado (o sea, que era una errata), pude descansar en paz. Por fin había algo, en los perfiles de apariencia omnisciente de esta obra, donde el azar puro lograba imponer su ley. Porque, por mera comprobación digamos técnica (tal vez por «disformidad», más que deformación, profesional), antes de entregarme por completo al vértigo de «la sed» (la lectura), durante varias horas estuve revisando versiones diferentes del De Rerum natura del poeta latino para intentar solventar una duda (¿propterea o praeterea?), que acabó siendo sólo fruto de un exceso de confianza. O, más bien, de la justa presunción de inocencia. Es tanto el entusiasmo lúdico-moral que las obras del escritor Gonzalo Hidalgo Bayal me producen, que cualquier muesca de su escritura me parece que está llena de sentido (y suele ser así), de modo que no podía ser inane ni meramente descuidada la presencia de una «variación» nada menos que en el pórtico. Pero como ha explicado, con gracia y dolor de corazón, el propio autor, lo es (errata, digo). Así que finalmente, en mi boca de lector quedó el viscoso aliento del que siente que durante horas corrió tras un fuego fatuo. O más bien del que, en extraño cumplimiento de la letra de la ley, ha bebido agua sucia.
http://aprendelatinonline.blogspot.com.es/2012/06/lucrecio-poeta-y-medico-del-alma.html
In girum imus nocte [ecce] et consumimur igni
Damos vueltas en la noche y somos consumidos por el fuego
No hay comentarios:
Publicar un comentario